Capitulo VIII. La lejana Roma.

10 3 0
                                    

Apenas había amanecido y Atax ya se había levantado, esa noche habia compartido lecho con una muchacha que se le habia ofrecido el bueno de Urbano, el valiente romano que habia podido convencer a los fieros Alanos para que no arrasaran su ciudad, Atax se habia alojado en la domus de Urbano, junto con su padre y varios de sus hombres de confianza, toda la ciudad habia sido tomada por la guerrera tribu, y en todas sus calles habian apostados guerreros Alanos, para sofocar alguna posible rebelión, Sangiban habia acordado un pacto de no agresión con Urbano, pero a un alto precio, pues todas las familias adineradas que aun vivían en la ciudad, tendrían que ofrecer generosamente todas sus pertenencias más valiosas, así como parte del mobiliario urbano, como estatuas de bronce para venderlas para ser fundidas al mejor postor, Intex el oscuro y rabioso personaje que habia tenido un encontronazo el día anterior con Atax en la necropolis, andaba con su estómago lleno de dulce vino romano, deambulando esa madrugada con un par de sus compinches, iban golpeando con la empuñaduras de sus espadas puerta por puerta a los aterrados romanos, que se escondían en sus casas con la esperanza que ese mismo día, se marcharan de alli aquellas bestias tostadas por el sol de su país natal.
_ Sucias gallinas!!, salir aquí y mostrar obediencia a Intex, vuestro amo!!_ balbuceaba Intex con el beneplácito de sus perros secuaces.
La mala suerte quiso que se cruzarán con la esposa de Urbano, que como cada dia marchaba a recoger agua de los aljibes que habian cerca de su casa, pero ese dia, bajo consejo de su marido iba acompañada con dos soldados de su guardia personal, Intex la vio acercarse y decidieron esperarla entre las sombras.
_ Esa perra romana va a pagar por todos.... _ susurraba Intex entre risas a sus borrachos amigos de andanzas.
Se abalanzaron sobre ellos con una rabia injustificada y degollaron de un simple movimiento a la sorprendida escolta, que tan solo acertaron a soltar un agudo gemido de dolor,María, que así se llamaba la mujer de Urbano quedo muda, sometida al horror que sus ojos le proyectaban a su cabeza, Intex se lanzó sobre ella y arrancadole parte de su vestido la tiró al suelo, se abalanzó sobre ella, pero María, acertó a coger un trozo afilado de ánfora que se habia hecho añicos al caersele de sus manos y se lo clavo en la garganta a Intex en un acto reflejo, Intex lleno de sorpresa y dolor se llevó las manos al cuello, cayendo de espaldas y pegando con su cabeza en el frio empedrado, María aprovechó para huir de aquellas bestias y salió corriendo calle abajo, con la cara salpicada con la sangre de Intex y con el trozo de ánfora aun en su mano, los humillados compinches de Intex salieron tras ella lanzando aullidos y dando la voz de alarma a los demas de la tribu, Atax se encontraba en el atrio de la domus cuando oyó de la calle un gran alboroto, le venía olor a humo, y adivinó que las cosas se habian ido de las manos, se disponía a salir de la casa cuando su padre y su amigo Goar bajaban en tropel por las escaleras.
_¡¡¡ Que diablos pasa!!! _ exclamó Sangiban aun a medio vestir...
_ No lo sé padre, parece un incendio.
Salieron a la calle y la imagen era dantesca, la gente corría de un lado para otro sin saber muy bien adonde huir, varios lugares de la ciudad se hayaban en llamas, de pronto, Urbano apareció de la nada y clavandole un puñal en el cuello a Sangiban le gritó :
_ Sucio traidor....

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 03, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LA VOZ DE LAS PIEDRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora