Número 9: Orientarse

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Es muy fácil perderte, incluso si no es la primera vez que lidias con el terreno. Si no estás seguro de dónde estás parado, mejor no avances. Antes de cualquier movimiento, orientate. Nunca te olvides de dónde saliste, tus raíces crearon tu imagen; verifica estar en el camino correcto, vos elegís qué pasos dar; si tu meta ya está determinada solo te queda ir tras ella. Pero no podes hacer nada de esto si no te orientas previamente. ¿Conoces tus límites? ¿Conoces tu norte, sur, este y oeste? Deberías conocerlos...

Y hablando de caminos, retomemos la historia de los 30 alumnos.

Caminando detrás de una bandera-camisa al ritmo de un ukelele, Eros, Pitta, Gian y Gasti contaban su versión de la historia cuando se perdieron hacía un par de minutos en aquella vieja, fría y oscura mina. Por alguna razón, causaba mucha gracia aunque repetían y repetían acotaciones al respecto.

-Contarles eso me hace pensar, no sé por qué, en otra cuestión- dijo Gian- Les voy a dar una lección de vida. La escuela puede ser aburrida, pero puede que justo cuando vos faltas pase algo divertido. Por eso, conviene ir todos los días..., por las dudas.

-¿Viste cuando no? Bueno, sí- acotó Eros. A veces pienso que solo los chicos de su curso entendían a este joven...

Aún tenían recuerdos de cómo llegar a la cascada, los guiaba un instinto interno o quizá la memoria les marcaba el camino. Esta vez, la naturaleza iba con ellos, no contra ellos; había una suave brisa que acariciaba sus rostros y alimentaba sus narices del aroma más exquisito de todos. Mariposas daban vueltas por todos los rincones, mariposas majestuosamente grandes de vuelo glorioso. El trinar de las aves eran canciones pegajosas y coloridas. Y el sol atravesando las hojas de los arboles les recordaba aquellos días cuando las cosas no eran tan complicadas, cuando eran niños sin tantas responsabilidades, niños que solo querían jugar y descubrían el mundo entero jugando. Si nadie me hubiera dicho que esto sucedió en Valle ''El otro pozo'', estoy segura de que vos, como yo, pensarías que los chicos estuvieron caminando por los bosques de Narnia.

Mientras algunos cantaban o simplemente charlaban, Chapita narraba historias de su pasado que nadie las consideraba ciertas pero todos admiraban la imaginación y el sentido de narración que tenía aquel extraño sujeto. Hablaba sobre barcos piratas, o de cuando fue empleado de importantes presidentes de Argentina; también contaba sus días como cocinero en épocas de guerra, y todos los corazones rotos que había dejado en el camino.

-¿Y cómo conoció a Rodrigo?- preguntó Esmeralda, una de las que estaba escuchando sus fantásticas, míticas e increíblemente maravillosas historias.

-La vida nos unió- dijo Chapita.

-¿Quién es la vida?- bromeó Gian.

-Estudiamos juntos en la universidad- continuó Chapita- Yo también soy profesor.

-¿O sea que tienen la misma edad?- preguntó Jésica L., otra de las que estaba cerca escuchando al sujeto.

-No, yo soy mucho más grande que él- respondió Chapita.

-¿Cuántos años tiene usted?- preguntó Aneley.

-No sé, ya perdí la cuenta- respondió Chapita- Creo que los tengo todos.

Esmeralda, Jésica L., Aneley y Rosario se miraron entre ellas sin emitir palabra alguna pero diciendo mil cosas a la vez. El sujeto estaba cada segundo más perdido. Quizá sin él el viaje hubiera sido catorce veces más aburrido.

-Extrañaba este bosque- dijo Yazmín.

-Me encanta- respondió Rebeca- Y me da ideas para la recepción, este año nos toca prepararla para los chicos de 6to.

Cómo sobrevivir a 5to SocialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora