Treinta y nueve.

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—Es Jesús? —pregunta Dani mirando la pantalla de mi móvil.

—Si... —respondo —Tienes ganas de verme.

—Yo también las tendría —dijo para luego dedicarme una sonrisa.

—Dani... Esto no puede funcionar porque... Yo quiero a Jesús y tengo una hija con él, asique lo mejor es que lo dejemos ya y punto.

—Estoy de acuerdo.

—Dani entiende- Espera qué?

—Que lo entiendo y estoy de acuerdo.

Me quedé sorprendida ante tal cosa de otro mundo.

Qué coño?

Este es Dani o qué?

—Lo entiendes y estás de acuerdo? Sin poner pegas? —pregunté.

Ríe —Si, quiero enamorar a Lisa y disfrutar de mi hijo. Solo eso.

Me quedé con la boca abierta.

Tengo que alegrarme o enfadarme?

Ahora mismo estoy muy en shock.

—Y cuando llegue el momento le diré que soy yo, y que no me ha perdido para siempre. —dice.

—Me está costando procesar esto —dije volviendo a mirar la pantalla de mi móvil.

—Confía en mí. Sé que puedes. —besó mi mejilla y volvió a encender la música de su móvil.

[...]

Llegamos a Madrid a las seis de la tarde. Lo cual estaba bien.

Lisa y Dani iban hablando animadamente mientras que esperábamos a mi hermano, el cual nos recogía en el aeropuerto.

Al ver llegar su Opel blanco sonreí de oreja a oreja.

Éste salió del coche. Y sin pensarlo dos veces corrí hasta él y lo abracé con todas mis fuerzas.

Él me correspondió y empezó a darme vueltas por el aire.

—Te he echado mucho de menos melliza —me dijo y me besó la mejilla.

—Yo también mellizo —dije abrazándolo más fuerte.

—Me alegro de que Lisa esté aquí —afirmó. —Vamos, Jesús está ansioso por verte. Y Julia también.

Sonreí y nos montamos todos en el coche.

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