"¿Por qué todos creen que soy gay?"
Esa fue mi tercera pregunta, con unos doce años, recién acababa de entrar a la secundaria. En cuanto mis compañeros vieron a mis padres, estuvieron riéndose de mí diciendo que yo era homosexual, algo que no era cierto. En sí, el que me llamasen así no me parecía ofensivo, pero lo que dañaba era la forma en la que actuaban por ello. Mis "amigos" se alejaban de mí por miedo a los demás, excepto uno... ahí vi quiénes eran mis verdaderos amigos y quienes no.
—¿Te molestan en el instituto? —preguntó papá Christian con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho, bastante molesto por ello.
—Solo... me dicen eso, no han llegado a nada —respondí con tristeza, a pesar de que lo que había dicho era casi cierto.
—Vamos, ven aquí —me dijo papá David atrayéndome hacia él y abrazándome con fuerza. Sus abrazos siempre eran muy cálidos, de esos que solo te lo pueden dar tus padres y que curan casi cualquier herida. Le devolví el gesto, sintiéndome mejor.
—Creo que... es hora de contar otra historia —sonrió Christian, haciendo que ambos le mirásemos.
—Sí, creo que sí —afirmó David acercándose a él y dándole un beso en la mejilla. Mis labios se curvaron en una sonrisa al ver aquello, siempre me había gustado el cariño con el que se trataban...
—¡Una de vuestras historias! ¡Vamos, vamos! —exclamé emocionado, hacía mucho que no contaban una.
—Bueno, bueno... ¿qué se te ocurre, amor? —le preguntó Christian a su marido, sentándose en el sofá del salón conmigo a su lado.
—Vamos a ver... —dijo pensativo, sentándose a mi izquierda, sonriendo finalmente —. ¡Ya sé! ¡Nosotros somos colores!
—¿Colores?
—Sí, veréis, os voy a contar la historia de mi amigo Gris —se le veía muy emocionado por ello, a lo que esperamos que continuase, acomodándonos en el asiento —. Érase una vez, un color al que no querían reconocerlo como tal. Sus padres eran Blanco y Negro, y de ellos dos salió él. La gente decía que Gris (al que no se le conocía por ese nombre aún) no era un verdadero color, sino que era un negro muy claro, o un blanco muy sucio. Siempre le relacionaban con sus padres, no querían ver que él era un nuevo color, el cual era diferente a ellos. Pero, con el paso del tiempo y Gris haciendo caso omiso de las habladurías, los demás empezaron a ver que realmente él no era ni negro ni blanco, y se le bautizó con aquel nombre: Gris. La combinación de colores nos dan un nuevo color, eso es lo que aprendieron todos.
—Cómo se nota que eres un artista —rio papá Christian con alegría, contagiándome la risa.
—¡Oye! —se quejó él cruzándose de brazos, haciéndose el ofendido.
—Pues a mí me ha gustado mucho —sonreí, provocando que David le sacase la lengua al otro a modo de burla por mis palabras.
—Y eso es lo que importa —dijo Christian levantándose y besando mi frente con cariño —. Tú eres un nuevo color, distinto a los demás. Ahora solo tienes que hacérselo saber a todos.
Yo asentí a modo de respuesta.
—Vamos a ver... somos pingüinos, Camellias, y ahora también colores —rio David enumerando con sus dedos, recordando los otros cuentos anteriores.
—¡Sí! ¡Y seremos más cosas! ¿Verdad? —exclamé emocionado, mirando a ambos.
—¡Pues claro! ¿Acaso lo dudabas, pequeño? —habló Christian revolviéndome el pelo.
—¡Oye! ¡Qué ya no soy pequeño!
—Aún te queda un poco, pero no tengas prisas. Al fin y al cabo, estás empezando a descubrir el mundo.
—Bueno, creo que es hora de irse a la cama, ¿no creéis? Ya son las diez y media —dijo papá David levantándose.
—¡Aún es temprano! —me quejé sin moverme del sitio.
—Mañana tienes instituto, así que hay que irse a dormir. Si mañana te quedas dormido, no será nuestra culpa —advirtió mirándome con sus ojos verdes. Yo bufé, mostrando mi resignación y levantándome.
—Buenas noches —se despidió Christian con una sonrisa y dándome un beso en la mejilla, a lo que David le imitó.
Salí del salón y me quedé un momento parado allí, escuchándoles hablar.
—No quiero que le pase algo parecido a ti —habló con preocupación David. Escuché el sonido de un beso en los labios, seguidamente de un par de pasos rápidos, como si le hubiese atraído hacia él de repente.
—Tranquilo, no pasará, mi amor. Él nos tiene a nosotros. Además, aún tiene amigos, los vi el otro día con él —le tranquilizó papá Christian. Y era cierto lo que había dicho, aún me quedaba un amigo, además de que un par de personas más se empezaron a juntar conmigo últimamente.
—Solo...
—Lo sé, mi amor, lo sé... y sé también que estás pensando en aquello de hace años, pero eso no pasará nunca más. —La voz de él era muy cálida, tanto como los abrazos de David.
—Eso espero...
Después de aquello, me fui a mi habitación y estuve gran parte de la noche dando vueltas por la cama, pensando en aquella conversación.
Los días que le siguieron los pasé ignorando a la gente que se reía de mí, siguiendo los consejos de mis padres. Ciertamente, después de un tiempo todo aquello se redujo, aunque no desapareció. Pero fue todo un alivio.
Espero que os haya gustado mi tercera pregunta e incluso os pueda ayudar en algo.
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Recuerdos de mi infancia #TuFamiliaCuenta2016
Short StoryLa familia no se elige, eso ya lo sabemos todos. Y el deber de ella es cuidarte y protegerte. Da igual si eres hijo único o tienes cinco hermanos, si solo tienes una mamá o un papá, si tienes dos mamás o... dos papás, como era mi caso. Da igual las...