Capítulo 16

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Me quedé en silencio, ¿qué iba a responderle?, que estaba perdiendo la razón por un extraño que me hacía suya de cuanta forma se le ocurría y que eso aumentaba más y más mi ansiedad de querer estar con él, que mi mente viajaba y fantaseaba con las ideas más inverosímiles que se me ocurrían con él, que a todo lo que había a mi alrededor le estaba encontrando un lado sexual que posiblemente ni tenía, que había descubierto una ____ sensual, traviesa, coqueta y sin inhibiciones que desconocía que existía y que sólo ese hombre desconocido hacía surgir, que me hacía sentir mujer como nadie lo había hecho jamás. Tomé un respiro antes de hablar.

– Creo que es una crisis post–cumpleaños – respondí deseando que me lo creyera.
– Niña, eso déjalo para mí que estoy a punto de cumplir 40 años, tú tienes 23, hasta podrías ser mi hija.
– Sí, pero, bueno, a mi edad mis papás ya se habían casado y yo ya había nacido – yo no deseaba eso, pero fue lo único convincente que se me ocurrió decir.
– Y por eso ahora están divorciados, tienes una larga vida por delante ____, eres brillante en tu profesión y tienes mucho futuro ahí, el matrimonio y los hijos vendrán después, todo en su adecuado momento.
– Lo sé, supongo que me entró un poco de depresión por estar sola en mi cumpleaños – dije mientras pensaba que fue lo mejor que pudo haberme pasado – pero, te prometo que a partir de hoy seré la misma chica responsable de siempre, no más llegadas tarde ni divagaciones en horas de trabajo.
– Tampoco quiero un robot _____, sólo quería asegurarme de que estuvieras bien.
– Y lo estoy, mejor que nunca, ¿puedo irme a mi oficina?
– Anda, que tienes mucho trabajo.

Me dirigí a mi oficina y Olivia me siguió para saber el reporte de la mini charla que había tenido con mi jefe, entramos y ella cerró la puerta y se sentó frente a mí mientras yo daba la vuelta al escritorio para ocupar mi lugar.

– ¿Qué te dijo Hugo?
– Que estaba preocupado por mí porque últimamente llego tarde y ando distraída.
– ¿Y tú qué le dijiste?
– Que era una crisis por mi cumpleaños.
– Sí, claro, pero a mí sí me vas a decir la verdad.
– No tengo nada, sólo estoy saturada de trabajo y por lo mismo anoche no pude dormir, estoy estresada por el coctel que tendremos mañana, aún faltan detalles, por cierto, tenemos que ir al salón a checarlos.
– Sí, en verdad es un evento importante el de mañana, pero tú estás rara desde tu cumpleaños, algo sucedió ese día que no sé porque no me lo quieres decir – abrió los ojos como platos y se llevó las manos a la boca – Brandon al fin te pidió matrimonio, por eso andas así, toda nerviosa y ansiosa, te dio tiempo para pensarlo y por eso aún no traes puesto el anillo, mala amiga, con que ocultándome información.
– Que buena imaginación tienes Olivia, Brandon no me ha dado ningún anillo ni me ha pedido nada, ¿no recuerdas que me dejó plantada el día de mi cumpleaños?
– Bueno, es que no encuentro otra razón para tu repentino cambio, obviamente no se trata de un amante, no te atreverías a engañar a Brandon y menos con lo...
– Perfecto que es – la interrumpí porque ya me sabía esa línea de memoria – ¿tan aburrida soy?, como para no buscarme un amante que me entretenga mientras mi novio no está – ¿eso era en realidad ese extraño para mí?, ¿sólo un pasatiempo para mitigar mi soledad?, y si era eso porque cada día que pasaba anhelaba y deseaba más y más estar con él sin importarme lo demás.
– No eres aburrida ____, simplemente eres una chica con valores que ama a su novio y que jamás haría algo que pudiera dañarlo – se levantó de la silla – ¿a qué hora vamos al salón?
– Después del almuerzo.
– Vale, entonces iré por mi bolso porque ya sólo faltan cinco minutos para la una.

Hoy hacía exactamente tres semanas desde mi último desliz, me había costado trabajo resistirme, tenía que reconocerlo, había noches en las que flaqueaba y tomaba el móvil pero me obligaba a mí misma a ver la fotografía que nos tomaron a Brandon y a mí en Disneylandia para tomar valor y evitar llamar al extraño. Curiosamente Brandon se había dado más tiempo para estar conmigo, cenábamos juntos tres veces a la semana y todos los domingos habíamos ido al cine y entonces me sentí más culpable, porque si él estaba teniendo ese comportamiento es porque había notado algo raro en mí.

Esa noche me encontraba viendo el televisor en mi habitación, era viernes y a pesar de que eran las ocho yo ya estaba en pijama. Mi móvil sonó y lo tomé de la mesa de noche, el identificador señalaba "número restringido", eso me llamó mucho la atención, pero pensé que podría ser algún cliente de la agencia llamando de un Nextel, así que contesté. "Hola, buenas noches", dije amablemente y me respondió el silencio, no se percibía ningún ruido, "hola, ¿hay alguien ahí?", pregunta tonta porque evidentemente alguien me había marcado y debía sostener un teléfono del otro lado. Y, de pronto, escuché un suspiro que me erizó hasta la punta del último cabello seguido por el tun, tun, tun que indicaba que había colgado.
Mi corazón se había disparado y me quedé como ******* viendo fijamente mi móvil, en espera de que volviera a sonar, pero nada. Me levanté bastante inquieta de la cama y empecé a caminar de un lado a otro de la habitación, como león enjaulado, ¿sería posible que fuera él buscándome?, ¿me habría echado de menos?, ¿significaba yo algo para él por mínimo que fuera? Habían pasado 15 minutos y yo seguía con el celular en la mano caminando, miré al televisor al que hacía rato no le hacía caso y una pareja se besaba intensamente en una teleserie y, dejé que la debilidad ganara la batalla, nerviosa busqué su número y lo llamé, después de cuatro timbrazos escuché de nuevo esa voz que me hacía perder la noción de todo.

– Hola – dijo sensualmente alterando todo mi ser.
– ¿Estás libre esta noche? – pregunté con el alma en un hilo.
– ¿Lo estás tú? – preguntó confundiéndome.
– ¿Acaso es un reclamo? – respondí seria.
– De ninguna manera, sabes que así no funciona.
– ¿Entonces nos podemos ver?
– Sí, en una hora en el lugar de siempre – dijo después de unos segundos en silencio.
Colgué y me quité el pijama inmediatamente, fui al armario y, como hacía frío, tomé unos pantalones, una camisa ajustada y una chaqueta negra, me recogí el pelo en una coleta, me maquillé ligeramente y me puse perfume. Tomé mi bolso y salí del departamento.

Crucé el lobby y lo vi parado al lado de los ascensores, vestía también unos vaqueros y un suéter azul, le sonreí nerviosa y él me devolvió la sonrisa, como era su costumbre me ofreció su brazo y en cuanto lo tomé presionó el botón del ascensor.

– Buenas noches – dijo con esa hermosa voz aterciopelada.
– Buenas noches – respondí sintiendo como mi cuerpo temblaba.

Subimos y el ascensor se detuvo en el piso dos, subieron tal cantidad de personas que se llenó, yo estaba parada delante de él y sentía su cuerpo pegado al mío que, aunado a su delicioso aroma y al movimiento propio del ascensor, provocó que mi cuerpo empezara a reaccionar. Él ladeo ligeramente la cabeza para exhalar justo en mi oreja y en ese momento la excitación aumento al máximo, ¿cómo se atrevía a tentarme de esa manera?, en un ascensor lleno de gente y con una cámara que grababa todo.

Finalmente bajamos en el piso 15 y parecía que él estaba empeñado en torturarme porque camino lentamente por el largo pasillo, con sus manos dentro de los bolsillos de sus jeans aunque de igual forma me ofreció su brazo y yo se lo acariciaba suavemente mientras caminábamos.

– Permíteme unos minutos, necesito pasar primero al baño – señaló mientras deslizaba la tarjeta para que la puerta se abriera.

Yo asentí con la cabeza mordiéndome el labio inferior, así que me quede parada en la mitad de la habitación, esperando. Pasaron cinco minutos y no salía, definitivamente me estaba torturando, así que decidí devolverle la jugada. En cuanto salió me dio la sonrisa traviesa que me encantaba y se acercó a mí, levantó sus manos para tomar mi rostro pero yo se las tomé de las muñecas impidiéndoselo, me miró confundido y entonces lo besé con ansias, prácticamente devorándolo, como había extrañado su sabor, su lengua desenfrenada moviéndose y frotando la mía con la misma desesperación que yo sentía, quiso escaparse y entonces rompí el beso.

– Esta noche será a mi manera – susurré sensualmente en su oído.
– ¿Ah, sí?, ¿y qué tienes en mente? – preguntó mirándome fijamente a los ojos.

Grande Tentación(Hot) Zayn y tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora