Capítulo 7

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Y, sin saber, mi amiga le había atinado perfectamente a la descripción de la celebración, realmente había sido memorable, pero, ignoraba que Brandon no tuvo nada que ver con ello. Oli era además de mi compañera de trabajo, mi mejor amiga, a los pocos días de conocerme, me contó cómo había huido el papá de su hija después de saber que estaba embarazada y, de ahí, una gran confianza surgió entre las dos, pero a pesar de eso, dudé si era buena idea compartirle lo que había hecho en mi cumpleaños, ella sentía gran simpatía por Brandon y siempre me decía que éramos la pareja perfecta. No, definitivamente aquella aventura era mejor mantenerla en secreto.

– Pues, temo desilusionarte porque no hubo tal celebración, el arreglo se debe a que, precisamente, Brandon no pudo llegar para llevarme a cenar.
– Él siempre tan detallista – dijo sacando una orquídea del arreglo.
– Bueno, de alguna manera intenta recompensar el poco tiempo que pasa a mi lado.
– Sabes que si trabaja tanto es para tener un patrimonio seguro y en algún futuro casarse contigo y darte todo lo que mereces.
– Eso lo sé muy bien, no tienes que convencerme de que es el novio perfecto, sé que lo es y por eso lo amo y acepto que trabaje tanto para poder estar juntos algún día y para siempre.
– Sí... pero, no luces nada enfadada porque tu novio te dejo plantada justo el día de tu cumpleaños, por el contrario, luces radiante, ¿qué fue lo que hiciste anoche?
– Nada, sólo ver televisión y terminarme yo sola media botella de vodka – en ese momento recordé lo perceptiva que es mi amiga y lo mala que soy para las mentiras.
– Sí, claro y yo rezo el rosario todas las tardes llegando del trabajo, eso ni tú te lo creíste.
– Te juro que así fue, sabes que no tengo amigas más que tú y Victoria y que jamás iría sola a ningún lado que no sea el supermercado.
– Es que de verdad te ves distinta, hay algo diferente en tus ojos.
– Sólo un año más de edad, y ya déjame ver que tengo de pendientes antes de que venga el jefe y nos regañe – dije encendiendo la computadora.
– Está bien, pero te aclaro que no me convenció tu argumento, algo te traes y me lo tendrás que decir tarde o temprano.
– Ok, fui y me acosté con un completo desconocido, ¿satisfecha?
– Jajaja, ay ___, tampoco te tienes que ir al otro extremo, ambas sabemos que no harías una cosa así – dijo saliendo y cerrando la puerta.


Y tenía toda la razón, por algo me llamaba "la siempre correcta ___", no supe que me había pasado la noche anterior, que había faltado a todos mis principios y valores, pero el recordar sus caricias y sus besos eran razón suficiente para olvidarse hasta de la cordura, incluso de mi propio nombre. Suspiré y miré mi móvil que había dejado al lado del teclado del ordenador, ¿habría alguna restricción en cuánto al horario?, volví a recordar las reglas y no mencionó nada al respecto. Llevé las manos a mi cara, sentí un rubor intenso en las mejillas, pero, ¿qué me ocurría?, aún no habían pasado ni doce horas de haberlo hecho con él y yo ya ansiaba que volviera a pasar. "Y te aseguro que te dejara sin sentido", recordé las palabras de la chica que me lo recomendó y debía reconocer que tenía toda la razón y no sólo por el magnífico sexo que habíamos tenido, sino porque estaba haciéndome perder el sentido de todo. El timbre del teléfono me hizo aterrizar y respondí a la llamada de mi jefe.

Afortunadamente, para mi salud mental, ese día estuvo cargado de bastante trabajo, aunque de repente me reía yo sola porque algún recuerdo me venía a la mente y hacía que mi cuerpo se estremeciera, pero movía la cabeza y volvía a concentrarme en lo que estaba haciendo. Eran las 7:30 pm cuando terminé la campaña publicitaria en la que estuve trabajando todo el día, apagué la computadora y saqué mi bolso del cajón del escritorio, tomé mi móvil y lo miré fijamente, ¿sería demasiado desesperado de mi parte volver a llamarlo hoy?, ¿ni siquiera dejar pasar un día o dos para volver a buscarlo?, pero el solo hecho de volver a recordar sus caricias me excitaba por completo, era la primera vez que algo así me sucedía y no es que el sexo con Brandon fuera malo, escaso sí, pero cuando lo hacíamos no me podía quejar, al menos no antes de la velada de anoche. Teníamos ya cinco años de novios y era el único hombre que había conocido en la intimidad, antes de ir a enredarme con ese extraño que me había mostrado una faceta del sexo y de mí misma completamente diferente. Entonces vi que el móvil se encendía anunciando una llamada de él, precisamente.

– Hola amor, ¿cómo estás? – dije mientras tomaba mi bolso y salía de la oficina.
– Bien cariño, ¿y tú?, ¿te gustaron las flores?
– Claro, son hermosas.
– Te dije que te recompensaría, estoy afuera de tu oficina para llevarte a cenar.
– Ok, te veo en cinco minutos, ya voy de salida.

Colgué y apreté el botón del ascensor, al salir del edificio vi el flamante coche negro de mi novio y me subí, le di un ligero beso en los labios y él me abrazó, en ese momento, sentí todo el peso de la culpa, no merecía que lo hubiera engañado, no era justificación su falta de tiempo. Cuando nos separamos, me entregó un pequeño regalo que abrí de inmediato, era un hermoso dije en forma de media luna, la culpa se incrementó y la sentí en mi espalda como si fuera una losa pesada y le sonreí avergonzada, no sólo lo había engañado anoche con un desconocido sino todo el día con el pensamiento.

Grande Tentación(Hot) Zayn y tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora