¿Todo listo?

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-¿Ya tienes todo listo, Alexia?- me pregunto mi abuela

-Sí... eso creo... ¿y si me falta algo? -dije, primero segura y después nerviosa

-Pues es todo lo de la lista.

-¿Podemos revisarlo otra vez?

-No tienes por qué preocuparte, cielo. Te va a ir bien.

-Pero ¿y si se me olvida algo?

-No creo que a tu maestra le importe, es el primer día.

-¿Y si me odia?

-No te va a odiar, Alexa. Deja de decir tonterías y ven a cenar.

Deje mi mochila rosa de princesas junto al sillón, era más grande de la que normalmente cargaba, pero era rosa, tenía brillos y olía a nuevo.

Seguí a la abuela Mónica a la cocina. Era una cocina hogareña, ni muy chica ni muy grande, siempre con comida, aunque también siempre limpia. A veces veía a mi abuela cocinando cinco cosas diferentes en la estufa, o picando cosas en la barra de madera junto a la estufa, lavando platos, o sacando cosas del refrigerador al otro lado de la cocina.

Me senté en la mesa de la cocina mientras mi abuela me ponía enfrente un plato de cereal.

-Gracias, abuela. - tomé la cuchara y me puse a comer. Me terminé el cereal justo cuando mi mamá y mi abuelo entraron a la cocina.

-¿Cómo les fue?- preguntó la abuela.

-Bien- contesto mamá. Cuando llegamos aquí hace dos semanas creí que mi mamá estaría feliz, pero parecía detestarlo más que yo.

-¿No te han aceptado ninguna solicitud?-insistió la abuela.

-No, mamá- aún no me acostumbraba a que mi mamá sonara como una niña regañada casi todo el tiempo. Mi mamá había enviado varias solicitudes a distintas empresas, yo creí que trabajaría en la ferretería del abuelo, pero tal parecía que es solo era un plan de repuesto.

-Mon, déjala respirar. - le pidió el abuelo

-Solo quería saber, Axel. ¿Qué tiene de malo?

-No tiene nada de malo, mamá. – le contestó mi madre. - Es solo que prefiero no hablar de eso.

Todos se quedaron callados mucho tiempo, y como yo detestaba esos silencios incomodos, lo rompí.

-¿Puedo comer más, abuela?

-¿Ya te lo terminaste?- había terminado hace siglos, pero no quise ser grosera.

-Sí

-Si quieres comer más, Alex, que sea sopa. O no vas a dormir por toda el azúcar del cereal. - dijo mi mamá.

Mi mamá se paró a ayudarle a la abuela a servir la sopa para todos, la dejaron en la mesa y se sentaron a comer.

La cena fue tranquila, tuvo silencios, pero no de los incomodos, más bien de los no hablo, estoy comiendo, esos no son malos.

Cuando terminamos mi abuelo fue quien me pregunto:

-¿Nerviosa por mañana, Alexia? – ya lo había olvidado completamente. Enseguida me puse nerviosa de nuevo. Gracias abuelo.

-No- mentí

-Que bien. ¿Y ya tienes todo listo?

-Eso creo. Mami ¿puedes revisar que tenga todo? - pregunté parándome de mi silla y llevando mi plato al fregadero. Mi pegunta sacó a mi mamá de sus pensamientos. Ni siquiera había probado la sopa, solo revolvía la cuchara.

-¿Qué? Ah sí. En un momento, Alex.

Pasaron cinco minutos y mi mamá se había comido la mitad de su sopa. Dijo que ya no quería y me acompañó a la sala para revisar mis cosas.

-¿Tienes la...?- la interrumpí y le di la lista de útiles- Ok, veamos.

Leyó todo lo que estaba en la lista y fue revisando que estuviera en mi mochila.

-Todo está aquí, Alex.

-¿Segura? Creó que falta algo, pero no sé qué. – Sí lo sabía, lo he sabido desde antes de que compráramos todos los útiles, lo supe desde que llegamos aquí. Me faltaban Zack y Dylan.

-Pues todo lo de la lista está aquí. Solo estas nerviosa, Alex. Ya es hora de que te duermas, mañana tienes que despertarte temprano.

Cerré la mochila y la deje en la sala. Mi mamá me acompaño a mi cuarto (era el cuarto donde la abuela guardaba ropa y cosas que no necesitaba en toda la casa. Mamá se estaba quedando en el cuarto de huéspedes). Me abrió la puerta y entro conmigo. Me puso la pijama, aunque le dije que yo podía sola. Cuando termino de vestirme me pidió que me sentara en la cama.

-Tengo algo para ti, Alex.- dijo mientras habría un cajón de mi mesa de noche y sacó una barra de chocolate (¿cómo no me di cuenta de que eso estaba ahí?).

-Tú no me dejas comer chocolate.

-No te dejaba. Pero, creo que debes empezar a probar cosas nuevas. -de repente se puso muy será- Escucha, Alex, sé que esto ha sido difícil para ti, para mi tampoco ha sido fácil, pero sé que esto es para bien ¿sí?

Asentí.

-Y mañana vas a empezar en la escuela, y vas a hacer amigos...- creo que se dio cuenta de que eso me había dolido- Alex, vas a hacer nuevos amigos, pero no van a reemplazar ni a Zack ni a Dylan.

-Los extraño.

-Lo sé.

-También a tía Ces y a tío Harry.

-Yo también.

-¿Vamos a volver a verlos?

Se quedó callada un momento antes de responder.

-No lo sé.

De nuevo esa respuesta. ¿Por qué no lo sabía? Nos habían prometido que nos volveríamos a ver, por eso acepte venir (me habría traído de cualquier manera, pero por esa condición vine por mi voluntad) y ahora me decía que no lo sabía ¿Qué diablos le pasa?

-Mamá, me quiero dormir. No quiero llegar tarde mañana.

-Ah, sí. Está bien- se paró de la cama un poco desconcertada y se dirigió a la puerta mientras yo des tendía mi cama – Buenas noches, Alex. Descansa.

-Tú también.

Cerro la puerta y escuche sus pasos alejándose por el pasillo y después bajando las escaleras.

Me paré de mi cama y agarré el chocolate de la mesa de noche, lo desenvolví y comencé a comérmelo. Era un chocolate normal, no amargo como el primero que comí, aunque era más dulce y también se derretía en mi boca, no era tan bueno como el que comí con Zack y Dylan. ¿Algo de lo que hicimos juntos volvería a ser lo mismo sin ellos? Seguro que no.

Me terminé el chocolate (seguro mi mamá se molestaría) y volví a acostarme en la cama. Empecé a preguntarme muchas cosas, ¿cómo sería la escuela? ¿de verdad haría amigos o estaría sola todo el tiempo? ¿Qué estarían haciendo Zack y Dylan? ¿Me extrañarían o solo yo a ellos?

Las preguntas se acumulaban en mi cabeza y me mantuvieron despierta no sé cuánto tiempo, y los nervios no ayudaban. Traté de pensar cosas buenas hasta que el recuerdo de mi primer chocolate vino a mi cabeza, el sabor, lo que sentí, Zack retándome, Dylan animándome. No tarde en quedarme dormida.     

Chocolate AmargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora