-Capítulo 2. La primera venganza.

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Ya había pasado un año, era hora de comenzar su tan preparada venganza; había estado esperando éstos momentos durante mucho tiempo, pero debía ser cuidadosa, procurar que sea imposible de saber que ella era la autora de los próximos acontecimientos. Sabía que vengarse no haría desaparecer su dolor, pero quería que esas personas sientan un poco del mucho dolor que sintió y siente aún.

 Tenía muchas ideas de tortura, pensaba anotarlas en un tipo de "diario", pero le pareció de niñata, además de un poco arriesgado, si alguien lo leía, corría el riesgo de ir directo a la cárcel, así que era mejor confiar en que su memoria iba a mantener las ideas, y si se las olvidaba con suerte lograría pensar en otras mejores. Prefería correr el riesgo.

 La única persona que sabía de sus planes era Amy, su mejor amiga de toda la vida, la única persona en la que podía confiar, tenían casi los mismos problemas, habían prometido que juntas iban a llevar a cabo los planes; pero Amy rompió la promesa, no lo soportó, cuando Lucas, el estúpido de su novio la dejó, ella se suicidó. Ahora Katia estaba sola, sin nadie a quién confiarle sus secretos, estaba prácticamente sola, lo único que le quedaban eran sus padres, a quienes les tomó mucho más cariño, pero no podía contarles sus planes.

 Era decepcionante no tener nadie en quien confiar; lo que pasó con Amy le dolió mucho a Katia, nunca habló del tema, evitó toda clas e de preguntas, pero se sentía traicionada, fue otra promesa rota, de quien menos lo esperaba. En su cabeza siempre repetía: "Es culpa de ese estúpido, si tan sólo lo hubieran abortado. Le habría ahorrado lágrimas a Amy y yo tendría a mi amiga; pero yo la defenderé, se va a arrepentir de todo ese maldito hijo de puta."

 Como era de esperarse, Lucas sería la primer víctima, Katia estaba ansiosa, había estado planeando una muy dulce tortura, investigó hasta sus horarios del colegio. Lo agregó a facebook, él no sabía que Katia conocía a Amy, por lo que aprovechó la oportunidad, con unas cuantas palabras ya había logrado arreglar para conocerse.

 "Este es fácil, mujeriego necesitado". Pensaba Katia.

 Comenzó a preparar sus elementos de tortura en una mochila. Tenía una semana para darle los últimos retoques a su plan. No debía esforzarse mucho, ya que la ciudad donde vivía era muy grande, y la seguridad una mierda. Nunca la encontrarían, al fin que el caso quedaría en la nada a los dos días y lo cerrarán.

  Katia le dijo a su madre que iría a la biblioteca, ésta última no se preocupó, era normal que su hija pasara tiempo allí, pues amaba leer. Katia, en una mochila, llevaba todo lo que necesitaba, ese último verano había trabajado duro para comprar elementos que le ayuden con su plan, aunque a sus padres les mintió que era para darse un capricho algún día y aprender a ahorrar, éstos, orgullosos, hasta le habían ayudado a recaudar más dinero.

 El lugar en el que habían quedado era un edificio abandonado, en la zona más deshabitada de la ciudad, Katia dijo que era porque "quería más privacidad entre ellos"; el chico no dudó y aceptó, pensando que podría pasar algo. Después de todo era un mujeriego.

 Llegó media hora antes de lo esperado, quería conocer bien el espacio, observó cada rincón, memorizó la escena, después de todo era algo que quería guardar para siempre, al igual que lo que vendría, pero eso después. El edificio, mucho tiempo atrás había pertenecido a una importante empresa, era bastante grande, tenía muchas oficinas; ellos habían quedado en encontrarse en la 26, que estaba en el segundo piso, el frente de las escaleras. En ésta oficina, había varios armarios, la chica escondió la mochila, pero de adentro sacó los guantes de latex, los guardó en el bolsillo de su buzo.

 Para ser más cuidadosa, había comprado ropa nueva y se había cambiado. De su casa salió vestida con un buzo ancho que llevaba el logo de su banda favorita, dos tallas más grandes que la de ella, ya que así le gustaban; unos jeans rasgados y sus típicas John Foos negras; pero se cambió de ropa en los asquerosos baños de la terminal, donde al haber tanta gente entrando y saliendo no la verían y pasaría como una más. Al edificio llegó con un buzo gris bien apretado, unos leggins negro y unos borsegos color gris oscuros que nunca había usado. Quedaba muy bonita vestida así, pero no era lo que ella usaba. Se recogió el cabello, y se puso un pañuerlo largo negro con pequeños puntos blancos, en su cabeza.

 Estaba todo listo, el plan en su cabeza, las cosas en su mochila, la zona del edificio vacía ya que no era transitable. Sólo faltaba que Lucas llegue.

El precio de lastimar.Where stories live. Discover now