Capítulo 2.

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Sus labios pasaban por su cuello blanco y suave, cuidando de no dejar marca alguna como siempre, sus manos rasposas y callosas acariciaban sus muslos mientras se posaba entre ellos. Los suspiros de placer hacían compañía a los constantes roces de sus cuerpos desnudos y sus labios se encontraron en el momento necesario, sus lenguas danzaban despacio y sin prisa.

—Por favor...—Suplicó.

—¿Qué desea, príncipe?

—A ti.

El pequeño monarca se aferraba a los brazos fuertes, abriéndose para el azabache, lo necesitaba después de tanto tiempo sin tocarse, necesitaba de su virilidad. Podía sentir el suave cabello negro que rozaba con la piel de su pecho mientras besos eran repartidos por todas partes hasta llegar a su vientre y luego, un poco más abajo.

—Hyu...¡HyukJae!—Gimió al sentir el músculo húmedo pasar por el glande y después apartarlo sin compasión alguna. Estaba tan excitado que podría llegar al orgasmo si solo lo tentaba de esa forma, eran pocas las veces que hacía aquello pero le desesperaba.

Sus dedos se enredaron en los cabellos suaves del más alto, apretando las hebras y jalándolas un poco, lo quería enterrado en lo más profundo de su ser pero su amante parecía querer lo contrario. Lo había notado desde que lo miró. ¿Por qué hacía aquello? Lo estaba derritiendo entre suaves caricias y sus ojos estaban rojos.

¿Tendría que preguntar? No en ese momento cuando una lengua invadía su entrada tan necesitada.

—¡A-ah! Te lo s-suplico...

Pudo sentir la sonrisa de HyukJae antes de separarse totalmente de su cuerpo.

¿Cómo podía perder tan rápido su orgullo cuando se trataba de HyukJae?

Por la mirada de deseo, lujuria y...¿Qué era lo otro? ¿Aprecio? Pudo imaginar su estado, sus mejillas estaban calientes y su respiración agitada, podía sentir una ligera capa de sudor y la vergüenza recorrer todo su cuerpo.

¿Por qué seguía mirándolo así? Comenzaba a ser incómodo.

Cerró las piernas antes de contraerlas y ladeó la cabeza, colocando su brazo sobre sus ojos para comenzar a preguntarse qué es lo que había hecho mal. La voz grave y dulce de su arquero solamente lo hizo querer cubrirse con su azulado Hanbok.

—¿Por qué hace eso?

—T-tú me ves raro.

HyukJae volvió a sonreír. No era necesario verlo, lo conocía tan bien que sabía incluso cuando bostezaba estando del otro lado del palacio.

—Disculpe mis palabras, pero sería un pecado no admirar tan hermosa escultura.

—HyukJae...—Sus miradas se encontraron y DongHae sentía el coraje comenzando correr por sus venas. ¿Por qué de pronto era así?

Abrió las piernas y cruzó los brazos sobre su pecho después de alejar un mechón castaño de su frente.

HyukJae sabía lo que quería decir su príncipe. Podía ser delicado incluso al encontrarse sentado en el retrete, pero si se trataba de sexo, DongHae era muy demandante y poco cuidadoso. Y antes de poder decir nada, la suave voz le hizo sonreír.

—Es una orden.

DongHae gimió tan fuerte tras la embestida repentina que recibió que no le importó si despertaba a toda la servidumbre que habitaba dentro del palacio, HyukJae siempre era tan bueno. Sus flechas siempre solían dar en un punto fijo, era tan certero y perfecto. Y su pene era como una flecha caliente dando justo en su próstata.

El príncipe y el arquero. [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora