No más mentiras

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Un fuerte mareo me hizo sujetarme con fuerza de una pared, mi vista estaba nublada y sabía que en cualquier momento caería al suelo. Camine con más prisa intentando ver por donde iba, mi vista se oscureció totalmente y caí.

No supe nada más, hasta que desperté en una habitación color pastel, con ese aparato que hace un ruido tan molesto, cerré los ojos nuevamente a causa de la luz, espere unos segundos y volví a abrir los ojos una vez más, intentando acostumbrar mis ojos a la luz. Intenté ponerme de pie, pero un par de brazos me lo impidieron.

Cubrí mis ojos con las palmas de mis manos y un suspiro de frustración y resignación escapó de mi boca.

-Elizabeth- la voz de mi padre se hizo escuchar en el lugar-.

No hubo respuesta alguna de mi parte, por lo cual prosiguió.

-¿Qué fue lo que ocurrió?- me miró con cierta preocupación en su rostro-.

-No lo sé- no me tomé la molestia de siquiera mirarlo-.

-Algo está pasando, y lo sabes perfectamente- reclamó tratando de no sonar tan agresivo-.

-¡No está pasando absolutamente nada!-grite de la nada, sólo quería salir de ese lugar-.

-¡Esa no es manera de hablarle a tu padre Elizabeth!- respondieron, me descubrí el rostro y dirigí mi vista a quien había hablado.

Mi madre se encontraba de pie, junto a mi padre, su rosto reflejaba nada más y nada menos que un tremendo coraje.

Ella, al verme, fijo sus ojos sobre los míos. Sabía que estaba molesta conmigo, siempre conmigo.

-¡Dios, Elizabeth!- exclamó llevando las manos a sus cienes- Cuando dejarás de avergonzarme- reclamó, mis ojos se humedecieron y desvíe la vista-.

No dejo de hablar, pasó veinte largos minutos recordándome todos y cada uno de mis errores, que yo era gorda y por eso debía sufrir. Me hizo darme cuenta, una vez más, de lo jodida que esta mi vida.

-Y nunca, nunca vas a ser la hija que yo esp...- no la deje terminar la oración-.

-¡Lo siento ¿si?!- grite desesperada- ¡Lamento no ser la hija que tu deseabas!- no pude más y las lágrimas brotaron de mis ojos, ni siquiera mi propia familia podía quererme-.

-No voy a permitir que me hables de esa manera, Elizabeth- mi madre me señaló amenazadoramente-.

-He pasado toda mi vida intentando hacer que me quieras- susurre mientras una lágrima recorría mi rostro- pero tú nunca vas a poder quererme, mamá- solté con cierto dolor dandole la espalda-.

Ella no respondió, supongo que fue porque sabía que era cierto, o quizás porque mi padre se la llevó de la habitación.

Cerré los ojos, recorrí mi brazo con la mano, después mis piernas, no había un solo lugar libre para un corte más. Había cortado mi piel tantas veces como había escuchado la palabra "gorda".

Me abracé a mi misma, trataba de darme el apoyo que los demás me negaban. Sin embargo, sabía que no tendría resultado, porque incluso yo misma me negaba ese apoyo.

-Eli- la voz de mi única amiga resonó en la habitación-.

Me gire sobre la cama con cuidado para poder ver a Ashly junto con Ed. Sonreí levemente.

-Hola- susurre después de unos segundos- Ashly se acercó a mi, mientras tanto Ed, solo me miraba fijamente-.

-¿Cómo te encuentras?- pregunto la castaña preocupada-.

-Estoy bien, gracias por haber venido- miré un segundo a Ed, parecía molesto y eso me invadió de pánico-.

-Para eso estamos los amigos, ¿no es así Ed?- el chico miró a su hermana y asintió-.

Ashly se quedo un momento hablando conmigo, yo no preste mucha atención a lo que ella decía. Mi cabeza estaba demasiado ocupada tratando de averiguar que era lo que sucedía con Ed.

-Ashly- finalmente pude escuchar la voz que tanto amaba- ¿Podrías dejarme a solas con Elizabeth?-esas palabras me emocionaron y me asustaron al mismo tiempo, ¿qué quería decirme Ed que no quería que su hermana lo supiera?

-Claro hermanito.- respondió ella y se despidió de mí, no sin antes hacerme prometer que iría a su casa y hablaríamos de lo sucedido-.

Ashly salió de la habitación y cerró la puerta detrás de ella. Esperé a que Ed dijera algo, lo cual no paso. Seguía inmóvil y sin hacer un solo ruido.

-¿Pasa algo?- me atreví a preguntar, aunque lo cierto es que no quería saber la respuesta-.

Ed soltó una pequeña carcajada y me miró con cierto enfado.

-Lo se todo Elizabeth- me respondió con recelo-.

-No te entiendo Ed- lo sabía, claro que sabía a que se refería, pero no quería aceptarlo-.

-¿¡No me entiendes Elizabeth!?- respondió agresivamente, haciéndome sobresaltar un poco-.

-No Ed, no te entiendo- repetí un poco más temerosa de su respuesta-.

-¡Se que no asistes al instituto, se que te haces daño físicamente, se que has dejado de comer y que tu familia no te quiere!- dijo de golpe, no le importó que eso me doliera más de lo que pueda imaginar- ¿Ahora me entiendes Elizabeth?, ¿Ahora sabes de que hablo?- me miró un segundo y después pasó sus manos por cabello-.

-Lo siento- fue lo único que me atreví a decirle-.

-¿Es todo lo que dirás?, ¿lo siento?- me miró frustrado- Yo... creí que confiabas en mí- estaba dolido, mis ojos se humedecieron y las lágrimas no tardaron en salir-.

-Lo hice porque tenía miedo, ¿si?, no quería que tú también te alejaras de mí- trate de explicarle pero no funciono-.

-Me crees igual a todas las demás personas, me creíste capaz de abandonarte sólo por ser como eres- dejó de mirarme, se dio vuelta y caminó directo a la puerta-.

-Ed, espera, por favor, te lo ruego- trate de detenerlo, él me miró un segundo más, suspiró decepcionado y negó con la cabeza, para después salir del lugar-.

En ese instante mi corazón se destruyó en miles de pedazos, y la poca luz que quedaba de en mi alma se apagó.

Ese chico, se había marchado, me había abandonado como todos, sólo que su abandono, dolió mucho más que todos los demás.

El llanto no cesó ni un segundo, mi vida volvió a ser la mierda que era. Me recosté y cerré los ojos, ese día, más que cualquier otro, deseaba morir.

Miss obeseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora