El resto de semanas pasaron llenas de nieve, alegría, y amor. Aquella pesadilla palideció bajo la luz de la vida tan plena que teníamos el uno junto al otro.
Antes de volver a Arendel, Elsa quiso hacer una visita sorpresa a su prima Rapunzel, la princesa de un reino cercano. Los padres de ambas solían verse cada año al llegar la fiesta de Las Luces Flotantes, compartiendo el dolor que la pérdida de Rapunzel había supuesto para ellos. Por una vez, Elsa quería disfrutar de sus calles y de sus gentes sin ser considerada La Reina de Arendel. Sobrevolamos la zona, siempre bañada en sol, viendo a los niños correr tras sus cometas, la guardia real patrullar a caballo, los jóvenes enamorados pasear por las calles...
Finalmente divisamos el enorme castillo. Elsa me dirigió una mirada y, sin necesidad de decir nada, supe lo que quería. "Entremos por el balcón." Sonreí ante su travesura, que obviamente había aprendido de mí.
Con Elsa aún en brazos, llegamos hasta el balcón que daba a la que ahora era la habitación de los príncipes. La dejé con cariño en el suelo, y esperé acuclillado sobre la amplia barandilla.
Elsa se acercó a la puerta y, soplando su aliento entre las puertas que daban a la habitación de su prima, dejó entrar una fría brisa y unos cuantos copos de nieve.
- ¿Nieve? - oímos que decía una voz femenina desde dentro, tan extrañada como alegre.
Elsa se escondió tras un pilar y me miró, conteniendo la risa, divertida. Yo reí junto a ella y, solo por seguirle el juego, me escondí también.
Rapunzel salió al exterior con su bello vestido púrpura. Extendió la mano, esperando recibir más copos, pero tan solo notó el calor del sol.
- ¿Cómo...?
Aún estaba tratando de comprender lo sucedido, cuando Elsa se lanzó sobre su espalda, abrazándola, y casi matándola del susto.
- ¡Ah!
- ¡Sorpresa, prima!
- ¿Elsa?
Rapunzel se dio la vuelta para encontrarse con Elsa. Sonrió, aliviada y feliz.
- ¡Elsa! – la abrazó con aún más fuerza. Ambas rieron, felices de poder estar juntas, algo que no solía suceder. – Pero, Elsa, ¿qué haces aquí? No sabía que ibas a venir.
- Ni quería que lo supieras, era un sorpresa.
- ¿Cómo es que nadie te ha visto ni me han avisado? ¿Cómo has llegado?
Elsa me miró conforme salía de mi escondrijo, tratando de ocultar una sonrisa.
- ...Volando...
Rapunzel alzó una ceja mientras esbozaba una sonrisa.
- Está bien, no me cuentes tu secretillo, si no quieres.
Ambas se rieron.
Y, justo en ese momento, ocurrió algo que me cambió la vida para siempre. Los ojos de Rapunzel se dirigieron, directos, allá donde Elsa había mirado hacía unos momentos.
- Pero al menos preséntamelo a él, ¿no?
Me señaló con un gesto. A mí.
Elsa me miró, tan estupefacta como yo. Nos quedamos mudos. Era imposible. Imposible.
La sonrisa de Rapunzel se desvaneció poco a poco. Su mirada pasaba del uno al otro, asustada y sin comprender.
- ¿Q-Qué pasa? ¿He hecho mal en preguntar...?
Lentamente, una sonrisa se fue formando en el rostro de mi amada. También yo comencé a sonreír, aunque me temblaba todo el cuerpo de pura sorpresa y miedo. ¿Y si tan solo lo estaba soñando? No podía ser real...
Elsa no pudo contenerse más y comenzó a llorar de alegría. Sus risas se mezclaban con sollozos. Quiso correr hacia mí, pero le fallaron las fuerzas y se quedó donde estaba, cubriéndose el rostro. También yo comencé a reírme. Estaba ocurriendo. ¡Estaba ocurriendo de verdad! Unas lágrimas cayeron por mi rostro. Volé hacia Elsa y la abracé, cubriéndola a besos.
- Lo hemos conseguido, Elsa... ¡Lo hemos conseguido!
- Sí, Jack... Sí...
Rapunzel nos miraba, espantada.
- Perdón, yo... No quería ofender. Lo siento mucho.
Se abrazó a sí misma, sintiéndose culpable. Yo le sonreí con toda la felicidad del mundo.
Había visto a Rapunzel otras veces, pero ella nunca me había logrado ver a mí. De modo que sabía que no era porque poseyera poderes sobrenaturales o algo parecido: si podía verme ahora era porque, después de todo, la luna sí que me había escuchado aquella noche.
Cuando Elsa se hubo recompuesto, sonrió también a su prima hermana y la abrazó una vez más.
- ¡Rapunzel! ¡Oh, Rapunzel! ¿De verdad puedes verle? ¿De verdad puedes ver a Jack?
Rapunzel se había quedado petrificada. No comprendía nada. Se me quedó mirando, sin pestañear.
- Pues... claro. Em... ¿Qué es lo que pasa?
Elsa se echó a reír y la cubrió de besos, exultante de alegría. Rapunzel, pese a estar confusa, se contagió de su alegría y la abrazó, uniéndose a sus risas.
- Rapunzel, te presento a Jack.
Ambos nos sonreímos y nos dimos la mano.
- Es mi marido. – añadió Elsa.
Los ojos de Rapunzel se abrieron de par en par. Su mirada pasó del uno al otro repetidas veces.
- Elsa, ¡no lo sabía! ¿Por qué no me lo dijisteis?
- En realidad eres la primera en saberlo. –añadió.
Vi que Elsa se debatía entre contarle mi pasado o no, de modo que le eché una mano. No era algo que pudiera ni quisiera evitar u olvidar, de modo que no tenía sentido ocultarlo.
- Rapunzel, mi nombre completo es Jack Escarcha. Soy el espíritu del invierno.
Por un momento, Rapunzel pareció incrédula, pero entonces percibió el bastón que sostuve ante sus ojos, vio mi pelo blanquecino, mi atuendo, y mis ojos helados. Su boca se quedó abierta de par en par.
- ¿Jack... Escarcha?
Asentí, complacido ante su reacción. De forma impulsiva, extendió su mano para tocarme, suspicaz. Noté su cálida piel, y ella retrajo sus dedos rápidamente.
- Guau, realmente eres Jack Escarcha. ¡Estás helado!
Elsa y yo nos miramos el uno al otro y reímos. Estábamos acostumbrados a esa reacción.
- Pero, ¡es imposible! – añadió.
- Al contrario, ya lo creo que es posible. ¿Cómo sino piensas que llega el invierno cada año a tu reino, y al resto del mundo? Desde luego, no es por casualidad. Lo imposible es que tú me veas. Es...
- Es un milagro. – completó Elsa, sosteniéndome la mano con ternura.
Rapunzel nos contempló juntos, y su sonrisa se volvió tierna. Abrió la boca para decir algo pero, en ese momento, oímos una voz masculina que la llamaba. La reconocí. Era Eugene. Sonreí para mis adentros. Esto iba a ser divertido.
- ¿Rapunzel?
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Hay cosas que nunca cambian
FanficLa historia de Jack Frost y Elsa desde su boda hasta el mundo moderno. El amor no siempre es fácil, y menos aún cuando tienes por enemigos al tiempo y al rey del miedo...