Entramos en aquella extraña casa que se encontraba en el medio del bosque. Sé que suena a cliché, pero éramos la típica pandilla de amigos a los que les gusta jugar con lo desconocido. Era una casa enorme, de unos 180 m² , aproximadamente. Era bastante vieja, y había ardido varias veces los últimos meses, aunque se desconocía el motivo. Estaba restringida la entrada, así que entramos con el máximo cuidado. Ya nos habían pillado más de una vez, y no queríamos más problemas con la policía.
Kevin propuso separarnos, para así inspecionar mejor y más rápido la zona. La mayoría estaba de acuerdo, pero, en serio, ¿a quién se lo ocurre separarse? ¿Y si nos llega a pasar algo a alguno de nosotros? ¿No habéis pensado en la idea de que algo malo podría ocurrir? Como de costumbre nadie me hizo caso, ya que soy el 'miedica' del grupo.
Subí las largas escaleras que daban a la segunda planta. Tenía bastante miedo, estaba todo oscuro y mi linterna comenzaba a fallar. ¿Sabéis cuál es ese chico que, en las típicas películas de miedo, es asesinado de la forma más sádica? Bien, pues yo daba ese perfil, y la verdad es que temía por mi vida. Mientras caminaba sigilosamente, sin ningún tipo de ruta ni objetivo fijo, no podía parar de pensar en que, de un momento a otro, iba a morir repentinamente, aunque fuese de un ataque al corazón.
Me sentía atacado por los nervios. Todo mi cuerpo sudaba, mientras mi ritmo cardíaco se disparaba sin poder controlarlo. A lo lejos divisé una puerta que daba al balcón. Por fin aire fresco pensé para mis adentros, mientras que, con más entusiasmo, me dirigí hacía ese sitio. La verdad, creo que tanto nerviosismo me estaba produciendo un ataque de asma. Llegué lo más rápido que pude. El pasillo no era extremadamente largo, pero estuve como unos 10 minutos caminando para así evitar hacer ruidos. Pasé delicadamente mi mano por el pomo de la puerta, que estaba pegajoso, como si el calor de mi piel lo hubiese derretido en el momento en el que tuve contacto con este. Abrí la puerta con mucha precisión. Esta chirriaba demasiado, produciendo un horrible y desagradable estruendo. En cuanto pude ver la luz de la luna, salí disparado de aquel lugar. No quería volver adentro de esa casa, al menos no yo solo.
De pronto oí un grito que provenía del otro extremo de la casa. ¡SOCORRO! Escuché gritar a Alicia, y sin pensarmelo dos veces, corrí desesperado hacia el sótano, guiándome por el sonido de su voz pidiendo ayuda. En ese momento recordé el pánico que tenía antes y mis paranoias sobre que un asesino o entidad nos mataría a todos. Fue ahí donde todo terminó. Quien me iba a decir a mi que, lo que realmente me mataría ese día, sería aquella estúpida caída por las escaleras. Me pregunto que habrá sido de mis amigos.
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Páginas inacabadas ©
RandomQuiero escribir. Deseo escribir. Escribir hasta terminar con la punta de todos los lápices, hasta que no haya ni una gota de tinta en cada bolígrafo. Escribir hasta quedarme sin espacios en blanco que rellenar y sin historias que narrar. Escribir ha...