28 De Marzo De 2016

115 3 1
                                    

Todos sabían que en algún momento te irías, realmente yo también lo sabía, lo sabíamos, pero en mi corazón algo me hacía creer que te tendríamos un tiempo más, mi corazón esperaba que conocieras a mis hijos, que me vieras algún día si me llegase a casar, que me vieras graduarme de la preparatoria, mi corazón realmente esperaba todo eso, pero el daño ya estaba hecho en ti, ya no había vuelta atrás, ya no había nada que te hiciera estar un minuto más.
Esa mañana fue dolorosa y triste, lo primero fue la negación, yo me negaba a creer que nunca más te iba a ver, que nunca volvería a escuchar tu voz, que no ibas a estar más conmigo, después la culpa, me culpaba a mi por no haber estado más tiempo contigo, por no haber disfrutado de tu estancia los últimos meses, culpaba a los paramédicos que no llegaron a tiempo, a todo mundo culpaba, después fue el enojo, me enoje con Dios por que te había llevado, me enojaba que no te dejo estar más tiempo conmigo, me enojo que todo hubiera sido tan rápido, me enojo pensar que tal vez habías sufrido los últimos momentos, me enojo pensar todo eso; al final fue la aceptación, la resignación, entendí que Dios necesitaba a el ángel más bello allá con él, y que tu ya estabas sufriendo demasiado, entendí que ibas a estar mejor, que ibas a estar en paz, que ya después de tanto sufrir ibas a descansar, hoy te recuerdo con mucha tristeza pero también con mucha felicidad, y sé que cada cosa maravillosa y hermosa que me ha pasado después de todo esto es por ti, porque tu me lo mandas para que esté feliz, te recuerdo con amor y cariño, te mando un beso hasta el cielo.
Esto quiero dedicarte lo a ti, Tía Andreita que desde el cielo me cuidas, gracias por haber sido la abuela que no tuve.

Pequeños Escritos De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora