Número 5: Encender el fuego

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Creo que hay muchas maneras de interpretar la palabra fuego. En esta ocasión hablamos de encender la llama del conocimiento. Los jóvenes pierden el interés por ir a la escuela; no estoy segura qué pasó, es como si las nuevas generaciones no pueden ver la escuela como una divertida oportunidad, la ven como una obligación. Estamos en problemas, la motivación se marchita. Digamos que hay que empezar de cero: lo único que tenes es leña (tus alumnos), un par de piedras (tus herramientas) y tus conocimientos. Un par de chispas y ¡saz!, fuego encendido.

Esa fue la versión metafórica de lo que hicieron los profesores en aquel campamento.

Regresemos, entonces, a la información que estaba a punto de dar Rocío.

-¿Se acuerdan que hace mucho tiempo había una especie de parque de diversiones por acá?- continuó la joven.

-Pero la pista dice ''Diversión apagada''- advirtió Karen P.

-¿Será que tendremos que ir de noche?- preguntó Florencia R.

-No sabemos si sigue funcionando ese parque- dijo Rocío- Estoy segura de que se refiere a ese parque de diversiones, seguro ya dejó de funcionar, era deprimente, jaja.

Los chicos recordaban aquel aburrido parque, apenas tenían dudas de que Rocío esté en lo cierto. Además, no había tantas opciones. Así que decidieron caminar hasta aquel lugar. El viaje comenzó.

Muchos estaban muy enojados con los profesores, pensaban mil maneras de cobrar venganza en el momento en el que tuvieran a los docentes frente a frente; a otros no les importaba nada más que conseguir sus celulares.

-Tengo una duda interesante- dijo Gian- Es parque es algo... extenso, ¿a qué rincón tenemos que ir? ¿Y qué profesor nos está esperando ahí?

-A todos los rincones- dijo Gastón.

-¿Por qué te importa qué profesor es el primero?- preguntó Marcos.

-Rodrigo no es- analizó Gian- Solo sabemos eso. Depende quién sea..., se va a esconder en determinado lugar.

-Tenés razón, Gian- reconoció Yazmín.

-¿Y cómo vamos a saber quién está?- preguntó Layla.

-Yo les sugiero que primero vayan hasta allá..., y después lo vean- dijo un sujeto que ninguno de los 30 conocía.

Rodrigo prometió a los padres que un adulto siempre estaría vigilando a los chicos, y este sujeto era aquel adulto encargado de dicha tarea. Digamos que se trataba de un conocido de Rodrigo. El sujeto tenía un aspecto muy particular. A pesar del calor de aquella mañana, ese calor húmedo y pegajoso que le sigue a la lluvia, este tipo llevaba puesto sobre él muchos trapos y harapos que usaba como vestimenta, parecían todos sucios y estaban rotos; tenía una remera sobre la cabeza sujetada por una bincha hecha de un viejo cinto de cuero. En un pie calzaba una sandalia y en otro una zapatilla cuyo agujero dejaba que se vean sus dedos negros por la tierra. En su mano izquierda llevaba un guante verde y todos notaron que le faltaba un diente..., o lo tenía tan sucio que parecía un agujero. Caminaba con ayuda de un bastón..., aunque la verdad es que no necesitaba su ayuda, y sabemos esto porque los chicos cuentan que de vez en cuando usaba el bastón y luego se olvidaba de que lo tenía en la mano. Su cara estaba sucia y pretendía esconder parte de ella detrás de un parche en su ojo. Pero por alguna razón, aunque tenía toda aquella basura en su cuerpo, no olía mal. Su voz era tosca, grave, ronca; parecía forzada.

-¿Y usted de dónde salió?- preguntó Rocío.

-De mi madre- respondió el sujeto.

-¿Cómo es su nombre?- preguntó Maira.

Cómo sobrevivir a 5to SocialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora