50 sombras mas oscuras.

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Echa un vistazo arriba y abajo de la calle; luego, de pronto, se dirige hacia la izquierda y me lleva hasta un callejón silencioso, y me empuja bruscamente contra la pared. Me sujeta la cara entre las manos, obligándome a alzar la vista hacia sus ojos fervientes y decididos.
Yo jadeo y su boca se abate sobre la mía. Me besa con violencia. Nuestros dientes chocan un segundo y luego me mete la lengua entre los labios.
El deseo estalla en todo mi cuerpo como en el Cuatro de Julio, y respondo a sus besos con idéntico ardor, entrelazo las manos en su pelo y tiro de él con fuerza. Él gruñe, y ese sonido sordo y sexy del fondo de su garganta reverbera en mi interior, y Christian desliza la mano por mi cuerpo, hasta la parte de arriba del muslo, y sus dedos hurgan en mi piel a través del vestido morado.
Yo vierto toda la angustia y el desengaño de los últimos días en nuestro beso, le ato a mí... y en ese momento de pasión ciega, me doy cuenta de que él hace lo mismo, de que siente lo mismo.
Christian interrumpe el beso, jadeante. Sus ojos hierven de deseo, encendiendo la sangre ya ardiente que palpita por todo mi cuerpo. Tengo la boca entreabierta e intento recuperar un aire precioso, hacer que vuelva a mis pulmones.
-Tú... eres... mía -gruñe, enfatizando cada palabra. Me aparta de un empujón y se dobla con las manos apoyadas en las rodillas, como si hubiera corrido una maratón-. Por Dios santo, Ana.
Yo me apoyo en la pared jadeando e intento controlar la desatada reacción de mi cuerpo, trato de recuperar el equilibrio.
-Lo siento -balbuceo en cuanto recobro el aliento.-Más te vale. Sé lo que estabas haciendo. ¿Deseas al fotógrafo,
Anastasia? Es evidente que él siente algo por ti. Muevo la cabeza con aire culpable.
-No. Solo es un amigo.
-Durante toda mi vida adulta he intentado evitar cualquier tipo de emoción intensa. Y sin embargo tú... tú me provocas sentimientos que me son totalmente ajenos. Es muy... -arruga la frente, buscando la palabra-... perturbador. A mí me gusta el control, Ana, y contigo eso... -se incorpora, me mira intensamente-... simplemente se evapora.
Hace un gesto vago con la mano, luego se la pasa por el pelo y respira profundamente. Me coge la mano.
-Vamos, tenemos que hablar, y tú tienes que comer.

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