El Demonio del Hospital y El Cirujano de la Muerte[One Piece] (trafalgarLawx __)

CAPITULO 18

Tafalgar y yo caminabamos por las calles cercanas a mi casa, aunque caminar... lo que se dice caminar como lo conoce la gente normal, no, no lo estabamos haciendo. Doc~chan estaba agarrando la correa del perro mientras yo estaba detras de él, mas bien detras de la farola que se encontraba a kilometros de donde estaba. ¿Como me dice? 'Y... asi podriamos continuar por donde lo habíamos dejado', ¿¡¿¡Como me dice eso de esa forma tan tranquila?!?!

En algun momento, cuando estaba sumergida en mis pensamientos, comencé a caminar-esta vez si como lo hacen las personas normales y no como si fuese un ninja- hasta llegar a su lado. Bepo comenzó a tirar de la correa, intentaba llegar a un puesto de helados, dime tu ¿para que un perro quiere helados?

Ya que tenía tantas ganas de ir, Trafalgar caminó hasta llegar alli y yo le seguí. "Oy, ¿quieres uno? Ya que estamos aqui?", me preguntó con una media sonrisa timida mientras se rascaba la nuca y giraba la cabeza hacia otro lado, intentando no mirarme.

"Emm...", iba a responder que obviamente si, ¿quien se niega a un helado? pero no pude contestar porque el hombre encargado del puesto habló antes, interrumpiendome.

"No, ESO no quiere nada", contestó por mi sorprendiendonos a ambos, creo que incluso sorprensió a Bepo. Aquel hombre de estatura baja, inberve y con unas cejas realmente grandes, tenía un tono de voz aspero y borde, de esas voces que te hacen hasta tiritar de miedo. Aunque en este caso, no en el mio sino en el de Doc~chan, temblaba de furia. Se le podía ver claramente enfadado, sus dientes apretados y una mirada que jamas había visto en él, ni en nadie... una mirada completamente llena de ira. Esos ojos... esos ojos si que me hicieron temblar de miedo, al menos durante unos segundos.

Antes de que entre estos dos personajes ocurriera algo horrible, simplemente porque este dependiente era...-por decir algo que no suene demasiado mal sonante- algo estupido, agarré la mano de Trafalgar, asi entrelazando nuestros dedos. Notaba con él apretaba cada vez mas la correa que llevaba en la mano contraria, al contrario que mi mano que simplemente la sostenía intentando no hacerme daño. "Vamonos", no me hacia caso, le miraba con demasiado odio. "Trafalgar", seguía sin hacerme el mas minimo caso por lo qeu fruncí el ceño. No se me ocurría una manera con la que me haría caso, a excepción de... "Law, pasa de este hombre", dije como si nada a lo que el dependiente sin nombre se quejó como todo un yakuza poniendo la misma expresión y acercando su cara hasta milimetros de la mia. No me reí en su cara por educación, si intentaba intimidarme no lo había conseguido, mi reacción ante su cara fue un resoplido y girarme, largandome del lugar arrastrando a Trafalgar que había cambiado su expresión a una de sorpresa.

Habiamos caminado tanto que habiamos perdido el puesto del Yakuza heladero, como será conocido por mi desde ahora. Trafalgar me miraba aun sorprendido, soltó mi mano despacio, estaba mas tranquilo ya que la correa que seguía sujetando ahora la agarraba con menos fuerza, volviendo sus nudillos a su color natural dejando ese blanco que antes habían adquirido. "¿Por que has querido irte asi como asi? Ese tio estaba siendo un completo gilipollas", hablaba enfadado pero aun asi no me gritaba, la vena de la frente estaba que le iba a estallar.

"Ese trato... estoy acostumbrada a recibirlo de estas personas, sobretodo de las que viven cerca de mi casa", hablé intentandole quitar importancia a la actitud que tenían la mayoría de personas sobre mi.

"¡Pero es que no debes estar acostumbrada!", me levantó la voz mirandome como anteriormente lo había estado haciendo al yakuza heladero. Estaba comletamente enfadado, posiblemente conmigo, probablemente con el resto del mundo o... con todos, incluyendome a mi. "Puff...", suspiró, rascandose la frente para a continuación hacer el mismo gesto pero en el fuente de la nariz, con una expresión llena de frustración. Mientras tanto yo pasé de estar sorprendida a cagreada-aunque no lo representaba con mi cara, simplemete fruncía el ceño-, no había hecho nada par que me gritara. Y ademas, no me gustaba que me gritaran. "Me voy a casa", concluyó sin mirarme todavía a la cara, porque en ningun momento me había mirado a la cara, solo cuando me había gritado.