Capítulo 1

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Era Diciembre 24 y yo aun en el Hospital, que rápido pasa el tiempo no?, ese día amanecí con el espíritu navideño a mil, mi enfermera se burlaba de mí porque le parecía ridículo que yo tuviera veintidós años y solo le pedía que me colocara películas animadas y ella para hacerse la rogada se negaba, yo le hacía pucheros como una nenita de tres años, pero finalmente no pudo con tanta insistencia de mi parte, se quejaba que yo era demasiado caprichosa, y no se lo negaba sabía que era caprichosa a matar y terminó cambiando el canal del noticiero al canal de niños que por pura casualidad tenía una maratón de las películas que tanto rogaba ver, aplaudía feliz porque me había complacido, Carla, así se llama mi enfermera solo se reía de mis tonterías, le tenía tanta confianza a ella, a las demás enfermeras no les podía hacer ese tipo de escenas, pues claro si ella lidiaba conmigo siempre y ya me conocía desde el día que llegué al hospital, confieso que se volvió mi confidente de cierta de manera.

Al cabo de tres horas me cansé de las películas y le pregunte a Carla que si podía salir a caminar, me apetecía caminar, no caminaba mucho solo de la camilla al baño, que obvio tenía en la misma habitación eso no era nada, ella se negó, no quería problemas con la Dra. Krentz pero la hice cambiar de opinión al instante, me sentía demasiado encerrada en esas cuatro paredes, creía que aunque sea podía tomar aire en la cafetería, ella aceptó porque era dentro de las instalaciones del hospital, claro añadió un millón de condiciones para que yo saliera de la habitación, al cabo de diez minutos ya estaba lista para salir, como tenía suero, ella arregló todo para que pudiera movilizarme con el porta sueros rodable, me bajé de la cama cuidadosamente para no lastimarme y no hacer ningún gesto que reflejara dolor, ya que eso podía hacerla cambiar de opinión, les confieso estaba muerta de dolor me dolía cada centímetro del cuerpo pero salí triunfante con mi plan porque no se percató de nada.

Cuando iba saliendo de la habitación un señor con uniforme de la empresa DHL, se acercó a mí preguntándome si yo era la Señorita Patricia Kanzler, le conteste con un "sí" ,un poco confusa y extrañada y me entregó una caja sellada, me pidió que le firmara de recibido y al cabo de unos segundos el tipo desapareció, Le di a Carla la caja para que la sostuviera y curiosa me pregunto si la quería abrir y yo le asentí, antes que la abriera le pedí que me leyera el remitente, ella obedeció y dijo en voz alta- André Kanzler, abrí la boca en gesto de sorprendida y me preguntó -¿quién es?, yo inmediatamente le respondí – ¡es mi hermano! 

Abre esa caja rápido que me muero por saber que me ha enviado-, ella entre risas abría la caja y finalmente sacó una sudadera roja con el número noventa y tres grabado, claro, cómo no me lo esperaba mi hermano ama las motos, y sabe que el que piloto que me parece más guapo es el del dorsal número noventa y tres, es un estúpido, a pesar de la distancia no para de hacerme reír con sus tonterías, tome la sudadera y me la puse, me quedaba muy bien, pensé en enviarle una foto al instante, pero lo único que quería hacer en el momento era salir a caminar un poco, dejaría eso para después, cuando logremos hablar por Skype se la modelare.

Iba caminando lento porque me dolía mucho el cuerpo, me dolía hasta el dedo más pequeño para no ser tan exagerada, Carla iba a mi lado supuestamente sosteniéndome pero yo no le dejaba porque quería hacer las cosas por mí misma, creo que es la primera vez que salía de la habitación en pie, y no para ir a algún consultorio a hacerme algun examen, casi no conocía el hospital, era demasiado grande, Carla me iba guiando hacia la cafetería que estaba relativamente vacía, eso me alegró porque no quería que al entrar todos notaran mi presencia y más que me observaran toda desaliñada hecha una pena, me aseguré de tomar la mesa donde más sol diera, necesitaba un poco de ese calorcito, le pedí a Carla que por favor me dejara sola, yo le avisaba cuando me quisiera marchar , que si quería se quedara rondando para que no me perdiera de vista, ella asintió, ella sabía que necesitaba aunque sea un poco de espacio, necesitaba pensar y digerir bien toda la situación.

 Al cabo de unos minutos se acercó a mi uno de los meseros de la cafetería para ofrecerme algo del menú, pero le dije que no se me apetecía nada, el insistente me dijo que necesitaba tomar aunque sea un licuado, creo que ese mesero me ha visto demasiado mal como para que insistiese tanto, ya harta de su insistencia le conteste -que sea de fresas por favor, asintió y se fue, no demoró ni cinco minutos cuando ya tenía el licuado en mi mesa, ni eso se me apetecía pero iba a hacer el intento de tomármelo, no me gusta botar la comida. 

Sumergida en los pensamientos, no preste atención al tiempo que estaba por decirlo así en trance o ida, sentía que alguien no me quitaba la mirada de encima, y no era precisamente Carla, no le preste atención a esa incomodidad y seguí contemplando la hermosa vista desde aquella mesa, podía apreciar una buena vista desde este punto de la cafetería, las calles de Barcelona.Pero en el fondo empecé a escuchar una voz en Catalán, no entendía mucho, sólo lo básico. Aquella persona estaba siendo una molestia, no sé si trataba de llamar mi atención o que, pero si era eso lo había logrado.

 Levanté la vista para ver quién era esa persona que interrumpió mis pensamientos y estaba ahí un chico hablando por el móvil.

- Que molesto, murmuré  o eso creí yo, porque el chico se volteó y quitó el móvil de su oreja y bajó la mirada hacia mí alzando las cejas,con cara de ofendido. 

Se pegó al móvil diciendo, -hablamos luego papá, y guardo su móvil en uno de los bolsillos de sus vaqueros, el chico respiró profundamente y yo quité la mirada para seguir contemplando la excelente vista, como si nada hubiese pasado, el chico al notar mi desinterés hizo un ruido con la garganta para llamar mi atención.

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