III

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   Gheorghe y yo nos conocimos en la carnicería de nuestro pueblo, mi madre me había encargado comprar patas de cerdo, y el dueño de la carnicería era su padre, él atendía con dificultad los pedidos de la gente, ya que no era muy bueno destripando animales... El parecía un chico común cuando le conocí, tal vez un poco más delicado que otros, lo cual me parecía adorable y ciertamente no sabía la razón exacta.

—¿que necesitas? —había preguntado él con demasiada timidez, apenas y miaraba mi rostro...

—¿Henry? —La voz grave de Danilo me sacó de mis pensamientos. Danilo era el seudo enfermero, aunque estaba seguro que Danilo sabía de enfermería lo mismo que el presentador y su nauseabundo público sabían de justicia, no obstante, éste chico parecía ser la única persona "normal" que no sentía odio alguno hacía los fenómenos.

—Hola...—el dolor punzante en mi mandíbula me frenó de golpe, dejé salir un enorme suspiro que lentamente se convirtió en un ruido de queja, era imposible no quejase, literalmente sentía que en cualquier momento mi cuerpo explotaría por el dolor y la hinchazón.

—Te trage mas hielo —me dijo con aire triste, de la misma forma en que te informarían que un familiar cercano acababa de morir.

—gracias —pude decir, aguantando el agudo dolor.

—El presentador hará otra función mañana temprano... Le dije que debían reposar todos los fe... Ustedes, que ustedes aun deben descansar, que es muy riesgoso...

—¡A el le importa un tonelada de mierda! —solté y de inmediato la horrible sensación de mi mandíbula desprendiéndose me lo reprochó, lo siguiente en salir de mi boca fue un grito desesperado.

  Danilo puso torpemente la bolsa de tela con hielo en su interior y en mi mejilla y me miró con un poco de terror y pude leer sus pensamientos al instante "¿estaré haciendolo bien?" ... Pues, siendo sincero el hielo me calmó, el rostro, porque el resto del cuerpo seguía compitiendo por ver que dolía más, creo que mi alma hubiese ganado si fuese parte física de mi cuerpo.

—Haré lo posible para convencerlo de que no es posible otra función seguida —Dijo, pero ni siquiera el parecía creercelo.

Después de un rato, se marchó y al cabo de unos minutos me dormí, ni siquiera me tomé la molestia de ver las otras camillas para indagar si estaba Gheorghe, porque sabía que el no estaba ahí, porque sabía que en este momento solo lo vería en mis sueños, ahí donde nadie podía herirlo...

***

—¡Anda despiertate sabandija! —Gritó el presentador entrando a paso apresurado, su voz siempre tan rasposa que dolía escucharla. Una vez a un lado de la camilla, me zarandeó con fuerza.

El descanso no había ayudado a aliviar el dolor, ahora incluso me dolían lugares que simplemente no sabía que existían, cada fibra de mi cuerpo se contrajo por el insoportable sentimiento, fue inevitable gritar y las lágrimas se abrieron pasó rápidamente.

—¡Parate! Empezamos en media hora —me dio una bofetada que hizo que el dolor pareciese corriente pasando por toda mi cara.

—Maldito...—susurré mientras lloraba.

—¿Que dijiste? —preguntó, aunque sabía que la primera vez había escuchado perfectamente.

—Que eres un maldito infeliz, maldito, ¡maldi...—puso sus manos en mi cuello y justo cuando creí que no podría sentir más dolor, estallé, me retorcí, como una lombriz recién sacada de la tierra, y con la minúscula cantidad de aire que aun salía de mi garganta grité.

—sabandija asquerosa —dijo, y escupió en mi rostro, su saliva por alguna razón me quemó la frente, o al menos eso me pareció de momento. Segundos después me soltó y caí de la camilla, volviendo a ver el asqueroso suelo que tanto me recordaba a mismo.

El presentador me puso de nuevo contra la camilla, me dijo al oído algo que me erizó la piel por completó "hoy se acabará tu dolor", su voz casi hizo que mi oído sangrara, y después de eso, presionó mi cabeza contra la camilla y el sonido de la hebilla de su cinturón me advirtió el dolor que sentiría a continuación.

Bien, volví, me habían robado mi teléfono, y chillé mucho entré en depresión extrema porque ahí estaba mi vida, mis escritos, mis contactos, mi porno... Digo mi biblia digital XD, y pues por eso no actualizaba ni aquí ni en mis otras historias, no obstante, el gobierno de mi país cree que puede comprar votos regalando dispositivos caros en las escuelas, por eso les escribo desde mi nueva tableta revolucionaria (solo los venezolanos entienden).

Por ahí dicen que votar y comentar le da un sentido diferente a nuestras vidas, nos llenan de buena vibra ... "Soy el papa Francisco y apruebo este mensaje"

Cadenas y grilletes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora