treinta y uno || confianza

2.7K 145 15
                                    

Faltan pocos minutos para que el ansiado sonido anuncie el final de otra eterna clase. Normalmente me gusta asistir al instituto. Es una forma de evadirme y olvidarme de otros problemas. Los estudios podrían considerarse mi vía de escape. Pero en estos momentos no puedo concentrar mis cinco sentidos en saber la fórmula del hidruro carbonatado. Química me está resultando un completo fastidio.

Sostengo mi cabeza en la palma de mi mano derecha. Mis ojos van del profesor a la pizarra y viceversa. Mis pensamientos se encuentran en otro planeta distinto en el cual los profesores se convierten en monstruos temibles.

«Deja de fantasear con esas cosas», me recrimina mi subconsciente. Y tiene razón. Debo dejar de torturarme y de recordar todo el rato ese maldito sueño que me ha torturado durante toda la noche.

Aún puedo recordarlo a la perfección. Todo ese líquido dispersándose sin control por toda la escena, y como poco a poco perdía el control sobre mi cuerpo dejándome llevar.

—Señorita Redford —una sombra logra tapar la luz que minutos antes iluminaba mi rostro. Levanto mi cabeza—. Admiro mucho que le interese tanto la Química para quedarse, pero la sirena ya hace rato que ha tocado y yo tengo que cerrar la clase.

Miro a mi alrededor. En efecto, aparte del profesor, soy la única persona que se encuentra dentro del aula. Mierda. No me he percatado de que ya era la hora de marcharse.

—Oh. Lo siento profesor Gallagher —recojo mis pertenencias de encima del pupitre mientras me levanto de la silla—. No me había dado cuenta —el sonrojo pronto se hace presente en mis mejillas.

— ¿Querías preguntarme algo? —Meneo la cabeza a modo de contestación—. Hoy en la clase te he visto evadida... —demonios. ¿Lo ha notado?— Si necesitas cualquier cosa puedes decírmelo Will —noto su mirada clavarse en mi mejilla. Aún llevo la herida cubierta.

—No se preocupe. Sólo ha sido una mala noche —intento esbozar una sonrisa de agradecimiento.

El profesor Gallagher se rasca la nuca dubitativamente.

—De acuerdo —añade finalmente—. Eres una de mis mejores alumnas. No me gustaría que tus notas bajasen.

—Se lo agradezco. Pero de verdad, no hay porqué preocuparse —me estoy convenciendo más a mí misma que a él—. Que tenga un buen día.

Sin que le diese tiempo a contestarme salgo del aula a paso rápido.

Aún quedan algunos estudiantes rondando por los pasillos, pero la mayoría se han marchado ya a sus casas. Lo que tendría que haber hecho hace rato.

Ahora que lo recuerdo, tengo que mirar si en el tablón han puesto la nota del examen de Filosofía.

Mi vista recorre la cantidad de papeles colgados en el corcho de madera colgado de la pared. Hago una mueca cuando no encuentro lo que estaba buscando. Pero antes de que me fuese de allí, mi vista se fija en un papel en concreto.

TALLER DE TEATRO: DONDE LOS SUEÑOS COMIENZAN.

¿TE GUSTARÍA SER UNA ESTRELLA DE LA INTERPRETACIÓN? ¿TE GUSTARÍA PODER SER QUIEN QUISIESES INTERPRETANDO UN PAPEL? ÉSTE ES TU LUGAR. ¿A QUÉ ESPERAS?

DE LUNES A VIERNES A LAS 17:00 EN EL ANFITEATRO DEL INSTITUTO. LAS CLASES COMIENZAN EL DÍA 6.

Hoy. Las clases comienzan hoy. ¿Es el destino el que quiere que asista a esta clase? Pero, pensándolo bien, podría hacer algo diferente a mi aburrida rutina habitual. No tengo conocimientos sobre actuar. Aunque podría intentarlo.

Los rayos de luz provocan que entrecierre los ojos  ante su repentina aparición. Durante unos segundos mi visión se ciega. Bajo las escalera con cuidado de no tropezarme y caer rodando. No necesito más moretones en mi cuerpo de los que ya tengo.

A lo lejos, distingo una figura apoyada en un coche negro. ¿Quién podrá ser? ¿Y que hará a estas horas plantado en la puerta del instituto? Un hormigueo empieza a recorrerme las entrañas. ¿Por qué me pongo nerviosa?

A medida que me voy acercando, distingo quién es.

¡No! No puede ser... ¿Cuánto tiempo más necesita para seguir atormentándome?

Miles de flases pasan a través de mis pupilas nublándolas por unos instantes.

— ¿No te has cansado de torturarme? —escupo cuando paso por su lado. Harry no mueve ni un solo músculo de su cuerpo ante mi comentario.

—Por si no lo recuerdas, tenemos un trato —paro cuando habla y doy media vuelta para mirarle—. No sé tú, pero yo cumplo lo que digo —baja sus gafas de sol oscuras para poder mirarme a los ojos. Pero las vuelve a colocar en su sitio.

—Entonces, así va a ser siempre. Siempre vas a ser... —reflexiono sobre la palabra idónea—, mi sombra.

—Te dejé marchar a cambio de vigilarte para que no contaras mi secreto. ¿Crees que esto es divertido para mí? —Humedece sus labios—. Tengo otras preocupaciones además de vigilar a una niñita.

—Pues entonces déjame —susurro.

Harry niega con la cabeza mientras se quita las gafas de sol y las coloca en el cuello de su camiseta negra.

—Lo que pasa, mi querida Will, es que no confío en ti. Después de tu... casi llamada de socorro, perdiste la poca confianza que podía depositar en ti.

Su voz se ha vuelto ronca y tenebrosa. Una sensación extraña recorre mi columna vertebral.

Harry fija sus ojos en los míos durante unos minutos que parecen horas. Quiero, pero cuando sus ojos entran en contacto de esta manera con los míos, pierdo el control sobre mí misma, sobre mis acciones. Sus ojos verdes son como una selva por la que podría perderme.

Harry se acerca lentamente hacia mí. No puedo detenerlo, me he quedado inmóvil. «Reacciona, Will. Eres más fuerte que esto». Hago caso omiso de mi subconsciente. Él está cerca, tan cerca que puedo aspirar el olor de su aliento si me concentro.

Alza una mano y aparta algunos mechones de cabello que han caído sobre mi rostro. Me estremezco ante esta acción. Después de eso, sus dedos rozan con delicadeza mi mejilla. La mejilla en la que tengo el corte. Pero no llega a posarse sobre la herida. Sus dedos se deslizan por la línea de mi mandíbula, provocando un sinfín de sensaciones en mi cuerpo y mi mente.

—Sube. Te llevo a tu casa —murmura sin apartar su tacto de mi piel.

Obligo a mis ojos a cerrarse para no romper a llorar mientras aclaro y ordeno las ideas de mi mente. Me deshago de sus dedos dando unos cuantos pasos hacia atrás. Doy media vuelta y abro los ojos. Mis piernas comienzan a moverse alejándose de él.

—Will... —escucho que dice.

Pero ya es demasiado tarde. Mis pasos se hacen más rápidos, hasta que llega el punto de que estoy corriendo.

Tengo que correr. Tengo que alejarme de ese demonio de mirada esmeralda.

 --------------------------------------------------------------------------

¿Qué les ha parecido el capítulo? 

Bueno, al fin me he decidido a subir otro capítulo. Pero no se hagan ilusiones, pues no tengo mucho escrito después de esto y mis cortas vacaciones están llegando a su fin, so...

Muchas gracias por todos los votos y comentarios. No dejéis de hacerlo♡

Y me gustaría que os pasáseis por mi nueva novela: Lost. Ya que dentro de poco subiré el primer capítulo. Y por favor, que no os asuste porque sea de Justin (aunque con diferente apellido).

Gracias de nuevo y disfrutad del día♡

Fuego Interno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora