50 sombras de Grey

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-Ven, vamos a bañarnos. -La beso y la llevo al baño.
-Quédate aquí -ordeno, girando la llave del agua, luego añado aceite aromático al agua humeante. La bañera se llena rápidamente mientras me observa. Normalmente, esperaría que cualquier mujer con la que estuviera a punto de bañarme, bajara sus ojos con modestia.
Pero no Ana.
Ella no baja su mirada, y sus ojos brillan con anticipación y curiosidad. Pero tiene los brazos envueltos alrededor de sí; es tímida.
Es excitante.
Y pensar que nunca se ha bañado con un hombre.
Puedo reclamar otra primera vez.
Cuando la bañera está llena, me saco mi camiseta y sostengo mi mano.
-Señorita Steele.
Ella acepta mi invitación y da un paso dentro de la bañera.
-Gírate y mírame -le instruyo -. Sé que ese labio es delicioso, doy fe de ello, pero ¿puedes dejar de mordértelo? Cuando te lo muerdes, tengo ganas de follarte, y estás dolorida, ¿de acuerdo?
Inhala agudamente, liberando su labio.
-Eso es. ¿Lo has entendido?
Todavía de pie, me da un asentimiento enfático.
-Bien. -Aún está usando mi camisa y tomo el iPod del bolsillo de la camisa y lo coloco cerca del lavamanos -. El agua y el iPod... no son una combinación muy inteligente. -Agarro el dobladillo y se la quito. Inmediatamente baja su cabeza cuando doy un paso atrás para admirarla.
-Oye. -Mi voz es amable y la alienta a alzar la vista hacia mí-. Anastasia eres una mujer muy hermosa, el paquete completo. No bajes la cabeza como si estuvieras avergonzada. No tienes por qué avergonzarte, y te aseguro que es todo un placer contemplarte. -Sosteniendo su barbilla, inclino su cabeza hacia atrás.
No te escondas de mí, nena.
-Ya puedes sentarte.
Se sienta con prisa indecente y hace una mueca a medida que su cuerpo dolorido golpea el agua.
De acuerdo ...

Cierra sus ojos con fuerza mientras se recuesta, pero cuando los abre, se ve más relajada.
-¿Por qué no te unes? -pregunta con una sonrisa tímida.
-Creo que lo haré. Muévete hacia adelante. -Desnudándome, trepo detrás de ella, la atraigo hacia mi pecho, y coloco mis piernas alrededor de las suyas, mis pies sobre sus tobillos, y luego separo sus piernas.
Se menea contra mí, pero ignoro su movimiento y entierro mi nariz en su cabello.
-Hueles tan bien, Anastasia -susurro.
Se tranquiliza y agarro el gel de baño del estante a nuestro lado. Exprimiendo un poco en mi mano, trabajo en el jabón hasta que se hace espuma y empiezo a masajear su cuello y hombros. Ella gime a medida que su cabeza cae hacia un lado bajo mi tierna atención.
-¿Te gusta eso? -pregunto.
-Mmm -canturrea con satisfacción.
Lavo sus brazos y sus axilas, entonces alcanzo mi meta principal: sus pechos.
Señor, la sensación de ella.
Tiene pechos perfectos. Los amaso y los atormento. Ella gime y flexiona sus caderas y su respiración se acelera. Está excitada. Mi cuerpo responde a su vez, creciendo debajo de ella.
Mis manos rozan sobre su torso y su abdomen hacia mi segunda meta. Antes de alcanzar su vello púbico me detengo y agarro un paño. Exprimiendo algo de jabón en el paño, empiezo el lento proceso de lavarla entre las piernas. Suave, lento pero seguro, frotando, lavando, limpiando, estimulando. Empieza a jadear y sus caderas se mueven en sincronización con mi mano. Su cabeza descansando contra mi hombro, sus ojos cerrados, su boca abierta en un gemido silencioso mientras se rinde a mis dedos implacables.
-Siéntelo, nena. -Paso mis dientes a lo largo del lóbulo de su oreja -. Siéntelo para mí.

