Regreso al ayer

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Las dos mujeres clavan sus miradas en la entrada de la casa. Tras unos segundos, Ume se levanta y se guarda la bolsa con el dinero. La anciana observa la situación con tranquilidad.

- ¡Abran! ¡Somos los guardias del Koshaku! ¡Venimos a interrogar sobre un asunto de enorme importancia!- Exigen dando golpes a la puerta corredera.

Ume suda de nervios, pero la anciana mantiene el temple. Con la cabeza señala el cuarto de al lado, donde está la habitación de la Uranai. La joven va corriendo, y se mete dentro de la sala. Está bastante decorada para ser una casa sencilla. Hay un biombo, y se esconde tras él.
Saca un pequeño pañuelo y se limpia el sudor. "No te dejes llevar por el miedo, seguramente solo sea una cuestión de ninguna importancia" "Es imposible que sepan que estoy aquí", se dice para calmarse.
Por un minúsculo agujero puede contemplar la escena que se está produciendo. La anciana les hace pasar con un rostro amable pero imponente.
Por desgracia, no parece producir efecto en los guardias. Son tres. Dos de ellos se colocan a los lados de la puerta. El último, quien parece ser el que manda, se posiciona delante de la Uranai.

- ¿Dónde está?- Pregunta sin levantar la voz mirando a su alrededor como si fuera a encontrar lo que busca.
- No sé de qué me habla- Contesta inocentemente la Uranai siguiendo la mirada del hombre.

El guardia se concentra en los ojos de la anciana. Se acerca mucho a ella, pero la Uranai no retrocede.

- Me presento como Raidon, capitán de la guardia personal del Koshaku. Sabemos que usted oculta a una joven llamada Ume, y la estamos buscando- Dice con mucha seguridad inclinándose ligeramente.
- Se equivoca, ya vino hace mucho. Ahora no sé nada de ella- Contrasta la anciana con mucha paciencia devolviendo el saludo.
- ¿Y cómo explica esas dos tazas de té?- interroga hábilmente el capitán señalando la mesita.

"No puede ser". "¿Cómo no me he dado cuenta?" "¿Por qué es tan inteligente este capitán?" se reprocha interiormente Ume.

- Había prevenido su llegada, soy una Uranai. ¿Le apetece un té?- Finge con una sonrisa misteriosa.

El capitán parece pensar la propuesta, pero recobra su compostura.

- No creo en esas tonterías, no me queda más remedio que arre...- Se calla, pues, repentinamente, uno de sus subordinados le agarra el brazo.
- Mi abuela era también una Uranai, y vio muchas cosas que se han cumplido- Asegura asintiendo con la cabeza el soldado.

Raidon se toma unos minutos para pensárselo, pero parece ceder.

- Dejadnos solos- Ordena dando la espalda a sus compañeros.

Ambos soldados cierran las puertas dejando la sala solo con la anciana y el capitán (Y Ume, pero se supone que no está ahí).

- Tienes suerte vieja-hace una pausa- Mi soldado te ha salvado, pero ten mucho cuidado, quizás la próxima vez estés sola, así que te lo preguntaré por última vez: ¿Dónde está Ume?- Interroga seriamente, sin levantar el tono.
- ¿No le han dicho nunca que es algo insistente? Le he confesado que vino unas semanas atrás y me entregó este delicioso té blanco, así que le ruego que se vaya de mi casa antes de que presagie su muerte- Amenaza con un tono de voz peligroso, y de sus ojos saltan chispas.

La tensión crece en la sala. Ambos se miran con fiereza.

- Debe de haber habido un error, disculpe las molestias- Se decide por contestar Raidon con la cabeza bien alta.

La anciana no contesta, se limita a seguir con sus tareas. El  capitán se da la vuelta en el último instante antes de salir.

- Dígame cómo moriré- Manda de forma brusca.

La anciana se acerca al té y pasa sus manos por encima. Cierra los ojos y los abre con rapidez, parece haber visto un demonio Tengu.

- Ya moriste hace tiempo, lo que eres y lo que serás, continuará siendo lo mismo. Pero, veo que podrás resucitar tu alma algún día, cuando estés listo- Contesta con dureza posando sus manos sobre sus piernas.

Raidon se gira con aire de soberbia y cierras las puertas tras de sí. La Uranai se sujeta en la mesilla rápidamente por los nervios. Ume decide no salir, por si acaso. Los guardias pueden estar aún fuera.
Observa que hay una ventanilla en la sala, y se asoma lentamente. Consigue ver a Raidon y los otros dos guardias. Parecen discutir sobre algo.

- ¡Malditas adivinas! ¡Se creen que lo saben todo!- Exclama el capitán indignado mientras se aleja.
- No te preocupes Raidon, la encontraremos y la enviaremos al Koshaku- Tranquiliza el guardia que no había hablada  durante el interrogatorio.

El capitán continúa andando junto a sus dos guardias. Desperecen entre el poblado paisaje. Ume espera unos minutos, y decide salir. Cuando pasa a otra sala se encuentra a la anciana desmayada en el suelo. Corre a ayudarla, la aguanta una mano, aún respira. La Uranai levanta ahora su débil rostro y la observa con tranquilidad.

- Dame un sorbo de tu maravilloso té, por favor- Ruega mientras tose.

Ume lo coge y le da de beber un poco. Del rostro de la joven saltan unas lágrimas.

- ¿Qué puedo hacer para ayudarla?- Pregunta con dulzura Ume sujetándola la cabeza y la mano.
- Más bien, que puedo hacer yo para ayudarte- Corrige con una bondadosa sonrisa.

Ume la lleva con dificultad a su habitación, donde tumba a la anciana y se sienta a su lado, observando. La Uranai parece mejorar algo y le da un gran consejo.

- No te preocupes por mi destino, no tienes mucho tiempo. Debes volver a tu casa, coger a tu bebé y regresar al ayer.

El Sentido de la InocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora