6. We're going to love us in this way.

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Narración en primero persona — Bianca.


Según me había dicho Bastian, luego de tomarse la pastilla había que descansar unas horas. Así que luego de dejarme en la casa de sus padres, me tiré un sueñito que me renovó la vida.

Estaba muy a gusto, ni quería pararme de la suave y gigante cama. Traté de volver a dormir, pero mi teléfono me despertó.

—¿Si?

—Bianca ¿eres tú? Soy Franco.

Me levanté de un saltó. La dulce y ronca voz de Franco, me saludaba. Sentí como me temblaban las piernas.

—¡Franco! —grité de emoción—. ¡Oh Dios! ¡Eres tú! ¿Qué tal estas?

—Bien, muy bien ahora que te escucho —Ave María Purísima, ahora recuerdo porque me daba un cosquilleó cada vez que le veía en la librería—. Estoy en NYC, ¿sabes?

  —¿Si? —pregunté incrédula. él se había ido a vivir unos meses en Francia con su tía que estaba muy enferma.

—Si, mi tía murió. La enfermedad estaba más avanzada de lo que se creía, así que volví —explicó.

—Oh, lo siento —Ven que yo te consuelo.

—¿Sientes que haya vuelto?

—¿Qué? ¡No, no, no! —me apresuré a decir. Yo jamás en la vida, nunca, sentiría el hecho de que Franco estuviera respirando el mismo aire que yo.

Su risa hizo que sintiera mariposas en el estomago... Más que mariposas, era un zoológico lo que sentía—. Me preguntaba si querrías quedar a almorzar conmigo, si no puedes entenderé...

—¡Sí! —Dije de una vez. Luego me arrepentí, debí haber sonado como una desesperada.

—¡Bien! Quedemos en ese bonito restaurante con flores que está en la esquina de nuestro antiguo colegio. Recuerdo que te encanta la pasta de allí.

—Me fascina —Nada más pensar en saborear algo tan delicioso como esa pasta... Y Franco, se me hacía la boca agua —Voy en caminó.

—Bien, te espero guapa —se despidió y cortó.

... Guapa. Me dijo guapa.

Dios, es que me lo como. Me lo como muerta de risa.

Me duché y escogí una falda de plises negra, una camisa blanca, un chaleco gris y unas botas rojas. Ricé mi cabello con dedicación y cada capa de maquillaje me la aplique con la inspiración de que diría Franco cuando me viese. 

Al final, me miré en el espejo y sonreí. Si Franco no me daba alguna señal con esto, no me la daba con nada.

Cuando bajé las escaleras no había nadie cerca. Tomé un taxi hasta el restaurante y al entrar, encontré a mi hermoso rubio dentro.

Estaba mejor que la última vez. Sus ojos grises tapados por esas bonitas y largas pestañas oscuras que me volvían loca, su cabello dorado estaba peinado hacía atrás y la camisa azul que tenía, se le ceñía dejando ver sus músculos y enmarcando su piel pálida.

Él estaba como quería. De verdad.

Me di una mirada en el reflejo del vidrio transparente de las paredes y le tapé los ojos con las manos. 

—¿Quién soy?

Tocó una de mis manos para reconocerme y sonrió—. Reconocería esa colonia de fresas y esa voz donde fuera, Bianca.

Un Problema en Las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora