CAPITULO 18

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"Nada dura para siempre" era una frase de una de mis canciones favoritas Wildest Dreams de Taylor Swift, acompañaba a mis pensamientos perfectamente y a como me sentía. No es que no le quisiera, de hecho le queria locamente pero era consciente a la vez de la realidad.
Decidí que lo mejor era volver al mundo exterior y dejar a un lado mis ensoñaciones, tenía que vivir el ahora durase el tiempo que durase, y aprovecharlo al máximo el tiempo que pudiese.
Cuando salí a la calle me dí cuenta de que ya habia anochecido ¿cuánto tiempo llevaba yo encerrada en mis pensamientos "positivos"?, los había titulado asi dada la ironía.
Comencé a preparar algo de cenar, seguía sin haber rastro de mi madre así que subí a por el telefono tenia unas 4 o 5 llamadas perdidas de Ivan pero ni rastro de mi madre. Me extrañaba que Ivan no hubiera venido en mi busca al no contestar al telefono.
Marque el número de mi madre pero no contestaba, ¿dónde diablos se habrá metido esta mujer?
Decidí seguir con la cena y más tarde me fui a la cama. Sinceramente no tenia muchas ganas de contestar a Ivan. Sé que por mi parte no estaba del todo bien pero quizá era mejor así y luego no nos sería tan difícil separarnos. Sabía perfectamente que algún día llegaría ese momento.

Él no pensaba lo mismo y por lo que veía no me iba a dar por perdida, eso me gustaba, lo sé era una total ironía pero le quería y a la vez sabía que no me aguantaría mucho más.

Para mi sorpresa, alrededor de las once de la noche, oí el fuerte rugido de una moto, no necesitaba verle para saber que era él. Baje corriendo las escaleras y apunto estuve de tropezar, pero merecía la pena. Al abrir la puerta estaba él empapado de agua, ¿Cómo no me había dado cuenta de que estaba lloviendo?.

-¿Estas bien pequeña?

-Sí, bueno solo estaba pensativa, nada mas ¿Por qué has venido a estas horas?- quizá estaba siendo demasiado borde pero no era esa mi intención, me gustaba que hubiera venido, me empezaba a sentir un poco sola y su compañía me ayudaba.

-Si quieres me voy- dijo apenado

-¡No!- dije en voz demasiada alta y con un tono exagerado de desesperación.

-Eh, ven aquí anda y empieza a contarme que pasa por esa preciosa cabecita- dijo estrechándome entre sus brazos y acariciándome la cabeza con tranquilidad.

El amor a la vuelta de la esquinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora