Una abominación del mundo.

Es como la noche tan obscura y sombría, sus alas se abren al compás de su canto, cada paso suyo es un paso de la muerta, como si aquello se alimentará del sufrimiento y el miedo, terror que provocan sus ojos que siguen errores, que resaltan imperfecciones, que juzgan, que burlan, que someten, que desgarran sin piedad. Oh pobre se está muriendo María, que de pena sufría, y a su lado yacía la muerte en la espera de su rendición, que le abren paso a su perdición. Tal como el beso cruel que hacia la cuchilla con su piel, hace que ahora su corazón solo se alimente de odio y rencor. -¡Ya para!-sus lágrimas salían como gotas de sangre en sus heridas; sus picos desprendían sus carne sin pudor, llevándose todo de ella, el eco de sus cantos rebotaban en su cabeza sonando y resonando, cual disco rayado -¡Calla!-. Ja y ella creí que la imaginación pura de sus soledad hacia que los sentimiento desvanezcan, abriendo el camino eterno al amor parcial que seda a un mundo tan cruel e hipócrita, perdiéndose a sí misma en medio de un mar profundo donde la ahogan con sus fuertes corrientes y olas que siempre son el fin de uno. Su llanto amargo va partiendo en pedazo el sonido de su voz, volviendo en cenizas las razones de corazón que alguna vez se hundieron entre el humo de lo inhumano, nacido del fuego de la negación del olvido. -¡Calla!,¡calla!,¡calla!-repetía una y otra vez con cada suspiro, pero eso fue todo, justo en ese momento ella cerro los ojos, esos ojos que mostraban desesperación , tristeza, dolor ,esos ojos que suplicaban ayuda. Ahora se habían ido.
Fue ahí que comprendí que abrazar el olvido es la única opción en medio de este mundo de presonas que siempre luchan por ser recordados.