-Oh, por favor -gimotea, y trata de enderezar sus piernas, pero las tengo aprisionadas debajo de mí.
Suficiente.
Ahora que está toda llena de espuma, estoy listo para proceder.
-Creo que ya estás lo suficientemente limpia -anuncio, y alejo mis manos de ella.
-¿Por qué te detienes? -protesta, sus ojos revoloteando abiertos, revelando frustración y decepción.
-Porque tengo otros planes para ti, Anastasia.
Ella está jadeando y, si no me equivoco, haciendo pucheros.
Bien.
-Gírate. Necesito lavarme también.
Ella lo hace, su cara sonrojada, sus ojos brillantes, sus pupilas dilatadas.
Alzando mis caderas, tomo mi polla.
-Quiero que, para empezar, conozcas bien la parte más valiosa de mi cuerpo, mi favorita. Le tengo mucho cariño.
Su boca cae abierta mientras mira de mi pene a mi cara ... y de regreso. No puedo evitar mi sonrisa malvada. Su cara es una imagen de una modesta indignación.
Pero, mientras mira, su expresión cambia. Primero pensativa, después evaluativa, y cuando sus ojos se encuentran con los míos, el reto en ellos es claro.
Oh, adelante, señorita Steele.
Su sonrisa es una de deleite mientras se estira por el jabón de cuerpo. Tomándose su dulce tiempo, esparce algo de jabón en la palma de su mano y, sin quitar sus ojos de los míos, restriega sus manos juntas. Sus labios se abren y ella muerde su labio inferior, pasando su lengua a través de las pequeñas marcas que dejaron sus dientes.
¡Ana Steele, seductora!

Mi polla responde en apreciación, endureciéndose más. Estirándose hacia adelante, me toma, su mano cerrándose alrededor de mí. Mi aliento silba entre mis dientes apretados y cierro los ojos, saboreando el momento.
Aquí, no me importa ser tocado.
No, no me importa para nada ... Colocando mi mano sobre la suya, le enseño qué hacer.
-Así. -Mi voz es ronca mientras la guío. Ella aprieta su agarre a mí alrededor y su mano se mueve de arriba hacia abajo sobre mí.
Oh, sí.
-Así es. Muy bien, nena.
La suelto y la dejo continuar, cerrando los ojos y rindiéndome ante el ritmo que ha marcado.
Oh, Dios.
¿Qué tiene su inexperiencia que es tan excitante? ¿Es que estoy disfrutando todas sus primeras veces?
De pronto, me atrae a su boca, succionando duro, su lengua torturándome.
Joder.
-Vaya... Ana.
Ella succiona más duro, sus ojos iluminados con astucia femenina. Esta es su venganza, su ojo por ojo. Se ve maravillosa.
-Cristo -gruño, y cierro los ojos, así no me voy a venir inmediatamente. Ella continúa su dulce tortura, y mientras su confianza crece, flexiono mis caderas empujándome más profundo en su boca.
¿Qué tan lejos puedo ir, nena?
Verla es estimulante, tan estimulante. Tomo su cabello y comienzo a trabajar su boca mientras ella se sostiene con sus manos en mis muslos.
-Oh... nena... es fantástico.

Ella coloca sus dientes detrás de sus labios y me empuja hacia su boca una vez más.
-¡Ah! -gimo, y me pregunto qué tan profundo me dejará ir. Su boca me atormenta, sus dientes protegidos succionando duro. Y quiero más. -Dios, ¿has dónde puedes llegar?
Sus ojos encuentran los míos y frunce el ceño. Entonces, con una mirada de determinación, se desliza hacia abajo hasta que golpeo la parte trasera de su garganta.
Joder.
-Anastasia, me voy a venir en tu boca. -La prevengo, sin aliento-. Si no quieres que lo haga, detente ahora. -Me entierro en ella una y otra vez, viendo mi polla desaparecer y reaparecer de su boca. Es más allá de lo erótico. Estoy tan cerca. De pronto, desnuda sus dientes, apretándome gentilmente, y estoy desecho, eyaculando en la parte trasera de su garganta, gritando de placer.
Joder.
Mi respiración es laboriosa. Ella me desarmó completamente... ¡De nuevo!
Cuando abro mis ojos, está brillando con orgullo.
Y debería. Eso fue un infierno de mamada.
-¿No tienes náuseas? -Me maravillo de ella mientras recupero mi respiración. -Dios, Ana... ha estado... muy bien, de verdad, muy bien. Aunque no lo esperaba. ¿Sabes? No dejas de sorprenderme. -La elogio por un trabajo bien hecho.
Espera, eso fue demasiado bueno, tal vez tiene algo de experiencia después de todo.
-¿Lo habías hecho antes? -pregunto, y no estoy seguro de querer saber.
-No -dice con evidente orgullo.
-Bien. -Espero que mi alivio no sea demasiado obvio-. Entonces, otra novedad, Señorita Steele. Bueno, tienes un sobresaliente en técnicas orales. Ven, vamos a la cama. Te debo un orgasmo.

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