Cada gota helada caía sobre mi, resbalándose por mi frente como una fria caricia, las grandes ráfagas de viento se sentían como sables que se clavaban en mi espalda, el frío causaba dolor en mis huesos, tanto que empecé a temer que estos se estuviesen rompiendo. Las cadenas de hierro me tenían atado en centro del poliedro, así que no era una opción huir, mis pies estaban tornándose violeta, y no era por la suciedad del suelo.
Las personas en las gradas vestían elegantes, mujeres con enormes vestidos dignos de la realeza, y se cubrían de la lluvia con paraguas de lino y encaje, los hombres con sacos brillantes y relucientes, usaban binoculares de plata y oro. Todos esperaban con ansias el "espectáculo"... por fortuna para ellos y desgracia para mi, ya comenzaba el show, el presentador se acercaba en la plataforma flotante a mi, su traje era plateado con un acabado nacarado, que combina con su bastón y su sombrero de copa. Cuando el altavoz terminó de aparecer frente a sus labios, como una sierra afilada, su voz empezó a resonar en las gradas.
-Damas y caballeros, niñas y niños de todas las edades, hoy verán por primera vez lo que los subterráneos nos han ocultado, nunca los ojos humanos había presenciado tal repugnante criatura, tan espeluznante fenómeno -una vez terminó la frase, otra plataforma empezó a descender hasta aterrizar justo a un metro adelante de mi, ahí estaba otro chico encadenado, sin ropa, con cicatrices punzantes en su pálida espalda-. Estos chicos no son lo que parecen, les advierto que no son nada agradables... Será normal que les genere náuseas.
La máquina de la cual salían las cadenas que me ataban al suelo empezó a girar, lo que quería decir que las cadenas ahora eran más largas y podía empezar a caminar... Intenté levantarme, pero mis piernas fallaron, pesadamente caí de lado al suelo sobre mis cadenas, el dolor me hizo gritar, y de forma automática el público empezó a reírse de mi. Me levanté de nuevo, esta vez logré sostener mi peso, y cuando di un paso, el dolor me hizo desistir y de forma apresurada mi barbilla se estrelló en el suelo.
-no llores, Henry, levántate y sigue con el show -dijo el presentador, su sonrisa afilada cortaba mis ganas seguir, me llenaba de furia.
-Henry -oír su voz me hizo temblar al instante, volteé hacia la plataforma más pequeña, y vi aquel chico, luchando por levantarse, mi alma se quebraba cada segundo al presenciar la imagen.
-Gheorghe... -mi voz se quebró.
Me levanté, y por un par de segundos el dolor había desaparecido, una vez estuve a su lado no pude contenerme, lo besé sin control, sus labios, al igual que los mios, sabían a sangre y a tierra, pero podría ser lo mejor que me había pasado esa semana... La reacción del público fue algo aterrador, los niños que podía escuchar gritaban y lloraban horrorizados, los mayores solo veían mientras hacían gestos de asco, ruidos a de queja.
-no, no están alucinando, lo que ven es real -apenas prestaba atención a lo que el presentador decía-, ¿no les gustaría que estos pecadores, sufran?, son unas bestias ¿no es así?
Cuando el público hizo ruido, las cadenas empezaron a tirar de mi cuerpo, en un momento besaba a Gheorghe y en otro, besaba el suelo, extrañamente el sabor fue el mismo. Levanté mi rostro buscándolo... Y vi como la plataforma flotante del presentador se acercaba a Gheorghe. El hombre de traje alzó su brazo izquierdo, y ahí se materializó un látigo, aparentemente era metálico... El grito de Gheorghe fue gutural, el látigo volvió a subir escurriendo sangre, por lo cual intenté correr hacia el, pero las cadenas me recordaron lo inútil que era la idea.
-¡no! -grité- ¡déjalo, no le hagas daño!
El público estaba riéndose de mi, me señalaba, me mostraban su desprecio. No podía entenderlos, mi corazón estaba lleno de furia.
-tranquilo Henry, no lastimaré más a Gheorghe -su mirada maliciosa me hizo quedar petrificado-. Después de todo, lo bueno de amar, es compartir -su plataforma se acercó a mi, el látigo estuvo a punto de darme en rostro, pero me logré esquivarlo-. ¡maldito!
El presentador se bajó de la plataforma lleno de furia, su rostro se tornó rojizo al instante... Su boca dejaba salir gritos bestiales. Estando en frente de mi, no pude hacer más nada que cerrar los ojos, y fue entonces cuando empezó darme golpes hasta que todo se oscureció.
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Espero les guste, es diferente a lo que hago normalmente, pero me agradó y decidí compartirlo.
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Cadenas y grilletes
Short StoryQue las luces estén perfectas. Sonreírle al público. Aguantar el dolor. Que comience el espectáculo. Espero lo disfruten.