¿Otra Realidad?

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Tuve el primer contacto con la maquina y fue hermoso. Estaba parado en la nada y aún así caminaba y no me caía (o caía y no me daba cuenta). Percibí un olor muy débil, como a un perfume fino o algo así, tal vez parecido al olor de los azares del naranjo pero con algo de olor a metal. Escuche una canción casi perfecta, que me llegaba al alma y me emocionaba. Quise hablar y no pude, no salió ninguna palabra de mi boca, ahí empece a dudar de la seguridad del interespacio, comencé a sentirme inseguro, a crear supuestos en mi mente sobre que iba a pasar, inventaba miedos. Desesperado mire mi reloj, estaba parado.

Delante de mí aparecieron 3 puertas completamente iguales. Flotaban a mi alrededor, segundos después (si es que los segundos corrían) estaban rodeándome. Entré en la puerta que estaba detráz mío y quedé en una penumbra intensa que me heló el cuerpo entero. Había tomado esa puerta por que pensé que una puerta traser significaría la salida. Entre la penunbra que me rodeaba comencé a sentir que estaba cayendo y cayendo hasta que toqué tierra, pero no me dolió, solo sentí cosquillas en los pies que no parecían mis pies, permanecí unos segundos en el piso y luego me levanté.

Estaba en el antiguo Egipto, dentro de una tienda o carpa, habían varios utensilios de oro, una cama y unos cuantos jarrones de agua y comida. Vestía túnica y sandalias como en ese tiempo y hablaba egipcio antiguo, era un egipcio en pinta. Luego se me acerca una mujer hermosa, de ojos azules como un zafiro y piel blanca, su cabello era demasiado oscuro, su cuerpo estaba lleno de accesorios muy valiosos y vestía un peplo de color morado. Aún así me dio mala espina porque su tez blanquísima y su inmensa belleza se oscurecían por un odio muy perceptible y su mirada de desprecio.

_ ¡Natálien!, que haces ahí parado_

luego miré mi mano y vi que tenía un bastón raro que resplandecía y era lo que alumbraba aquella habitación ya que era de noche. Comencé a incorporarme en la situación y le respondí:

_ Nagma, que susto me has dado_ continué hablando en perfecto egipcio, sabía su nombre, sabía donde estaba.

_ ¿encendiste el bastón? Magmar es en realidad un descendiente de Gomedha. te busca y piensa en matarte para ser el dueño del artilugio de Emrys y tomar el poder _ me dijo mientras acercaba su cara a la mía y me cubría con su cabellera negra.

_debo huir entonces. Ayudame. Sin ti no creo salir ni de estos aposentos _ dije mientras aprovechaba la situación y también acercaba mi cara a la suya. Me dio una cachetada y comenzó a llorar, entendí que no era odio ni desprecio lo que había en su cara sino miedo y coraje. La calmé y salí corriendo junto a ella. Nos encontramos con una chica totalmente igual a Lucía. Me tomó de la mano y corrí junto a ella; me puse una capa con capucha que ella me dio. Sentimos las voces de unos cuantos soldados, vimos el resplandor de sus antorchas y las sombras de sus espadas, así que nos escondimos dentro de una casa vieja sin techo que estaba abandonada.

De un momento a otro paramos y me dijo que nunca la olvide y me besó tiernamente, como si me amara desde siempre, ella salió corriendo hacia afuera para intentar distraer a los guardias con su presencia, y mientras la perseguían yo podría escapar. Pero ya habían rodeado la casa y la atraparon en bien salió de esta. No tardaron en entrar, verme y atraparme. Luego me levantaron en el aire y me golpearon en el estómago, aunque el dolor desapareció instantáneamente, como si la máquina estuviera cuidándome y apasiguando el dolor, el interespacio buscaba que aprenda algo, que lo mire directamente y que esté atento, no que yo sienta dolor, esa es mi teoría. Me llevaron hasta el tal Magmar y me tiraron a sus pies, comí bastante polvo. Luego me tomó del cuello y soltándome dijo:

_ me parece que tienes algo mio _ en tono sarcástico mientras se paseaba alrededor de mi, como si fuera a prestarle atención, ademas su arrogancia hacía que lo deteste. Igual no conteste y me volvió a golpear, unos guardias me lanzaron al piso y tomaron el bastón de entre mis túnicas. Querían divertirse y seguír golpeandome pero Magmar los detuvo advirtiedoles que aún no era el momento de mi muerte.

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