Fuego Interno || h.s

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Fragmento.

Las lágrimas descienden veloces por mi rostro. Me impiden ver con claridad, ya que me nublan la vista. Mis manos están alzadas y tiemblan; tiemblan por lo que acaban de hacer. Mi respiración aún es agitada, pero no sólo por lo que acabo de hacer, sino por la gravedad de la situación. Al igual que mis manos, mi cuerpo empieza a temblar de miedo. Miedo de perderla.

Su pequeño cuerpo está tendido sobre el frío suelo rocoso. Está inmóvil y su expresión facial denota calma y tranquilidad. 

Debajo de su cuerpo hay un reguero de sangre rojiza. Está empezando a ponerse espesa y se extiende rápidamente por todo el pavimento. 

Tengo miedo de acercarme a ella. Ese sentimiento inunda mi cuerpo paralizándome en el sitio. 

¿Qué es lo que he hecho?

¿Y si no respira? 

¿Habré acabado con su vida?

El llanto se apodera de mí. Me llevo las manos a mi rostro desconsolado. No puedo verla en este estado. Y menos cuando sé que el causante he sido yo.

—Tienes suerte —Lewis se acerca al cuerpo y coloca dos dedos en su cuello comprobando su pulso—. Su pulso es débil. Está perdiendo mucha sangre. Si no hacemos algo pronto, la perderemos —él empieza a cogerla de los brazos suavemente e intenta moverla—. ¿Vas a ayudarme o no? —me mira fijamente esperando a que diga o haga algo—. ¡Joder, Harry! ¿No te das cuenta que va a morir si no la ayudas en este maldito momento?

Esas últimas palabras pronunciadas en un grito lograron despertarme del universo paralelo en el que me encontraba. 

Ella podría morir... ¡Ella podría morir maldita sea, tengo que ayudarla!

—Will. Will por favor no te vayas, no me dejes —corrí y me puse de cuclillas a su lado cogiéndole delicadamente el rostro con mis manos. Los dedos se me mancharon de la sangre que le caía de una brecha en la frente —. Por favor, te necesito a mi lado —las lágrimas comienzan a brotar de mis lagrimales de nuevo. 

Me acerco más a ella y la beso en los labios. El beso se mezcla con el sabor a su sangre y el de mis lágrimas. Una extraña combinación; pero no me importa. Sólo me importa ella. 

Y se lo advertí. Le advertí que la bestia era peligrosa. Que yo era peligroso. Pero ella es una temeraria. Y la culpa me quema por dentro; me quema este maldito fuego que siento en mi interior. 

Recuerdo cuando le dije: «Si me descontrolo, lo pagarás tú». 

Pero no me hizo caso. Quiso correr ese riesgo. Y estas son las consecuencias.

 | Ésto ocurrirá más adelante, no es el principio de la historia |


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