61 Besando A Christian

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Tenía que decirle todo lo que acababa de suceder, aunque posiblemente nisiquiera me lo creería.

—si, no pasa nada—fingí mirar la hora en el celular—tengo que irme.

—pero... íbamos a ver una película—habló la rubia acercándose hasta mi.

—tal vez luego—dije inmediatamente, me giré y me dirigí hacia la puerta, la abrí y salí.

Bufé y comencé a caminar hasta que me encontré con la hermana de Liliana.

—¡Ay, no!—exclamó molesta.

—a mi tampoco me da gusto verte, zorra—llevó una mano a su pecho, abrió la boca indignada, Sonreí y pasé por su lado dándole un fuerte empujón con toda la intensión y comencé a caminar hasta llegar a casa.

Ahí estaba la clave, la hermana era la clave.
¿Que clave?
La clave para que Liliana sepa que Alan esta jugando con ella. Deja de ser tan orgullosa y habla con ella.

Suspiré, odiaba a mi conciencia.

Subí a mi habitación y me acosté sobre la cama. Demasiados pensamientos inundaban mi cabeza, los recuerdos, Christian, Callan, Liliana y Alan, eran tantas cosas...

La manera en la que conocí a Callan no había sido la mejor, pero a Christian tampoco lo había conocido en las mejores circunstancias. 

Dos chicos a los cuales conocí y odié desde el primer momento, dos chicos de los cuales jamás imagine que les gustaría.

***

Comencé a escuchar toda la música que se reproducía mientras estaba en la sala de espera, minutos después una chica con el cabello púrpura salió, se giró a mirar hacia la dirección en la que yo me encontraba y pude ver que era Layla, voltee hacia otro lado y esperé a que pasara por mi lado yéndose.

El psicólogo salió quedando parado en la puerta y me indicó que pasara, me levanté de la silla en la cual me encontraba, miré hacia la dirección en la que se había ido Layla, tomé una bocanada de aire y entré, me senté sobre el asiento frente al escritorio, cerró la puerta y tomó asiento detrás del escritorio.

Me hizó un ademán para que me quitara los audífonos y así lo hice, los dejé a un lado y metí el celular al bolsillo del pantalón.

—tu padre me dijo que tuviste problemas en el instituto—¿Por qué no me enfrenta él en lugar de contaserlo a un psicólogo?—¿Me quieres contar?—negué y asintió con la cabeza comprendiendo. 

Una curiosidad enorme de saber por que Layla estaba yendo al psicólogo apareció dentro de mi, pero ella ya no era mi amiga y realmente no tenía por que interesarme lo que sucedía en su vida.

Luego de una hora la terapia terminó, caminé hacia el parque, no desperdiciaría mi fin de semana en casa.

Había quedado con Camile para verla allí pero luego de esperar un muy buen rato y ver que no llegaba me desesperé y comencé a caminar, se me ocurrió la magnífica idea de visitar a Miranda olvidándome por completo que Christian estaría allí.

—¿Qué quieres?—preguntó de mala gana Miranda observando a su hermano el cual no se iba apesar de las indirectas que ella le daba.

—pasar tiempo de calidad con mi hermana—respondió con una sonrisa forzada.

—no es verdad, no te lo crees ni tu—hablo con fastidio la pequeña.

—¿Por qué no podemos llevarnos bien por un maldito momento?—su tono fue un poco agresivo. Miranda iba a decir algo pero no la dejó—¿Quieres ir al cine?—antes de que Miranda pudiera negarse Christian la interrumpió—Bien, iremos al cine.—se levanto del sofá y subió corriendo las escaleras hacia su habitación. 

—yo no quiero ir al cine contigo cara de nalga—dijo molesta mirando las escaleras.

Minutos después bajó, la señora Amber estaba tan feliz por que sus hijos pasarían tiempo de calidad juntos, como hermanos, ambos insistieron en que los acompañara y apesar de que me negué terminaron convenciendome, o bueno... Al menos Miranda.

Durante toda la película Miranda y Christian estuvieron susurrandose maldiciones, las personas estaban hartas y fueron por seguridad para que los sacaran y yo también tuve que sufrir las consecuencias.

Nos echaron a los tres.

Las horas pasaron rápidamente hasta que la noche llegó.

—te odio—susurró Miranda y comenzó a caminar dejándonos atrás.

—yo también te quiero, monstruo—dijo Christian con fastidio y ambos comenzamos a caminar siguiendo a Miranda.

—no deberías tratarla así, es tu hermana,—dije—tal vez no tienen la mejor comunicación pero sin embargo podrías intentar llevarte bien con ella y tenerle paciencia.

En todo el camino hubo silencio hasta llegar a su casa, Miranda entró molesta susurrando muchas cosas, Christian le restó importancia e insistió en acompañarme a casa.

Fue demasiado difícil negarme así que acepté, ninguno articulaba palabra alguna, solo caminábamos en silencio.

Una vez llegamos a casa sonreí y lo miré a los ojos, sus hermosos ojos azules, eran como ver una hermosa piedra dentro de ellos, brillantes gracias a la noche y las luces que alumbraban las calles.

—te veo luego—dije, dí media vuelta para entrara a la casa pero él me cogió del brazo.

—adiós—dijo casi en susurro e inmediatamente acercó su rostro al mio uniendo nuestros labios.

Sus labios unidos a los míos me hacían sentir una infinidad de emociones, miles de sensaciones recorrían mi cuerpo.

Sentía como una corriente recorría mi cuerpo, una felicidad inmensa aparecía dentro de mi, una  extraña alegría me inundaba.

Tenía la sensación de estar en un lugar fresco y seco al mismo tiempo, como si un simple segundo no existiera.

Me separé de él.

¿Por qué me pasa esto a mi? Me hacía sentir como una zorra besándose con dos chicos en la misma semana, como si fuera la peor de las chicas.

Christian estaba frente a mi, quería correr, gritar, quería.. Besarlo nuevamente.

Antes de que pudiera volver a unir sus labios con los míos el sonido de una moto llegando hizó que se alejara.

Me giré encontrando a Callan bajando de su moto e inmediatamente se acercó hacia nosotros, me miró y después llevó su vista hasta Christian, Christian lo miró y después me miró a mi.

Ambos me miraron y después se miraron entre ellos, parecía un duelo de miradas.

—¿Tú qué haces aquí?—preguntó Callan molesto sin apartar la vista de Christian.

—lo mismo te pregunto—dijo el rubio.

—no tengo por que darte explicaciones niño—¡Ay no!

—yo tampoco—frunció el ceño.

—chicos..—después de lo que había sucedido en mi cumpleaños sabía lo que se acercaba y no pensaba permitir una pelea.

—¿Por qué no te vas?—preguntó molesto Christian. Eso si que no me lo esperaba.

—mejor te vas tu—era una orden de un molesto Callan.

Ambos comenzaron a acercarse, en un impulso Christian empujó a Callan haciéndolo enojar más de lo que ya estaba.

Las luces se encendieron, la puerta se abrió dejando ver a mi padre y Regina quien salían a ver qué estaba pasando.

Miraron a ambos, Callan se contuvo las ganas de golpear a Christian y no hizó nada.

—¿Amigos tuyos?—preguntó Regina mirándolos para después mirarme a mi—¿Por qué no los invitas a pasar?—¡Oh, no!—vamos chicos, entren. Quédense a cenar—pidió.

Maldita sea.

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