8. Visitas Inesperadas.~

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Ajdlelsks, aquí estoy otra vez con un nuevo capítulo. Disfrutenlo y no olviden dar me gusta o comentar, me ayudarían mucho chicos y chicas ;-;

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Los veía reír y bromear entre ellos, esto de ser ignorado ya no me esta gustando así que tome un poco de valor y me levante de mi puesto, recogiendo mi mochila y tomando el vaso con gaseosa. Le eche una mirada de completa indiferencia a Saiko y sin decir nada más me fui de aquel local sin importarme los llamados de él a mis espaldas, me sentía pésimo y un poco molesto por lo cual lo mejor era que me regresara a casa inmediatamente, encerrarme en mi habitación y no saber nada de nada. Las calles aún seguían pobladas de personas, el sol ya se había ocultado dando paso a la luna y a sus fieles amigas las estrellas, no me quejaba del clima, es más, era completamente perfecto y así me ayudaba a pensar muchas cosas. Últimamente mi mente estaba hecha un completo desastre, con Saiko y otras cosas más en ella, mientras caminaba pude notar a varias parejas por las calles o algunas que otra tiendas, se veían tan felices y fue ahí cuando caí en cuenta de que quería andar así con cierto castaño.

— Que idiota.— Dije ladeando mi cabeza un poco y gruñendo por lo bajo. Si, sentía un poco de envidia por esas personas.

Al cabo de un tiempo ya me encontraba en casa, frente a la puerta y dudando de si debía entrar, suspire e introduje las llaves en la cerradura y después de un pequeño ruido la puerta cedió. Me quite los zapatos y por fin ya estaba dentro, ahí era más cálido que afuera y me disgustaba un poco ya que amaba el clima frío pero no era de importante ahora.

La casa como siempre estaba sola o eso era lo que yo pensaba, pues cuando estaba a punto de poner un pie en la sala algo me salto encima o mejor dicho una persona me cayo encima. Mis ojos se abrieron como platos y mire a mi alrededor buscando una respuesta, hasta que mi mirada se poso sobre un fino rostro, de delicadas facciones.

— ¡Hiiro, haz regresado!.— Grito y en ese instante reconocí su voz. Era voz tan calmada y pausada solo podía pertenecer a mi hermana mayor.

La mire por un par de minutos. Sus cabellos castaños ahora tenían en las puntas un poco de color rojizo y sus ojos grises tenían debajo un par de ojeras, me imagino que a causa de la falta de sueño. Luego de mirarla por un rato por fin me la quite de encima, haciéndola hacia un lado para poder incorporarme mejor, la caía me había dolido un poco así que me sobe la espalda disimuladamente y suspire para luego hablar con cierto reproche.

— Mihai, ¿No te e dicho que no te me tires de esa forma?.

— Lo siento...— Bajo la cabeza algo apenada y noté el cráneo humano que estaba a un par de centímetros de ella.— No pude controlarme, hermanito.

— No te preocupes, creo que ya estoy acostumbrado a que siempre que me veas hagas esto.

— ¿De verdad?.

— Si, de verdad.

— ¡Woaaa! ¡Pero si es nuestra hermana mayor!.

El grito de Haruko se escucho desde la entrada de la sala y al mismo tiempo esta dejo caer sus cosas de la escuela, su expresión era para morirse de la risa pues sus ojos estaban bien abiertos a igual que su boca. Luego de unos instantes de estar así corrió hasta Mihai y se le tiro encima, abrazandola como si ella fuera un oso de peluche.

— ¿Por que regresaste de Rumanía?.— Me atrevi a preguntar y solo vi como la expresión neutral desaparecía por completo del rostro de mi hermana.

— Mi padre... Mi padre a muerto, no tenia a donde ir después de su muerte así que llame al señor Kurosaki y el me dijo que tomase un vuelo para acá, me quedaré a vivir un buen tiempo en Japón.— Por el tono de su voz, supuse que estaba por quebrarse así que decidí cambiar un poco la conversación.

¡¿Pero qué...?! ¡Soy un hombre! (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora