Mis padres

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No tardaron nada en llegar a casa, ambos bajaron del auto y Julio entró con ellos.

-Daniel puedes ir a ducharte, pronto vendrán y te necesito presentable- Pidió una vez que iba a la cocina.

Daniel asintió y se alejó por el pasillo para después caer en cuenta que no sabía a donde iba y regresando por donde vino se acercó a su hermana -Dan... ¿Como llego a la ducha?- Preguntó apenado con la cabeza agachada para ocultar su sonrojo.

Daniela rió levemente y sin decir nada le tomó de la mano para guiarlo por el mismo pasillo que instantes antes había recorrido a la mitad. Lo llevó hasta una habitación enorme que a ella siempre le había cautivado y para entonces también a el otro que la miraba asombrado -Yo quisiera haber tenido una casa enorme como esta- Pensó y dando pasos cortos se metió a ese lugar -No tardaré- Dijo y cerró lentamente la puerta. La chica se retiró para ir a su habitación y cambiarse. 
No tardó mucho así que fue donde Julio y se acercó a el con una sonrisa -¿Podrías hacerme un favor?- Preguntó dulcemente.

Julio asintió -Lo que sea para ti- sonrió ante tal respuesta, tenía un lado poeta.

-Compra ropa para mi hermano- Indicó al tiempo que le tendía un fajo de billetes, suficiente para comprar algo decente.

-Señorita no quiero entrometerme pero ¿Como sabe que él es su hermano?- Cuestionó tratando meticulosamente de no sonar altanero.

-¿Es que no lo ves? ¡Somos idénticos!- Le respondió emocionada -Solo haz eso y podrás ir a casa a descansar, ha sido un día muy pesado- Concluyó para luego darle la espalda y regresar a su habitación.

Julio no tuvo mas opción que obedecer y pronto se hubo retirado para ir a buscar la encomienda.

Poco rato después Daniel salió apenado por el hecho de estar desnudo y que lo único que le cubriera fuera un retazo de tela desconocida para el. -Dan... No tengo ropa que ponerme- Dijo en tono bajo y si no fuera porque ella estaba cerca no le habría escuchado ni un susurro.

-Ya no tarda Julio en llegar- Dijo suavemente para tratar de calmarlo.

Daniel solo asomó la cabeza un poco y asintió para notificarle que había oído.

De pronto el timbre sonó -Debe ser Julio- Dijo la chica en voz alta y se retiró para ir a la puerta y poder abrirla, pero no, no era su amado chofer, si no su madre que la miraba con un gran gesto de enfado propio de ella.

-¿Que ocurre aquí Daniela?- Preguntó impaciente ya que golpeaba el suelo con la punta de sus pies cubiertos por el cuero de sus zapatos.

La mujercilla estaba en problemas y ya había comenzado a temblar. Sus palabras no salían y el pánico las amarraba en su garganta.

-Di algo jovencita- Reprochó para entonces tomarla del brazo.

-¡Déjela en paz!- Gritó el muchacho desde la esquina en el pasillo y que aun sostenía la toalla contra su baja cintura.

La mujer estaba ahora verdaderamente sorprendida -¿Quien es el?- Preguntó ya fastidiada del día tan largo que había tenido en la oficina.

-El madre, es mi hermano- Explicó con recelo en sus labios mientras la miraba sino con odio al menos enfadada, después de todo ella había mentido todo ese tiempo. La sensación de soledad la acechaba y le hacía sentirse vulnerable.

Hubo un silencio largo y luego el suspiro de la mayor que se dejó caer sobre el sofá mas cercano y esbozando una sonrisa triste miró a la chica -Daniela debo contarte algo- Golpeó levemente el espacio libre en el mueble junto a ella.

La joven solo se acercó y ocupando su lugar miró a la mujer aun desconfiada.

Lizbeth, la mujer, tomó una gran bocanada de aire y atinó por mover los labios para comenzar a hablar.

Pasaron cerca de veinte minutos y al fin la señora dejó de hablar, sonrió nuevamente y sin decir nada la miró como esperando alguna respuesta.

-¿Mi madre muerta?- Preguntó con lágrimas en los ojos -Imposible- Concluyó aun triste al tiempo que buscaba aferrarse a algo para no caer.

Daniel permanecía en su lugar y escuchó todo lo que la mayor tenia que decir, finalmente no era un asunto del que desconociera pero el que retomaran aquel tema que tanto le dolía hacía que recuperara viejos recuerdos que creía olvidados.

Daniela por su parte avanzó hacia su hermano -Ahora somos su única familia- Dijo con total seguridad de que entendería lo que ella quería decir. Lo entendió pero rápidamente rió y la miraba mala y fría, esta mirada le caló hondo a la joven quien parecía confundida.

-¿Que quieres decir con eso madre?- Preguntó sólo con el afán de verificar.

-¿Sabes lo que hará eso con nosotros? ¡Arruinarás todo lo que tu padre y yo hemos conseguido! ¡Seremos el hazme reír de todos!- Bramó esta vez dándole a su hija un leve empujón.

-Pues no dejaré que el vuelva a estar solo- Respondió ahora con seriedad.

-Espera que tu padre lo sepa- Amenazó la señora quien seguido de eso se alejó para ir donde la puerta para salir.

De nuevo solos. Daniel estaba nervioso y se acercó a la chica buscando consolarla en caso de que fuera necesario.

Al menos ahora nada podría separarlos ¿O si?...

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2016 ⏰

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