Esto comenzó así, creo

105 5 0
                                    



Miraba por la ventana de mi cuarto hacia el jardín de la casa de al lado, más dormida que despierta. Era un día de verano, muy temprano por la mañana, los pájaros comenzaban a cantar y el calor aún no se sentía.

- ¡Alexia, date prisa! Tus tíos te esperan.

La voz de mi mamá me sobresalto. Me levante, tome mi pequeña mochila rosa que tenía dentro mi blusa favorita (seguro tenía un unicornio y lo más probable es que fuera rosa), mi falda favorita (llena de brillos morados que se caían por todas partes), mis mallas favoritas (blancas con muchos rayones de colores que hice con marcadores permanentes que no se pudieron quitar por más que las lavaban y que me negué rotundamente a que mi mamá tirara poniéndome a llorar como una hora completa) y mis tenis con luces (recuerdo que cuando me los compraron salté sin parar a todas partes para que no dejaran de brillar); abrí mi mochila y metí un libro de cuentos, uno para colorear y mis crayones favoritos, cerré la mochila y salí de mi habitación.

-¡Alexia!

-Voy, mami – grité mientras bajaba las escaleras lo más rápido que podía. Llegué abajo y corrí por la sala para, después de hacer una fallida vuelta de carro en la alfombra frente al sillón, levantarme, molestarme por un segundo, y llegar a la cocina. Mi mamá estaba sentada en uno de los bancos frente a la barra del desayuno, lugar donde no se me estaba permitido sentarme (según mis padres, podía caerme de los bancos porque no sabía cómo "quedarme quieta"), frente a mi mamá estaban sentados mis tíos, Cecilia (tía Ces) y Harry (tío Harry), ella era alta, pelirroja de ojos cafés oscuros y muy extrovertida, él era bajito, castaño de ojos grises, serio con la mayoría de las personas (mi papá decía que tío Harry sólo era él mismo con las personas "adecuadas"). Eran una pareja rara, pero eso me gustaba de ellos.

-Ya estoy lista- dije para anunciar mi presencia. Mi mamá y mis tíos voltearon a verme.

-¿Cómo se dice, Alexia?- dijo mi madre. Siempre que mi mamá decía eso era porque yo había olvidado decir algo. Se llamaban buenos modales, creo.

-Buenas madrugadas tía Ces, buenas madrugadas tío Harry. –mis tíos se empezaron a reír, mi mamá solo hizo una sonrisa algo torcida, pero bastante cansada.

-Creo que quisiste decir "Buenos días", Alex- me corrigió tío Harry.

-Sé que es temprano, Alex, pero por más que nos disguste, las 7:30 a.m. no son la madrugada- dijo tía Ces levantándose del banco, fue a abrazarme y a sacudirme.

-¿Llevas tus cosas, Alex?- me pregunto mi mamá.

-Sí

-¿Segura que llevas todo? No recuerdo haberte puesto ropa en la mochila ayer.

-No lo hiciste. Yo la puse.

-Ok, voy a confiar en ti.

-Descuida, Tania. La ropa que llevaba la semana pasada está en el cuarto de invitados.

-¿Qué?

-¿Recuerdas? Ella y los niños tomaron la manguera para hacer pasteles/guerra de lodo el jueves.

-Ah, es verdad.

No me gustaba ver a mamá así. Distraída, cansada, se veía enferma casi todo el tiempo, con ojeras enormes bajo los ojos. Así no era ella.

-Debo irme, se me hace tarde para el trabajo - anuncio tío Harry, acercándose a mi mamá y abrazándola- Todo va a estar bien, Tania. Las veré en la noche – se agacho para tomarme de la cintura y lanzarme hacia el techo una cuantas veces, me reí mucho, me puso en el suelo, alborotó mi cabello, se despidió de tía Ces y salió por la puerta del patio.

-Tiene razón, ya es tarde -dijo mi mamá- yo también debo irme. Pórtate bien, Alexia. Gracias Ces.

-Descuida, Nia. Llámame si hay algún cabio. Iremos esta noche cuando Harry regrese de la oficina ¿de acuerdo?

-Sí, gracias.

Las tres caminamos hacia la puerta que daba a la cochera, donde estaba la camioneta honda gris de mi mamá y el Opel Astra azul de mi papá. Yo me quedé parada en la puerta (tampoco se me permitía entrar a la cochera) junto con tía Ces mientras mi mamá encendía la camioneta y abría la puerta corrediza que daba a la calle, usando un control que estaba en su camioneta (tampoco me dejaban tocarlo). Mi mamá se bajó de la camioneta, se agacho y me dijo:

-Adiós Alex- se agacho, me abrazó y me dio un beso en la cabeza. Se levantó, abrazó a tía Ces, regresó a la camioneta y salió por la puerta de la cochera que se fue cerrando mientras la camioneta gris avanzaba por la calle.

-¿Nos vamos, Alex?- me preguntó tía Ces ofreciéndome su mano, yo la tomé. Ella cerró la puerta de la cochera y regresamos a la cocina. Salimos por la puerta corrediza que daba al jardín, tía Ces la cerro, caminamos hacia la cerca de madera. Tía Ces abrió la puerta que conectaba su jardín con el nuestro, la cruzamos y la volvió a cerrar.

En ese entonces no podía imaginarme otra cosa que fuera mejor que mis tíos y mis primos fueran nuestros vecinos. 

Chocolate AmargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora