Al pasar los años, el ya no era un niño, se había convertido en un adulto, un adulto que nunca había salido a la superficie ni había tenido contacto con otro ser más que sus amigos, los libros. Cierto día se dio cuenta que los libros que salían de la puerta mágica de su habitación despreciaron, dispuesto, decidió salir.
Observo un pequeña hoja arrugada entre sus pies, era una nota:
Querido hijo, si vez esto significa que ya terminaste de leer tus últimos libros y que yo eh muerto, lo que significa que es hora de que busques tu propio destino, uno de verdad.
Te amo.
11/4/1993
Molesto, se golpeo a sí mismo, ya que se había dado cuenta de que su vida no había servido para nada, que su amor por sus libros era falso. Su madre estaba muerta, la persona que realmente lo quería. Lo único que podía hacer era aceptarlo y suicidarse al instante, no obstante, decidió salir a fuera.
El mundo nuevo era tan extraño.
Por la plaza que estaba cerca de su casa, observó a personas que competían por meter una bola llena de aire en una canasta elevada, pegada a un poste. Recordó que en uno de sus libros había leído algo como eso, pero ahí los animales competían con el fin de sobrevivir, no para divertirse. También notó algo singular, provocando que lo condujera a recordar las que pocas veces lo había experimentado. Sus orejas se alegraban al escuchar un sonido armonioso. Nunca había desarrollado tanto su percepción sonora como lo hacía en ese momento. Entre las calles se oía a las personas cantando en una sola voz: Let's dance, put on your red shoes and dance the blues...
Se estaba dando cuenta de que el mundo no era tan malo después de todo.
Al buscar la fuente del sonido un fuerte impacto con un coche lo aventó hacia lo otra calle. Casi ya al hacer sus últimos respiros, abrió un poco los ojos y observó a un hermosa joven que le intentaba ayudar. Él sintió algo en su pecho, no era por qué se estuviera muriendo, era algo similar a lo que sentía con sus libros, era amor a primera vista.
