El sótano

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Mi corazón simplemente quería detenerse. Estaba tan confundido que comencé a marearme, podría ser una asesina, podría ser mi último momento de vida, todo podía pasar en ese momento. 

-Mira, mis intenciones no son lastimarte -susurró.

Caminó al rededor de mí mientras tocaba mi hombro, suspirando. 

-Bueno, no aún -añadió- eres valiente, pero inútil. Pobre chico, su padre está perdido y la mejor manera para él fue jugar a ser un detective, ¿Encontraste lo que buscabas? 

¿Cómo sabes que mi padre está perdido?. 

Alexandra caminó hacia la escalera, encendió un interruptor y todas las luces nos iluminaron. Cerré los ojos por un instante, enfoqué el lugar después de unos segundos, miré al rededor, en una de las paredes había un cuadro dorado enorme. Me resulta familiar... 

-Supongo que nunca te hablaron de mí, luces desconcertado. No te preocupes cariño, yo te lo explicaré. 

Justo unos segundos después de acabar su frase escuché que sujetaba algo de el suelo. No tuve oportunidad para mirarla, sentí un golpe en medio de la barbilla, perdí la noción de el tiempo. 

_                                                                                                                                                                                           _ 

Desperté con un dolor punzante muy fuerte en la quijada, seguía en el mismo lugar, la única diferencia es que ahora todo estaba en orden. Los papeles, los ordenadores, a excepción de las ventanas, algunas seguían rotas y otras cubiertas por madera. En mi primer intento de ponerme de pie, sentí algo sujetándome desde mi lugar. Estaba amarrado al mismo, mis pies lo estaban también, busqué a Alexandra con la mirada, no se oía nada, ni una pista. 

Estuve al rededor de cinco minutos buscando a por ella, cuando escuché de nuevo sus pisadas. 

-Bien, bello durmiente. Temía que mi golpe resultara letal. 

Volteó bruscamente la silla de modo que mi panorama fueran escritorios y ordenadores. 

-Te explicaré. Tu padre y yo nos conocimos también aquí. Él y yo ayudamos en la fundación de muchos proyectos. Éramos un equipo inigualable hasta que conocimos a tu -su tono de voz se volvió amargo- a tu preciada madre. Al principio éramos grandes amigos, los tres complementábamos cada proyecto.

-Mamá dijo que ella y mi padre se conocieron en una entrevista de trabajo para este sitio.

-Todo lo que hace una madre para no decepcionar un hijo. En fin, Eliot, déjame terminar. Tus padres comenzaron a salir a espaldas mías, nada formal aún, según ellos ''asuntos de la oficina'', meses más tarde me casé con tu padre. Él y Nora (mamá) dejaron de hablar muchos años, la empresa entró en quiebra. Poco a poco perdimos empleados, Nora se fue también. Empezamos otro negocio, uno pequeño. Un día tu padre salió, tardó días en volver. A su retorno le di la ''gran noticia'' estábamos esperando a una hermosa bebé. No le emocionó -su voz comenzó a quebrarse- me encerró, Eliot.

-¿Por qué habría de creerte? -insistí. 

-Me encerró en un sótano seis años. Los suficientes para que al menos tu hermana creciera y pudieran cambiarse de domicilio. Poco antes de irse me dejó ir, ¿Puedes creerlo?, di a luz en un sótano.

-¿Cómo se llama ella? -pregunté brúscamente.

-¿Y por qué habría de decirte?. Tu familia no es como tú piensas Eliot. Le advertí que un día mi venganza retornaría. 

-¿Qué le hiciste?

-Oh no, no Eliot. Yo no he hecho nada, que es la mejor parte de todo. Que no tuve que hacer nada para su pérdida. 

-Tienes que ver, deja de actuar como si no supieras nada.

-Sólo me enteré de que estaba perdido. Y me alegro, ojalá se pudra en un sótano al igual que esos años que perdí. 

-Di lo que quieras, Alexandra. No pienso creer ni una palabra de lo que dices. 

-Yo sé que no lo haces. Pero lo harás. 

Sacó de su bolsa un papel doblado. 

-Por esta ocasión, te dejaré ir. Sabes las consecuencias si dices algo sobre esto. Ve ahí, fue donde me tuvo viviendo esos años.

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Desperté nuevamente en la misma silla, esta vez desamarrado. Alexandra ya no estaba, sólo un papel en el suelo con la dirección que me dio. 

No sabía si era una trampa o realmente había una pista para mí ahí, aunque no podía pensarlo mucho, no es que tuviera todo el tiempo de el mundo. 

Salí de el edificio de la manera más prudente que encontré, aún había luz en el día para buscar una pista más. Subí al auto y manejé hasta la dirección que Alexandra me dio. Sabía que estaba cerca cuando el lugar comenzó a ponerse feo, entré a un ''barrio'', todo estaba descuidado, aparentaba estar vacío. Miré nuevamente la hoja para asegurarme que estaba en el domicilio correcto, y sí. Lo estaba.

Bajé de el auto y analicé durante unos segundos la casa que tenía en frente. La cerradura no estaba forzada, para ser sincero estaba en muy buen estado aquel hogar. 

Sin más, entré. Traté de encender un interruptor que tenía cerca, pero fue inútil. Prendí el flash de mi celular, aunque realmente no era muy necesario, no era tan tarde y el sol aún entraba por las ventanas. El basement estaba casi junto a la puerta principal, la primera planta no tenía muchos muebles o adornos.  Todo en orden, no habían pistas sobre los antiguos o recientes dueños de la casa. 

Bajé al basement, se veía claramente que la puerta había sido forzada por alguien, el cuarto producía un olor simplemente indescriptible. El silencio que rondaba en la zona me producía una sensación bastante extraña. Al bajar el último escalón y tocar la losa, mis zapatos producieron un sonido peculiar al hacer contacto con el suelo. Estaba mojado. 

Seguí avanzando, habían marcas en las paredes con lo que parecía ser... ¿Sangre?, ugh. En una de las paredes estaban escritos los días que Alexandra estuvo encerrada. Cinco años y cuatro meses. Sinceramente seguía dudando si lo que me dijo es verdad. No puedo creer que mi padre hiciera algo así. Inclusive encontré un especie de diario. 

Me parecía muy arriesgado seguir ahí. Aparte, no tenía sentido seguir buscando. Seguramente la respuesta que estoy buscando está escrita en ese diario. 

Caminé a las escaleras de nuevo, cuando accidentalente resvalé. 

-¡Joder! -grité.

Mi voz hizo eco en la habitación. Me paré cuidadosamente, tomé mi celular y seguí avanzando.

Antes de poder subir las escaleras alguien cerró la puerta. Una voz desde el otro lado de la puerta rió.

-Sabía que vendrías, tardaste un poco. Pero lo importante es que estás aquí.

Alexandra...

-Bueno, contigo aquí encerrado me das tiempo para moverme de ciudad... Hagamos esto más divertido.

-Alexandra, no sé qué te he hecho yo, pero lo que sea que haya sido, ¡Perdón! -grité, sintiéndome humillado.

-Oh no, no, Eliot, no soy Alexandra. 

Carajo.

-¿Y quién eres?

-Descúbreme. 

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⏰ Última actualización: Apr 25, 2016 ⏰

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