Martín no dice nada, solo mira. Daniel es tímido fuera de la familia, y no le gusta los grupos grandes, está cómodo sentado en un puf con Julio, en un rincón alejado. Martín por otro lado, está rodeado de gente, pero no le está dando bola a nadie- lo cual es extraño de su parte, siempre el más ruidoso, siempre llamando la atención.
La fiesta la organizó Luciano en su casa, que ahora estaba muy ocupado cuidando que Sebastián no se emborrache demasiado (pero lo suficiente para al menos besarse con él). Martín redirige su atención solo un rato hacia Luciano y sus intenciones para con el menor de sus primos, para luego volver a fijarse en Daniel.
Daniel se encoge de hombros y habla animado, de repente evitar mirarle a los ojos a Julio, porque Dani tiene problemas mirándole a los ojos a la gente. Martín le mira los labios, como estos se mueven, aunque esté demasiado lejos, la música demasiado fuerte, y no escuche nada. Daniel se los lame porque los siente secos, y Martín se lame sus propios labios también, por hambre.
Lo quiere comer al Dani.
No se puede culpar, a veces le ataca un intenso antojo sobre su primo-su amante, en una relación que muy poca gente sabe; y Daniel con su cara, con su boca, con la forma en que se peina el flequillo con las manos mientras habla, le hacen a Martín la vida más difícil.
Generalmente se lo puede bancar, no es que pasar una nochecita sin sexo ha matado a nadie. No es ningún necesitado- no es que lo priven de nada,tampoco. Daniel y Martín hace rato que habían pasado la etapa del desenfreno y la urgencia, y ahora se hacían el amor lento y dulce y en la cama, con risas y besos y esa forma rica en la que Daniel gime cuando se está por venir y se aprieta alrededor de su--
Ala mierda, Martín frunce el ceño, y admite su derrota. Si, generalmente se lo puede bancar. Generalmente.
Termina de un largo trago lo que le queda de cerveza en su latita, luego la deja en la mesa y se levanta, los ojos fijos en un solo lugar, un rinconcito alejado con pufs vacíos excepto por dos.
Apenas llega Daniel alza la vista y le mira a los ojos, porque Daniel a él si, siempre, le va a sostener la mirada. Martín le dice todo desde el verde de su mirar, y Daniel parpadea un par veces en sorpresa,antes de voltearse hacia Julio y disculparse porque lo tiene que dejar un rato, y lo hace con la sonrisa más dulce posible. Martín quiere mordérsela.
Martín distrae su vista un poco hacia Sebastián, que parpadea lento mientras escucha las propuestas de Luciano. Ya estaba medio ebrio,pero el Seba no es estúpido, se crió con Martín, después de todo.
La mano de Daniel encuentra la suya, sus dedos se entrelazan juguetones y el paraguayo le sonríe pícaro. Si hay algo que no va a cambiar nunca, es que Daniel tiene que guiarle a la cama de la mano. Es algo que Martín adora aunque sea cursi, y solo le aviva el antojo. Quiere manosearlo acá enfrente de todos, como Miguel se lo está haciendo a Francisco en la pista de baile, pero sabe que lo único divertido del secreto de su relación era jugar a cuántas pistas podrían dejar antes que alguien sospeche.
Suben a la habitación de Luciano y era más que evidente que el brasileño planeaba enliarse con alguien esta noche: el cuarto estaba arreglado, y había una escandalosamente grande botella de lubricante en la mesa de luz.
-No hay llave- dice Daniel, cerrando la puerta del cuarto tras suyo.- Me parece que Lu la llevó consigo justo para evitar que nadie se encierre acá-.
-Ah,pero él no sabe con quien se mete- le responde el argentino,mientras lo empuja gentilmente contra la puerta.- Ya encontré como trancar la puerta, por ejemplo-.
Martín le besa la mejilla mientras que Daniel ríe, divertido. Sus besos se vuelven un poco más mojados cuando las baja a su cuello, y las risas del paraguayo salen sin aire, perdiéndose en gemiditos dulces que vuelven loco a Martín.
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De paraguas y maradonas
RomanceColección de cortos ArgPara, escritos desde el 2012 para adelante. Romance, Humor... NSFW.