Diego

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Sigue pasando, una y otra vez...

rebobino mi mente y sigo repasando todo lo que sucede...
emm... vamos por parte:

Primero: Matias no me habla y no es para menos después de que catalina se me lanzara y me diera ese beso que tanto deseaba, pero que al fin y al cabo no disfrute...
Segundo: Koke es mi mejor amigo, pero logro darme cuenta de que nos manipula a todos, incluyéndome...
Tercero: Catalina sigue siendo perfecta para mi, pero no es necesario tener dos dedos de frente como para no darme cuenta de que no soy correspondido.

En conclusión estoy bien jodido y tengo mi cabeza hecha un caos, tanto rechazo causado por todos me tiene bastante deprimido y aquí estoy solo tirado en mi cama.
tomo mi billetera y me levanto. Salgo de mi habitación, miro a la pieza de mis papas y mi viejo se encuentra viendo televisión con una taza de café, el siempre ve el canal de noticias, es el tipo de personas que no habla con nadie, ni siquiera conmigo, a veces siento que le doy vergüenza o algo así.
hoy es sábado y no hay apuros en mi casa, bajo las escaleras saludo a mi perro "spyke" y mi querida vieja prepara el almuerzo.


-"Hola Mamá, voy a la peluquería, tengo el pelo un poco largo".
-ella asiente y me indica que vuelva temprano con señas, ya que tiene el volumen demasiado alto de la radio, escuchando a su ídolo "Sandro" el de la canción rosa, rosa la maravillosa. Le encanta ese tema, todo por que ella se llama así. Siente que le esta cantando porque incluso baila sola en la cocina, llego a pensar que esta loca, pues mi viejo es demasiado frió con ella y la soledad que se percibe en ella es demasiado abrumadora, tanto así que me causa rechazo, pues me parezco a ella...

Camino a la barbería de mi casa, no me queda lejos, ya que vivo casi al centro de mi comuna, en esta barbería atienden puros colombianos, la primera vez que me atendí ahí, salí hablando en su asentó, es casi increíble como marcan tanto las palabras, son todos tela, buena onda y te ofrecen droga.

Dicen que la gente que se siente abrumada, enojada, desilusionada y con tristeza, tienden a darse esos cambios de look, por lo que yo decidí cortarme el pelo y la barba.

Tomo asiento y me miro al espejo, mientras que Juan, el peluquero va cortando y quitando los mechones de pelo que caen en mi espalda.
Sigo mirando al espejo, miro mis ojos, tan vacíos, tan solos... Me pregunto si alguna vez alguien se enamorara de estos espantosos ojos, ojerosos, negros, sin ninguna chispa de vida.
Juan termina de cortarme el pelo, pero sigo insatisfecho, por lo que le pido que me rasuré la barba y mientras me pasa la espuma me habla en voz baja, ofreciéndome droga, algo de trip y yo no entiendo nada, ni siquiera sé cómo se consume, pero estoy tan cabreado que le compro igual.
Termina de cortarme el pelo, la barba y me miro al espejo.

Me veo diferente, pero... Me siento igual, al final nada se arregla y nada se olvida, siguen rodeándome todos mis demonios, preguntándome y burlándose de mí. "¿Como saldrás de esta?" "¿Como arreglaras tu penosa vida?". La verdad es que hay veces que no quisiera existir, morir... no lo sé, al fin de cuentas nadie me extrañaría...

Sexo sintigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora