Capítulo 2: El despertar.

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"el abrir los ojos puede ser peor que cerrarlos"

Oscuridad....Inmensa oscuridad; un intenso y fino silencio interrumpidos por el movimiento de las páginas de un gran libro escrito por el sol y diseñado por la luna, no hay mejor libro que ese. Un susurro, un largo susurro, indica el comienzo de una nueva vida. Como dice el gran Filósofo de 1551: "Al morir una vida, nace otra". El despertar de un nuevo comienzo esta cerca, los latidos de un alma indomable se escuchan, el fuego de una determinación indomable. Son algunas cualidades que existen o existían en este mundo mi mundo; el mundo donde yo decido quien muere y quien vive, quien pelea y quien perece; quien un que va a enfrentarme y acabar con este sufrimiento eterno. Todo eso está escrito en este polvoriento y destruido libro que es más viejo que el mismo tiempo; dirá como se desarrollara la historia con comienzo pero sin fin, un fin que no existe con un desarrollo impredecible. Así es el mundo, el mundo de Darren, el mundo que él construyó; el mundo que lo va a destruir.

Sus ojos se iban abriendo poco a poco; se sentía confundida y adolorida por la caída y mucho más sorprendida por el hecho que no murió. Abrió los ojos como platos; se levantó con sus dos manos sobre la grama, inhalaba y exhalaba rápidamente como si hubiera corrido durante horas intento pararse pero su cuerpo no la ayudaba; su cuerpo humano se sentía pesado completamente y dolorido; con esfuerzo logro sentarse aunque tenía miedo de que tendría un hueso roto o fracturado por la caída que calculaba mínimo 100 metros de altura o más, no estaba segura; aguardo un minuto para reposar su cuerpo y esperar que se aliviara el dolor, lo cual, no sucedía; nunca pero nunca había sentido tanto dolor en su cuerpo, pero repentinamente sintió que el dolor iba disminuyendo poco a poco, lo que era raro porque con esa caída de tal magnitud hubiera muerto o roto unos cuantos huesos. Observo a su alrededor y lo único que alcanzo a ver fue árboles frondosos y de gran tamaño, musgo y hierbas tan altas como ella, una tranquilidad tan penetrante que pareciera que fuera la única en aquel lugar; aunque aquel bosque donde se encontraba era oscuro y solitario a Deriang le pareció muy hermoso, a medida que pasaban los minutos le empezó a preocupar más donde estaba que el dolor que sentía; tenía varios moretones y se sentía preocupada. Esperaba que fuera un mal sueño y que despertara en su casa con sus padres dándole los buenos y comiendo los típicos desayunos extravagantes de su madre y seria el típico día normal de unas típicas vacaciones normales. «— Si era un mal sueño, el mal sueño de la realidad—» Pensó por un segundo; echo otra vista rápida a su alrededor y vio que atreves de los árboles se hacía un pequeño camino que no sabía si la llevaría a su perdición o su salvación; decidió seguir el camino que veía a través de los frondosos árboles y el enredadiso bosque donde ella se encontraba. A ella le parecía así pero yo diría selva o montaña. Intento levantarse varias veces, pero, una y otra vez se caía al suelo hasta que lo consiguió; se sacudió la ropa como pudo con sus adoloridas manos y se dio cuenta que tenía un pie torcido pero, eso no la detuvo y siguió a delante.

Cada paso que daba se sentía más doloroso y cansado que el anterior, su respiración estaba agitada, nunca se avía sentido tan miserable como en ese momento. Transcurría el tiempo que ya parecía que el camino fuera eterno; su sed por una gota de agua era tan grande que mataría por ella, hambre hacia gritar a su tripa como almas en pena, poco a poco se iba desvaneciendo; empezó a pensar que si la caída no la mato estas necesidades lo aran. Dicha caminata siguió por más de quince horas, un pequeño rayo de sol traspasaba las copas de los árboles mostrándole que muy pronto saldría de esa selva. De repente a lo lejos encontró el final del camino, la luz del sol la segó por un momento entre abrió los ojos lo más que pudo y contemplo aquella vista. Prados verdes decorados con diminutas flores, el cielo despejado y con pequeñas nubes danzando al compás del viento el cabello de Deriang revoloteaba con este, el sol brillaba con todo su esplendor, un brillo tan vivo como el fuego y la llama que enciende nuestra vida. A lo lejos se notaban unos pequeños edificios con lo que formaban una ciudad que parecía Londres unida con Moscú pero en los tiempos coloniales; intento seguir hasta acercarse un poco pero, sus piernas no le daban. Todavía adolorida por la caída siguió adelante y cada vez veía que la ciudad se acercaba lo cual, le alegraba un poco; sus piernas titiritaban por el dolor y el cansancio se detenía cada cierto tiempo para descansar un poco y su cuerpo algunas veces no le respondía pero su voluntad era más fuerte que su agotamiento y siguió adelante. De pronto vio un gran arco que según ella indicaba la entrada a la ciudad que antes veía a lo lejos, pero mientras más se adentraba en la ciudad más tenebrosa se veía; enormes edificaciones de piedra que cubrían el sol, parecía que cada ventana era una casa diferente. Seguía caminando lentamente; esos grandes edificios parecían nunca acabarse que era algo que no la motivaba a seguir moviendo los pies, intento tocar varias puertas pero ninguna respondía. Después de hacer un gran trayecto en línea recta vio una plaza del tamaño de una mansión donde podrían caber más de 1.000 personas y en el medio había una fuente de piedra que parecía una laguna y en el medio de esta una estatua alzando una camelia y alrededor varios filtros donde se elevaba el agua, que caían en la fuente; en una de las esquinas un muchacho sentado mirando hacia el cielo mientras silbaba. « —No era raro—» dijo ella en su mente.

Darren : Entre dos mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora