Confía en mi

1 0 0
                                    

-Aquí Julio, es aquí- Dijo casi emocionada y me iba acercando a la puerta para abrirla.

Julio no entendía pero igual obedeció y se detuvo para entonces estacionarse -¿Que hacemos aquí señorita?- Le preguntó al tiempo que abría su puerta para bajar y auxiliar a su joven ama.

Para entonces ya había bajado y se acercaba a donde el muchacho -Espera aquí, no tardo- Agregó y comenzó a andar en camino a la entrada del edificio.

Una vez dentro pudo mirar un mostrador de madera en el que estaba posicionada una chica uniformada en gris con una boina adornada en dorado con una estrella del mismo color justo en el centro de ésta.

La mujer le sonrió y muy amablemente puso su atención en la joven que había entrado.

Daniela se acercó atraída por su hermosa sonrisa y su aura amigable -Señorita vengo a pedir informes sobre un chico que fue arrestado ayer y quisiera pagar la multa correspondiente- Concluyó la chica y sonrió.

La mujer asintió y tomó su papeleo -Espere aquí por favor- Indicó y después de eso se alejó del mostrador para ir hasta la puerta mas lejana.

Daniela miraba a su alrededor buscando detalles solo con el afán de distraerse.

Pasaron solo cinco minutos y entonces la señora regresó.
-¿Daniel Benetach?- Preguntó la oficial algo dudosa.

La chica volteó al oír que mencionaban el nombre del muchacho -Aquí- Dijo algo insegura por que desconocía el apeído de este.

-Mire señorita al joven se le detuvo por cargos como asalto a mano armada, fraude, ultraje y recientemente por extorsión y resistirse al arresto- Informó la uniformada -Será difícil que salga bajo fianza y el juicio será dentro de tres días- Concluyó para después permanecer en silencio.

-Oficial entiendo, pero... ¿Podría por favor ayudarme? El es mi hermano y no quiero que esté encerrado por mas tiempo, estoy segura que no es culpable de nada de lo que se le acusa- Suplicó ella esperando realmente que tuviese misericordia.

-Se que ese chico es inocente, pero la ley es la única que puede determinar si es o no culpable, lo único que puedo hacer por usted es dejarlos verse, en verdad lo siento señorita- Agregó saliendo inmediatamente de detrás del mostrador para acercarse y guiarla, fue ahí como ésta le metió las llaves en el saco escolar teniendo cuidado de que nadie se percatara -Por aquí jovencita- Le dijo dulcemente y comenzó a avanzar.

La siguió entre un poco desconfiada pero igual quería ver a su hermano así que solo iba mirando el camino como tratando de aprendérselo -Ahí esta- Pensó al verlo y de inmediato quiso correr hacia el cuando la contraria detuvo su avance.

-La llave es para la celda, estas son para las esposas- Comentó la oficial para después dejarlas caer al suelo y chutarlas dentro de esta última- Dense prisa. Suerte- Concluyó y se alejó del lugar cerrando la puerta tras de sí.

Daniela no sabía lo que ocurría pero después continuaba con ello, metió la llave en la cerradura y la giró cosa que hizo que se abriera la reja.

Na: Daniel

Había pasado ya toda la noche soñando con mi pasado, la forma en que me quitaron a mi madre, a mi hermana y ahora mi libertad. Me sentía terrible y no conseguía salir de ese mal sueño. Fue entonces cuando un suave tintineo sonó profundo en mis orejas e hizo que la misteriosa ancla de mi cerebro se debilitara permitiéndome despertar.

Parpadeé un par de veces para poder observar mejor y entonces la vi, estaba parada frente a mi, esa hermosa chica que accidentalmente conocí el día anterior.

Al principio creí que era un sueño pero al verla tan cerca me percaté que no era así y sonreí para después levantarme para le donde ella me esperaba.

-Daniela ¿Como es que estas aquí?- Pregunté entusiasmado, ella solo me sonrió y tomó algo del suelo.

-Vengo a sacarte de aquí- Respondió seguido de tomar mis manos para poder con una llave abrir las esposas que comenzaban a apretar mis muñecas. No opuse resistencia y en cuanto fui liberado la rodee con mis dos brazos para abrazarla fuertemente.

Na: yo!

Los dos pudieron salir con cautela por una puerta trasera en la que por fortuna no había nadie que les impidiera irse. Ambos estaban felices e iban riendo a carcajadas mientras caminaban en dirección al auto de Julio que aun estaba en ese lugar. Los dos se acercaron con lentitud al auto, Daniela buscaba con la mirada a el otro muchacho y Daniel se limitaba a seguirla.

-Señorita- La llamaron de detrás, ella sonrió y al girarse para verlo, manteniendo la sonrisa le indicó con la cabeza de la presencia del muchacho.

Julio quien se acercaba preocupado al ver al otro joven con una escalofriante similitud quedó boquiabierto y en silencio miraba buscándole diferencias. Los dos pelirrojos de ojos color verde y tez clara que revelaba cuando reían un torneado salmón coloreaba sus mejillas.

El no tenía necesidad de preguntar, sabía quien era el pero aun permanecía espectante, en espera y los veía acercarse cautelosamente hasta él, sonrió y procedió a abrir la puerta del auto para que tanto si joven ama y su tan escalofriante amigo entraran.

-Llevanos a casa Julio- Le pidió a este por de mas desconfiado que no dejaba de mirar por el retrovisor. -Confía en mi- Concluyó y le sonrió.

Después de todo ¿Que podría pasar?...

[CONTINUARÁ...]

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora