Capítulo 1 - La melodía.

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-Cada día eres mejor, y eso que eres una enana - Gimoteó mientras esquivaba una de mis patadas.
-"Las mejores fragancias se guardan en frascos pequeños" me dice mi padre - Mientras cubría un poco mi cara con los puños.
Jonathan, en un momento imprevisto, me hizo una llave y me tiró al suelo acabando yo con el pecho pegado al suelo y las manos a los costados, y él sentado sobre mis muslos y movilizando mis manos con las suyas.
-Pero si estás todo el día mirando a las musarañas nunca me ganarás - Se levantó de encima mía y fue a por una toalla para secarse el sudor.
Me senté - ¿Jonathan que hora es? - Mientras recuperaba el aliento.
-Las nueve y media - Alzó un poco la voz para que le escuchara desde la otra punta de la sala de entrenamiento - ¿Quieres que acabemos ya?
-Sí. Necesito una ducha urgente - Levanté del suelo y fui hacia donde él estaba.
-¿Nos vemos en la cena?
-No, no tengo mucha hambre...
-Pues pásate luego por mi habitación, vamos a jugar a las cartas Brian y yo. Vente.
-Vale. Nos vemos - Tomé mi mochila y me dispuse a salir de la sala, pero una mano se posó en mi hombro.
-¿Estás bien? Te noto muy nerviosa y estresada. Sé cuando algo no va bien y se posó la mano derecha sobre el corazón.
Simplemente aparté su mano de mi hombro y me fui.

Entré en mi cuarto y cerré la puerta con pestillo. No quiero que me molesten, a pesar de que son mi familia. Deslicé mi espalda por la puerta hasta acabar en el suelo.
¿Por qué no puedo encajar con mis compañeros?
Soy una cazadora de sombras e hija de un cazador de sombras, y probablemente de otra cazadora de sombras. Pero aun así la sangre de un cazador de sombras es dominante a la de resto de sangres.
Mi teléfono comenzó a vibrar encima de la cama perfectamente hecha. Levanté mi trasero del frío suelo y fui a por él. En la pantalla ponía Onee-chan. Descolgué.
-¿Qué pasa cara pasa?
-¡Ela! ¡Te necesito! - Me dijo entre sollozos.
-Este no es tu teléfono Moni, ¿y el tuyo?
-Se me cayó al suelo cuando estaba estudiando y se rompió...
-¡¿Pero tú como estudias?! ¡¿Haciendo malavares?!
-¡Qué vengas ahora mismo a mi habitación!
-No soy tu perro - Colgué y silencié el teléfono.

Después de pensar si en ir corriendo a la habitación de Moni o ducharme primero, me decidí por la segunda.
Me metí en el baño y me desnudé. Miré mi cuerpo en el espejo del lavabo. Todo lleno de runas, salvo la espalda. Mi cuerpo nunca había recibido bien las runas, me duelen mucho cuando estas son dibujadas. Por ese motivo dudo en si mi madre era una cazadora de sombras o un subterraneo, o a saber qué. Sin embargo, a pesar de que duelan, puedo tenerlas por todos lados menos en la espalda. Ahí duelen mucho y nada más dibujarlas de desvanecen. Nunca me ha gustado el hecho de ver al resto de mis compañeros con sus espaldas dibujadas, así que justo cuando cumplí dieciseis años mi padre me regaló un enorme tatuaje para la espalda, y de muchos de los que me proponían, elegí uno perfecto para alguien como yo.
Me metí dentro de la ducha y encendí el agua caliente. Al igual que el resto del mundo amo como el agua cae sobre mi piel y relaja mi cuerpo.

Termino y después de enrollar mi castaño cabello en una toalla, hago lo mismo con mi cuerpo. Rebusco en mi armario algo cómodo. Unos vaqueros negros elásticos y una sudaderadera negra en la que atrás ponía "ELA" en rosa fosforito. Me calcé unas playeras blancas y fui a desenredarme el cabello. Mi pelo siempre ha sido liso y muy fino, así que no tarde mucho y dejé que se secara solo.

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Narra Lorena
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-Moni tampoco es para tanto - La intenté calmar posando mis manos sobre sus hombros.
-¡¿Cómo qué no es para tanto?! ¡¿A tí también te gustaría que tu novio hiciera eso?! - Apartó mis manos con rabia.
-Bueno. En teoría, no sois novios. Así que... está en su derecho.
-¡Lorena Sophia Lewis! ¡¿Tú te haces llamar parabatai?!
-¡Fuiste tú quien me pidio que lo fuera y quien me ha llamado a grito pelado para que te consolara!¡Además te he dejado mi teléfono para que llamaras a Ela!¡Quién, por cierto, tiene su cuarto subiendo las escaleras!
-Ay, no me grites Lore...
-Perdón. Pero sabes que no puedes ponerte así. Tú y... - Justo llamaron a la puerta con dos pequeños golpecitos.
Me levanté y abrí la puerta. Tras ella estaba una chica bajita vestida de negro y con el pelo húmedo.
-¿Puedo entrar? - Preguntó tímidamente.
-¿Por qué siempre llamas? Somos primas - Me aparté de la puerta un poco e hice un gesto con la mano para que pasara.
-Por educación y respeto a la intimidad. A mí me gustaría que me trataran por igual.
-Eres igual que tu padre.
-¿Cuál es la "emergencia"? - Dijo poniendo comillas con los dedos de ambas manos.
Hice un gesto hacia la cama donde se encontraba la pequeña pelirroja sentada.
Ela se sentó con ella y escuchó atentamente su historia. Mientras Moni la contaba lo ocurrido me puse a observar fijamente a la otra joven. Era bajita pero no mucho, y siempre fue muy callada y reservada con aquellos en los que no confía. Su pelo se comenzaba a secar y estaba tomando un color claro y a ondularse ligeramente las puntas. Tanto ella como Moni me sacaban cerca de un año, aunque tenemos la misma edad. Ellas ya tienen diecisis años, mientras que a mí me falta todavía un mes para cumplirlos. Soy la menor de todos mis primos, pero la tercera más alta de los cinco.
-Chicas - Me miraron ambas perplejas - Vuelvo enseguida voy a por algo de beber - ¿Queréis algo? - Negaron y salí.

De vez en cuando me gusta estar sola. Mi madre siempre me define como una loba solitaria. Crucé el largo pasillo y llegué a la cocina. Allí se encontraban mi madre y mi tío Jace.
-Hola - Saludé con la mano.
-Hola cariño, ¿que haces? - Me dijo mi madre en tono cariñoso mientras metía una bandeja en el horno.
-Tenía sed - Tomé un vaso del armarito y lo llené de agua. Bebí -¿Falta mucho para la cena?
-En unos diez minutos podeis venir. Jace, pon la mesa.
-Jooooo. Izzy... Me da pereza.
-No seas vago. Hoy no has hecho nada.
-He estado con Clary y el Hermano Rafael recopilando información en la biblioteca todo el día. Necesito despejarme.
-¿Ocurre algo? - Pregunté confusa.
-Nada Lorena. Vuelve en un rato - Me contestó mi tío y obedecí.

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Narra Ela
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-Mónica, la verdad es que Lorena tiene razón. Vosotros en teoría nos sois novios.
-¿A no? ¿Y qué somos? - Me contestó vacilante.
-Pues primos - La dije bajito.
-Odio que digas eso. En realidad no somos primos. No tenemos nada de sangre en común. Mi padre es hermanastro de Izzy, por lo que ni Lorena ni Brian son mis primos. ¿Tiene algo de malo que me guste Brian?
-No no no. Para nada, solo que él, pues es él.
-No te entiendo Ela.
-Pues que, él tiene derecho a tontear con otras chicas y a besarse con ellas - Mientras enredaba un mechón entre mis dedos.
-¿El amor no es para mí?
-Ni para nadie Mónica. Como una vez nos dijo tu padre... "Amar es destruir, y ser amado es ser destruido" - Dijimos ambas a la vez.

Lorena entró en habitación.
-Ela. Ve a buscar a Clary para cenar. Está en la biblioteca. Nosotras ahora vamos a cenar.
-Eee. Vale - Me levanté y salí en dirección al lugar.

El Instituto estaba un poco frío y me encogí ante la reacción de mi cuerpo. Llamé a la puerta para no sorprender a nadie y entré.
-¿Se puede?
-Claro, pasa cielo. Ya hemos terminado por hoy - Me hizo un gesto Clary para que fuera con ella al escritorio.
Según iba abanzando me di cuenta de que no estábamos solas. Un Hermano Silencioso estaba en frente de ella, y sabía perfectamente quien era.
-Muchas gracias Hermano Rafael, puedes irte ya.
-"Clary, ya sabes que no es molestia ayudaros. Después de todo sois mi familia"
-¿Querías algo señorita? - Preguntó Clary mirando en
uno de los libros de magia negra que había sobre el antiguo escritorio de Hodge.
-La cena ya está. Deberías ir.
-Vale - Cerró el libro y se giró hacia mí - Os dejo intimidad - Se marchó.
Al escuchar el sonido de la puerta cerrarse dirigí mi mirada hacia el Hermano Silencioso. Nunca me habían agradado mucho, me daban miedo y me causaban incomodidad, pero con él me sentía bien. Era distinto al resto. Tenía un cabello color azabache que le caía sobre la frente y era muy cariñoso tanto con cazadores como con subterráneos. Cada vez que lo veo no puedo evitar pensar en la historia que me contó el tío Jace sobre un Hermano Silencioso que pudo ser invertido y volver a ser cazador. ¿Hermano Zacariah, quizás?
-No me has avisado de que habías venido. ¿Hay alguna razón? - Me crucé de brazos.
-"Estabas entrenando con tu parabarai. No quería interrumpir"
-Hacía mucho que no nos veíamos.
-"Lo sé. Pero últimamente estamos muy ocupados en la Ciudad de Hueso"
-¿Ocurre algo?
-"Es algo de lo que los más jóvenes aun no os podeis enterar"
-¿Al igual que lo de mi madre? Soy mayorcita ya.
-"Quiero que estés preparada..."
-Eres mi padre. Se supone que confías en mí. Siquiera me has contado porqué te metiste con los Hermanos Silenciosos en vez de criarme.
-"Confía en mí. Sabes que te quiero más que a nada en este mundo" - Posó una de sus manos sobre mi mejilla y la acarició. Sus manos eran suaves y jóvenes, por alguna razón estaban cálidas.
-Siempre confiaré en tí - Lo abracé y me devolvió el mismo.
-"Vé a cenar con los demás"
-No tengo hambre - Me aparté de sus brazos y me fui por donde había venido, pero esta vez directa a mi habitación. Me puse el pijama y me tiré sobre la cama con las luces apagadas, observando por la ventana la hermosa luna de Nueva York.
¿Tiene problemas con su pasado? No. Se lleva con los abuelos y con el resto de la familia. Siquiera me ha contado su verdadero nombre. Sé que es un Lightwood al igual que yo, pero, ¿qué le debió de pasar? Se que él y mamá me criaron hasta que tuve dos años, y nada más...
Pensando en todo ello me quedé dormida. Pero después de unas horas todo el Instituto estaba en silencio, excepto una melodía que venía de la biblioteca, la cual estaba casi al lado de mi cuarto. Me puse unas zaparillas y salí a investigar. Tenía un poco de frío ya que llevaba unos finos pantalones grises y una camiseta de manga corta rosa palo. Al salir de mi cuarto la melodía se escuchaba más aun. La puerta de la biblioteca estaba ligeramente abierta, y por ella salía luz. Abrí más la puerta y me relajé al ver una cabellera corta rubia tocando el piano. Me aproximé con cuidado hasta Jonathan, tratando de no desconcentrarle. Pero para mi suerte, justo cuando llegué al lado del piano una tabla crujió y la hermosa melodía cesó.
-¿Alejandra?

Cazadores de Sombras : Ciudad del Vacío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora