Capítulo nueve: El Az de Espadas

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Llené la palma de mi mano de ese polvo negro, y se lo lanzé a la cara a la "muerta"

El polvo cayó en sus ojos dejándola temporalmente segada, yo aproveché la oportunidad para tomar otro poco del polvo y lanzar al aire frente a ella, haciendo una nube de ese material. En cuanto abrió los ojos prendí la nube de polvo, convirtiéndola en una gran masa de chispas y brazas. La niña calló sobre su trasero mientras soltaba maldiciones en un idioma antiguo y extraño.

Yo supe que no podría mantenerme así por siempre, así que idee un plan: tomé el paquete y lo abrí del todo, empezé a esparcir su contenido a mi alrededor formando un círculo casi perfecto, y esperé...

Como lo esperaba, la niña en cuanto se levantó me miró con sus ojos rebosantes de rabia, y ma atacó. En cuanto estuvo a escasos centímetros del círculo de polvo, encendí el encendedor y lo dejé caer al suelo.

-Finizterra- dije mientras el polvo se ensendía para ponerle teatro.

El aro de polvo negro ardió, estalló y voló en una nube de luces, chispas y brazas que cubrieron mas  imagen en un instante.

Al parecer la niña pensó que había sido un conjuro, pues dio unos pasos atrás y procuró no acercarse.

-como lo hiciste?- preguntó curiosa.

Yo sonreí lo más maliciosamente que pude en respuesta... De repente sentí que podía hacer cualquier cosa...

El viento se agitó a mi alrededor formando un torbellino con los restos del polvo negro, el cual empezó a arder de nuevo, pero esta vez era como si fuese fuego "estable".

Mi sombra se alargó y se levantó revelando su verdadera forma, se veía como el típico chico popular/antisocial de el colegio: pantalones tipo lleans de color gris oscuro que llegaban hasta más o menos la mitad de sus pantorrillas (las sombras, a partir de esa parte del cuerpo tienen algo parecido a lo que tiene el genio de la lámpara de Aladino, que las une a la sombra de su usuario) una camiseta color rojo sangre, una chaqueta negra a juego con los pantalones, además de su atractivo peinado y su mirada sensual.

-Me llamaste?- preguntó como un adolecente rebelde.
-No, porqué lo dices?
-Escuché que dijiste "Finizterra", y ese es mi nombre- dijo encogiéndose de hombros.

-Entonces quieres jugar con Sombras eh?- dijo la niña un poco molesta, para después causar un remolino a su alrededor e invocar su sombra: parecía un hombre normal, a excepción de su piel extremadamente pálida, y el simple hecho de que tenía unas alas negras que eran la mitad de grandes que él. -este es el Az de espadas- dijo la niña orgullosa mientras se cruzaba de brazos.

-Je!, esa es una sombra?, a mi me parece un espantapájaros mal hecho- dijo Finizterra arrogante mientras se cruzaba de brazos también.

La muerta e enfadó y se subió al lomo de su sombra. Cuando estuvo arriba extendió sus brazos como si fueran alas y concentró su poder. No dijo nada, pero su sombra se abalanzó sobre mi.

Logré esquivar su primer impacto, rápidamente se elevó en el cielo y volvió a atacarme, esta vez dando de lleno en mi estomago y mandandome al suelo sin aire, y como Finizterra es mi sombra, el también calló al suelo.

-deberiamos ponernos serios- dijo Finizterra limpiándose el polvo -que dices, probamos mis habilidades?.

No me dio tiempo de responder antes de darme cuenta de que la sombra de la muerta ya venía en camino.

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