50 sombras mas oscuras

116 2 0
                                    

-¿Y qué hiciste con Leila en el apartamento?
Levanto la vista, le miro, y él deja suspendido en el aire el tenedor con los macarrones. Oh, no, esto no presagia nada bueno.
-¿De verdad quieres saberlo?
Se me forma un nudo en el estómago y de golpe se me quita el apetito.
-Sí -susurro.
¿Eso quieres? ¿De verdad? Mi subconsciente ha tirado al suelo la botella de ginebra y se ha incorporado muy erguida en su butaca, mirándome horrorizada. Christian vacila y su boca se convierte en una fina línea.
-Hablamos, y luego la bañé. -Su voz suena ronca, y, al ver que no reacciono, se apresura a continuar-: Y la vestí con ropa tuya. Espero que no te importe. Pero es que estaba mugrienta.
Por Dios santo. ¿La bañó?
Qué gesto tan extraño e inapropiado... La cabeza me da vueltas y miro fijamente los macarrones que no me he comido. Y ahora esa imagen me produce náuseas.
Intenta racionalizarlo, me aconseja mi subconsciente. Aunque la parte serena e intelectual de mi cerebro sabe que lo hizo simplemente porque estaba sucia,me resulta demasiado duro. Mi ser frágil y celoso no es capaz de soportarlo.
De pronto tengo ganas de llorar: no de sucumbir a ese llanto de damisela que surca con decoro mis mejillas, sino a ese otro que aúlla a la luna. Inspiro profundamente para reprimir el impulso, pero esas lágrimas y esos sollozos reprimidos
me arden en la garganta.
-No podía hacer otra cosa, Ana -dice él en voz baja.
-¿Todavía sientes algo por ella?
-¡No! -contesta horrorizado, y cierra los ojos con expresión de angustia.
Yo aparto la mirada y la bajo otra vez a mi nauseabunda comida. No soy capaz de mirarle.
-Verla así... tan distinta, tan destrozada. La atendí, como habría hecho con cualquier otra persona.
Se encoge de hombros como para librarse de un recuerdo desagradable.Vaya, ¿y encima espera que le compadezca?
-Ana, mírame.
No puedo. Sé que si lo hago, me echaré a llorar. No puedo digerir todo esto. Soy como un depósito rebosante de gasolina, lleno, desbordado. Ya no hay espacio para más. Sencillamente no puedo soportar más toda esta angustia. Si lo intento, arderé y explotaré y será muy desagradable. ¡Dios!
La imagen aparece en mi mente: Christian ocupándose de un modo tan íntimo de su antigua sumisa. Bañándola, por Dios santo... desnuda. Un estremecimiento de dolor recorre mi cuerpo.
-Ana.
-¿Qué?
-No pienses en eso. No significa nada. Fue como cuidar de un niño, un niño herido, destrozado -musita.

Frases De LibrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora