That Boy

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Casi había olvidado los rayos del sol por completo.

Como se sentían sobre mi cara, mi cerrar de ojos ante su calor.

Si, veía a aquel astro amarillo y radiante frente a mi casa casi todos los días, escondido entre nube y nube, tímido e imponente a la vez, mas no recordaba que yo lo esperara con ansias, esperando que su simple presencia me hiciera sentir un poco más viva.

Muchas cosas habían cambiado desde que él había decidido marcharse, desde que dejó de descansar su mentón sobre la baranda vieja de mi casa, desde que él había desviado su camino del mío sin ni si quiera decir adiós.

Había tratado de apartarlo de todas las maneras posibles, ignorándolo, lastimándolo, haciéndolo creer que no era importante para mi vida, queriendo borrar fuera de mi vista el ligero rastro que su presencia marcaba en mi, pero lo encontraba a cada lugar que huía y cada vez se me hacia más difícil negarle algo a aquella sonrisa tonta y esos ojos marrones.

Él estaba en el aire que respiraba, en la sangre de mis venas, abriendo paso para llegar directo a mi corazón, creía que me miraba cuando no lo hacia, y que me quería aunque no conocía a mis demonios aún, era tonta pero ¿no era hermoso caer por una piel suave y un rostro de en sueños?

Solía criticar a las chicas que caían por unos labios humectados y un ego demasiado alto como para mirarlo completamente con tan sólo un vistazo, pero no pensaba en él como una cosa bonita, como un rostro sin aflicciones que mantenía su mueca de felicidad todo el día, lo veía como un humano, como alguien que estallaba cuando lo llevaban al límite, lo veía como un chico que era capaz de derrumbarse por las cosas que lo volvían miserable, y dejar que las lágrimas fluyeran libres por su rostro, remarcando sus mejillas, paseando por su barbilla, deslizándose por su cuello y perderse en algún lugar desconocido.

Y es que cada pequeña cosa de él que no podía salir de mi cabeza terminaba volviéndose un remolino en el cual los sentimientos se colaban, tornándose en algo más fuerte que yo, que osaba a derrumbar mis paredes y que solía atormentarme en las noches cuando me encontraba en el bello filo de estar casi despierta y casi dormida, en donde el oxígeno era reemplazado por su aroma y es que si, era débil, por caer por una sonrisa linda, unos hoyuelos de ensueño, y unos chistes ni si quiera bien dichos.

SadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora