Me mató

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Se oye un golpe,acompañado de dos pisadas y el sonido de unas cadenas. Me acerco ala ventana, y veo que esta esperando en la puerta. ¡Que oportuno! Nopretendía abrirle, pero insistió, golpeando la puerta varias veces.Apoyo mi oreja junto a esta. En ese momento, oigo como los cristalesde la ventana, por la que estaba mirando yo antes, se rompen. Mealejo de la ventana y corro hacia la cocina. ¡Que impaciente! No lepretendía dejar entrar, pero veo que no tengo opción. Abro un cajóny cojo un cuchillo. No permitiré que me coja. Saco las llaves de lapuerta que da al patio trasero. Ya afuera, oigo como él seimpacienta, muchos ruidos, cristales rotos, mesas caídas... Todoacabado. Corro por el patio, y empiezo a escalar el muro. Si consigoescapar de esta, lograré por fin dejarlo atrás. Ya en el tejado,miro hacia la puerta, por la que minutos antes yo había pasado, y leveo salir. Mira a todos los lados, esta vez si que esta enfadado.Empiezo a caminar con cuidado por el tejado, pendiente en si él va asubir, o se quedara en el patio. ¿Que debo hacer? Si me quedo aquí,posiblemente él suba, pero si bajo... no, no creo que pueda bajar,es demasiada alta la distancia que hay hasta el suelo. Bueno, pues metoca esperar a que el suba para enfrentarlo. Después de variosminutos, empiezo a oír pasos detrás de mi. Agarro en cuchillo eintento golpearlo, pero él acaba esquivando todos los golpes. En esemomento, me agarra del brazo y me inmoviliza, poniéndome el cuchilloen el cuello.

No te muevas – me amenaza.

¿Por que me quieres matar? ¿Acaso te he hecho algo?

¿No lo sabes? ¿Acaso el no te ha contado nada?

¿Él? ¿Quien?

Tu dueño

¿como?

Yo mate a tu dueño

¿Qué dueño?...

Yo mate a tu corazón, acabé con él... Por eso, no me parece justo que un cuerpo sin corazón viva.

¡Es tu culpa que mi cuerpo no tenga corazón!

No, es la tuya, por jugar con el mio.

En ese momento, elchico me empuja, haciendo que pierda el equilibrio y caiga deltejado. Le miro, y sonrió. Sabia que me acabaría pasando, tarde otemprano, pero... esto me pasa por jugar con los corazones de losdemás, es una pena... por que me divertía.  

Historias para no olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora