Secret Love Letters ||en edición||

• 02 •

Star había sido quien se encargó de dejar la nota en el casillero del demonio. Era la que menos corría riesgos haciéndolo. Y por supuesto, también se deshizo de todas las demás. Ahora estaban esperando a que Tom apareciera.

-¿Porqué no me dejas solo? -le susurró Marco a la mewmana- Se ve muy sospechoso.

-Porque fue mi idea.

-¿Y porqué Janna también está espiando?

-Porque no puedo perderme el yaoi -contestó la nombrada tranquila.

-¿Y porqué vino también Jackie?

-Porque eres mi amigo -ella le sonrió.

Probablemente el latino iba a preguntar algo más, pero las palabras murieron en su garganta al percatarse de que Tom estaba leyendo la nota, notablemente aburrido y con una ceja alzada. Pasaron un par de segundos y el pelirrosa volteó en todas direcciones. Nerviosos, el pequeño grupo responsable se escondieron en la esquina. Un momento después, volvieron a asomarse. El príncipe del Inframundo doblaba el papel con un ligero sonrojo, luego lo dejó entre unos libros, tomó lo que necesitaba y comenzó a recorrer los pasillos en busca de Star.

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Esta vez por su cuenta, Marco decidió dejar una segunda nota para su -en ese momento, al menos- amor secreto. Aprovechó que el demonio se había entretenido hablando con Janna para poner un pequeño sobre en una de las ranuras de su casillero y, con toda la discreción de la que era capaz se quedó cerca de ahí para poder ver la expresión de Tom al leer la nota. Al cabo de un rato, la curiosa pareja pasó "casualmente" por ahí discutiendo acerca de la política en la dimensión natal de Tom.

-Hey -la pelinegra le llamó la atención, pues por alguna razón -Star- iba en su propio mundo-, parece que hay algo en tu casillero.

-¿En serio? -calmado y con frío desinterés, tomó el sobre y se lo guardó en un bolsillo.

-¿No vas a leerlo? -la chica sonrió de una manera extraña.

El pelirrosa dudó un segundo. No es como si le fuese extraño recibir cosas de parte de las chicas desde que entró a aquella escuela, pero ninguna le llamaba la atención. No provenían de quien él quisiera, al menos.

Finalmente, abrió el sobre.

"Fue muy graciosa tu expresión al leer la nota, ¿será que nunca te habían dicho lo bien que te ves? Me sorprende, ya que eres endemoniadamente ardiente (Literalmente, de hecho)"