De paraguas y maradonas

La Reina

-Más te vale que te arrodilles y adores a tu nueva reina-

Daniel casi se ahoga en risas. Sentado en su nuevo trono- el sofá, estaba Martín con el torso desnudo, el cierre del pantalón abierto, y su erección visible bajo la topa interior.

El paraguayo se arrodilla, divertido (y Martín sabe que si el orgulloso Daniel alguna vez se llega a arrodillar frente a él, era simplemente en broma y para joderle las bolas, en todo sentido de la palabra) y roza un dedo contra el bulto en su pantalón. -¿Y es ésta mi nueva reina?-

Martín se lame los labios y asiente frenéticamente, ya excitado. El dedo da paso a la palma entera, presionándose contra su erección y sobándola con firmeza- mas con una tortuosa lentitud. Y Martín gime bajito y trata de ganar concentración suficiente para buscar sacar el control remoto de su trasero- se había sentado en él, y apagar el televisor. El noticiero ya dijo lo que quería saber, de todas formas.

Daniel le besa el vientre y hace un camino de saliva con su lengua hasta el borde de goma de la ropa interior, tirando suavemente de él con los dientes. Martín alza las caderas lo suficiente para que el menor empuje su pantalón y sus bóxers abajo, y lo libere.

Daniel le mojó los labios con la lengua ante la nueva escena que se le ofrecía- y Martín, que lo miraba extasiado, lo imitó inconscientemente, ansioso.

El aire se le fue cuando labios mojados se posaron sobre sus testículos y subieron a besos por sobre su miembro. Mierda, podía sentir la sonrisa de Daniel posarse sobre la cabeza de su erección, y los labios moverse cuando él habla, su aliento acariciándole la piel hacía que todo se sintiese aún más pesado. -Larga vida a la reina entonces-

Y su boca se cerró alrededor de él, mojada y caliente, y Martín recostó su cabeza contra el sofá con un gemido alto, el interior de las mejillas de Daniel lo abrazaban y lo apretaban con cada succión deliciosamente.

La reina no iba a durar mucho si Daniel sigue haciendo eso.