Capítulo 9

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Louis gimió silenciosamente para sí mismo mientras Harry prácticamente brincaba a través de la habitación hacia la mesita en la esquina. No podía creer lo jodidamente sexy que eran los brincos del hombrecito, o su ingenuidad.

Harry realmente no sabía nada del mundo. Ni siquiera sabía lo que era una refrigeradora. Tenía mucho que aprender, y parecía que Louis iba a tener que ser el que le enseñara. Oh hombre, el pobre estaba condenado.

Louis terminó agarrando las cosas que iba a necesitar para los huevos revueltos de la nevera. Golpeó la puerta con la cadera y la cerró, luego se acercó a donde el joven estaba sentado, comiendo alegremente otro trozo de sandía.

En el instante que estuvo a su alcance, Harry le tendió otro trozo. Louis lo tomó, no porque amara la sandía, sino porque el chico parecía preocupado de que comiera. En realidad era un poco refrescante tener a alguien preocupándose por él, y un poco extraño. No estaba acostumbrado a eso.

-Hay un truco para hacer buenos huevos, Harry -le dijo Louis mientras comenzaba a cascar los huevos en un bol. Cuando ya había añadido varios huevos, cogió un tenedor y comenzó a batirlos-. Si los bates demasiado rápido, no cogen volumen. Si los bates demasiado lento, no se mezclan adecuadamente.

El jovencito parecía ver lo que Louis estaba haciendo con gran atención, asintiendo como si entendiera pero él sabía que no era así. Le entregó el bol y el tenedor. -Ten, hazlo.

-¿Yo, Amo?

-Sí, tú. -Louis sonrió-. ¿Cómo vas a aprender si no lo intentas por ti mismo?

Harry pareció un poco indeciso al alcanzar el bol y luego el tenedor. Siguió lanzándole preocupadas miradas mientras comenzaba a batir el tenedor en el cuenco. Después de un momento, su lengua salió de entre sus labios, y su concentración se centró en lo que estaba haciendo.

Era absolutamente adorable.

-Ahora -dijo Louis una vez que los huevos habían sido suficientemente batidos-, los cocinamos en una sartén -agarró el bol de las manos del chico, y se dirigió hacia la cocina-. Trae el queso, Harry.

Louis estaba a medio camino a través del cuarto antes de darse cuenta de que Harry no estaba junto a él. Miró hacia atrás para verlo mirando a los artículos de la mesa con desconcierto.

-La pequeña bolsa con pequeñas tiras de color naranja.

Dios, Harry no sabía ni como se veía el queso rallado. Louis iba a necesitar ayuda. No había manera de que pudiera hacer esto por su cuenta. No creía que el jovencito fuera tonto ni mucho menos. No conocía nada. Era como si hubiera crecido en una burbuja.

«O en una jaula».

Louis dejó el cuenco sobre el mostrador y tomó una sartén pequeña, justo cuando Harry se acercó con la bolsa de queso rallado. Dejó caer un poco de mantequilla en la sartén y esperó a que se calentara.

Sonrió cuando vio al chico girando la bolsa de queso una y otra vez en sus manos, mirando a través del plástico transparente. -El queso viene en muchas formas, Harry. A veces en forma de bloque, otras viene desmenuzado en trozos pequeños.

Louis le mostró como abrir la bolsa, luego se la tendió. - Mete tu mano en el interior y prueba un poco.

El asombro que se apoderó de la cara de Harry mientras comía el queso rallado casi rompió el corazón de Louis. Era solo queso. No debería sentir tal maravilla por algo tan simple, algo que todos dan por sentado. En realidad él lo hacía, pero quizás dejaría de hacerlo ahora.

La sorpresa que mostraba el joven por todo, le hacía pensar que tal vez él tampoco había conocido el mundo real. Obviamente Harry tenía muchas cosas que experimentar. Y Louis se sorprendió al darse cuenta de que quería ser el que se las mostrara al hombrecillo.

El placer de Harry - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora