Aish, acá otro capítulo chicas, espero no se molesten porque me tardo mucho en actualizar (??) :'(
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Ya había entrado a casa después de despedirme de Saiko de aquella extraña manera. Al entrar me encontré con la gran sorpresa de que mis hermanos estaban ahí parados como estatuas con sus sonrisas bastante maliciosas, trague fuerte sabiendo lo que se aproximaba así que dejé caer mi mochila de un lado y quitarme los zapatos. Conté hasta tres mentalmente y en un impulso me dispuse a correr hacia mi habitación esquivando en el proceso a mis dos hermanos.
Siempre era así, cuando esos dos querían saber algo yo me les escapaba de esta forma tan ridícula pero era eso o que ellos me bombardearán con un sin fin de preguntas estúpidas o vergonzosas.
- ¡Min Jung! ¡Regresa aquí!.- Escuche la voz de mi hermano mayor llamándome por mi nombre coreano a mis espaldas.
No me importó y sólo subí las escaleras que daban al segundo piso de la casa, sólo quería llegar a mi habitación, encerrarme ahí y no volver a salir nunca jamás. Corrí por el pasillo hasta que divisé la puerta de mi habitación, así que sin pensármelo dos veces la abrí, entre y después cerré de golpe colocando el seguro en el proceso.
Me había escapado de las garras de esos dos, por lo menos sabía que no entrarían a mi habitación si tenía el seguro. Suspire pesadamente y masajee mis sienes mientras caminaba hasta mi cama, me tire en esta y observé el techo de la habitación, pesando y procesando todo lo que había sucedido hoy. Fue el día más extraño de mi vida sobretodo por ese beso con Saiko.
- Aigo, si sigo así voy a perder la poca maldita cordura que tengo.- Susurré en coreano mientras negaba suavemente con mi cabeza.
Me levanté un poco y dirigí mi mirada azulina hacia mi mesita de noche, ahí, al lado del reloj que servía como despertador estaba una foto no tan familiar; sólo estábamos Papá, Ryū, yo y mi mamá. Una mujer de largos cabellos negros y ojos de color miel, ella había muerto cuando nació Haruko pero antes de eso le dio su nombre coreano, así como a Ryū y a mi. No sabía, pero ver esa fotografía me traía recuerdos bastante agradables, como las veces que íbamos a Corea del Sur -Mi país de origen- o cuando nos íbamos de viaje a Gales a visitar a unos buenos amigos de mis padres.
- Omma, no sabes cuánto te extraño.- En ese momento me sentía como si fuese nuevamente aquella niña pequeña, la que reía y era bastante tímida con los demás, la que veía a su madre con mucha devoción, la niña que quería ser nuevamente y que dejara de ser un hombre, como ahora lo soy.
No sé en qué momento paso, pero ya no pude ver más, me había quedado dormido con la fotografía tan poco familiar presionada contra mi pecho.
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Casa Kurosaki, 7:30 A.M
El ruido que emitía el despertador era realmente insoportable, no quería levantarme aún así que asome mi cabeza por debajo de las sábanas y mire la hora. Aún era temprano y mi cita con Saiko era hasta las 11:00 A.M, me di media vuelta en la cama dispuesto a dormir otra vez hasta que sentí algo debajo de mi pecho, me levanté bruscamente y mire hacia abajo desconcertado, ahí se encontraban lo que hace un par de días habían perdido, si mis grandes melones, como solía decirle mi ex novio.
- ¿Pero qué...?.- Murmure mientras me llevaba las manos hacia esas dos cosas grandes que estaban en mi pecho.
Se sentían tan reales como se veían, me levanté de la cama de un salto y me fui directamente hacia el espejo que se encontraba en mi habitación. Volvía a tener esa figura de mujer, caderas no muy anchas, una cintura bastante estrecha, pechos que parecían melones y mi cabello volvía a ser largo de nuevo.
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¡¿Pero qué...?! ¡Soy un hombre! (Yaoi)
FanfictionHiroko Kurosaki, era una chica de 16 años con una vida normal y sencilla. Hasta que un día como cualquiera despertó siendo un atractivo chico. Ahora tendrá que ser acosado por un joven llamado Takuma Inusuka y defendido por su mejor amigo, Saiko Han...