Capítulo 5

15 1 0
                                    

A la noche siguiente, toda la gente se asomaba por las puertas o ventanas para ver llegar a los temidos invitados, ¿qué hacían en éstas tierras quienes conocíamos como enemigos? No iban en carruaje, iban en caravana. La duquesa muy altiva con el príncipe a su lado galopando a paso seguro y lento, escoltados por cuatro hombres bastante fortachones con los rostros cubiertos como heraldos, armados con hoces y hachas. El príncipe llevaba la capa real de Hösencroft y una espada de plata -para bestias- en la funda, mientras que la duquesa iba elegantemente arropada con un vestido morado enorme y una sombrilla pequeña del mismo tono. Los caballos, blancos todos, como el color de piel de sus jinetes, estaban cubiertos con trajes celestes. Más atrás de la escolta estaba el cocinero y el escudero, el cual llevaba el estandarte del Rey Edik en las manos.


Los centinelas abrieron las puertas a los invitados y guardaron sus caballos y pertenencias. Fueron recibidos por nosotras y nuestro padre, Sergey. Cuando entraron al palacio, todavía altivos ante los guardias, esclavos y el que se les cruzace por las narices, fueron también recibidos con un festín de carne de ciervo "a la elfa" y vegetales y postres de todo tipo. La conversación empezó cuando terminaron la comida. Andrea y yo nos retiramos para que hablaran de política, yo me quedé escuchando afuera.



-Sergey, respetable y gran Sergey, ya sabes porqué venimos de tan lejos. -sonrió la duquesa-. Hemos considerado unirnos, nuestros ejércitos para crear uno inmortal. Tú sabes bien, hombre sabio, que no nos conviene entrar en guerra, somos iguales de poderosos. Tu ejército de hombres y el mío de bestias, calumnias, magos, hechiceras, lamias, diablos, brujos, elfos, enanos, gigantes, ¡Estaría un día entero diciéndote todas las criaturas que habitan mis tierras! Bueno, las del Rey Edik.


-Lo sé, conozco las leyendas, duquesa. Y comparto su opinión, si nos fueramos a guerra no quedaría ni pizca de ninguno de nosotros, pero, ¿Qué sugiere? ¿Qué tierras conquistaremos ahora?


-Sergey, hay miles de tierras al sur habitadas y otras vacías, sólo necesitamos llevar tropas a conquistar, con comida, caballos, dinero y unas perras tienen todo el viaje. Podemos hacernos con tributos, tener a la gente a la palma de nuestra mano.


-Entonces que empiecen las expediciones, tengo listos a más de seiscientos soldados en este distrito, faltan los de Nästra, los de Bargamossen, los de Inigard, los de Inigor, y más, ¿que aportas?


-Me voy con todo, todo el que quiera pelear, tengo mis ojos clavados en las hechiceras de Mildüren, y en algunos brujos; también tengo mis tropas humanas claro, "humanas", tú entiendes, espadas en vez de hechizos.


-Entiendo el término, enviaré mensajeros a todas las zonas y traeré veinte soldados por cada distrito -cambiando el tema-. Tú, joven príncipe Edward, hijo de Edik, ¿hais venido en nombre de tu padre o como escolta?


-Digamos, Maestro Sergey, que he venido por ambas causas. Atravesar todo Hösencroft sólo con cuatro hombres de escolta sería realmente un suicidio de no ser por los poderosas hachas y hoces que nos fabricaron los enanos. Las leyendas de calumnias no son nada en comparación a la situación por la que muchos hösencroftianos pasan día a día.


-Por eso los reclutan, los convencen, de usar su ira contra sus enemigos y no contra el pueblo -dijo Sergey, atento-. Quiere decir que vienes, como has dicho ya, por ambas razones.


-Exacto -apoyando los codos en la mesa-, además, me gustaría quedarme aquí, sólo unos días, sin abusar de su hostilidad, gran Maestro. Estoy cansado de escuchar que las malditas bestias siguen revoloteando las cabezas de nuestras gentes ¡tres lobisomes en la misma villa! Terrible, no sabes cuanto.


-¿Cazadores? ¿No son la solución?


-Sigo órdenes de el rey Edik, y en éso no concuerda, cree en convencer a las bestias.

Merida: Historia de una guerrera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora