2 Odio A Los Minions

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Fui a dirección y la directora se encargó de llevarme a la siguiente clase, al terminar me llevó a la siguiente y así sucedió el resto del día hasta que solo quedó la última, me llevó a la cancha de fútbol indicándome que tocaba física. Me acerqué al maestro y me presenté, me explicó que tenía que hacer una prueba primero para poder estar en su clase así que me llevó a la biblioteca y me entregó unas hojas que parecían ser la prueba, se retiró luego de unas explicaciones para seguir con la clase dejándome ahí por lo que comencé a contestarla.

No estaba tan difícil.
Claro. Pero a la hora de revisar no vayas a salir con que reprobaste.

Mi conciencia siempre me llevaba la contraria o me molestaba. Que linda ¿no?

Cuando terminé cogí un libro que llamó mi atención, el timbre sonó dando por terminadas las clases. Volví a dejar el libro en su lugar y cogí nuevamente la prueba que había dejado anteriormente en la mesa que me apoye para contestar, cogí la mochila y salí de la biblioteca dirigiendome hacia la cancha, le entregué la prueba al maestro, según el la revisaría esa tarde, asentí comprendiendo y caminé hacia la salida, me coloqué los audífonos y di reproducir la música, todos se empujaban haciendo caer a otros por lo que preferí esperar un poco, además de que no tenía ninguna prisa, finalmente cuando dejaron de empujarse tanto comencé a caminar con la mirada perdida hasta que choqué con alguien.

—disculpa—dije recogiendo mis llaves las cuales se me habían caído.

—parece que lo tuyo es chocar—dijo e inmediatamente levanté la vista encontrando al castaño que me había empujado esa mañana.

—y lo tuyo empujar.

—no me gusta empujar pero tu te me atraviesas—respondió de malhumor.

—yo no me atravieso, es solo que parece que me empujas a propósito.

—no es mi culpa que seas un minion—dijó en tono burlón.

—deja de llamarme minion. Odio a los minions—me crucé de brazos y lo miré mal.

—claro,—habló sarcásticamente—lo que digas minion.

—pedazo de basura—murmuré y seguí con mi camino.

Ya me había hecho enojar lo suficiente por lo cual supuse que me había ganado un enemigo. Pasé por entre el montón de alumnos y sin fijarme si se aproximaban autos o no me intenté cruzar la calle.

—¡Hey, enana!—escuché como gritó evidentemente hacia mi y lo ignoré.

Sentí como alguien me jalaba del brazo fuertemente, levanté la vista y observé a un auto pasando a toda velocidad frente a mi... tan cerca de mi.

¡Ay por Dios! Pude haber sido atropellada y haber muerto por culpa de ese imbécil, pero no.

Me giré llevando la vista hasta mi brazo, levanté la vista para observar quien me sostenía encontrando a quien menos me esperaba, era el pedazo de basura el que me ah... ¿como decirlo? salvo, si eso, salvo de que me atropellaran. Algunos alumnos comenzaron a acercarse para ver que había pasado e inmediatamente me soltó, ni siquiera fue capaz de mirarme por que dio media vuelta y comenzó a caminar alejándose dejandome ahí con la multitud de alumnos que se hacían preguntas entre si, me mantuve inmóvil por algunos segundos viendo como se alejaba hasta que reaccioné y salí del círculo de alumnos que se había formado.

Ignoré lo que acababa de suceder y crucé la calle está vez fijandome en si se acercaban autos o no, seguí mi camino aún escuchando la música que se reproducía hasta llegar a casa, dejé la mochila sobre el sofá y suspiré mientras caminaba hacia la cocina por un vaso con agua.

Hey Quitate Enana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora