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Narra Jennifer

Cuando me acuesto en mi cama son las doce menos diez de la noche, estoy cansada y tengo la cabeza como un bombo.

Todavía no sé que ha pasado con Hugo, de repente me estaba besando y de repente había desaparecido. Por lo que, aquí estoy, en casa.

Escucho a Vanesa subir por las escaleras y encerrarse en su habitación y suspiro. Siempre estamos solas, mamá trabaja hasta muy tarde desde que papá murió y tiene que sacarnos adelante. Gracias a ella, no nos falta de nada, incluso nos sobra dinero, porque le va muy bien como directora de marketing.

Miro el WhatsApp y encuentro varios mensajes en el grupo con mis amigos, lleva por nombre El terror de las nenas y en el estamos todos: Adela, Begoña, Lucas, Erik, Aaron y yo. Pero paso de leerlos, son alrededor de treinta mensajes y no tengo ganas.

Me quito la sudadera y la camiseta, me pongo una del barça grande y larga que uso para dormir, y me quito los pantalones vaqueros. Al colocarlos, de manera desordenada, sobre la silla de mi habitación, cae una nota.

La abro y me doy cuenta de que es el número de teléfono de Hugo. Me muerdo el labio inferior y me siento en la cama con las piernas cruzadas, guardo su número y dudo si enviarle un mensaje.

¿Por qué no hacerlo? Él me besó, deberíamos hablar sobre ese tema. Pero ¿era bueno para nosotros discutirlo? Quizás tan sólo enfriaría nuestra relación, bueno "relación" lo que fuera eso. Por otro lado, una parte de mí se moría de ganas de saber por qué me había besado.

Aunque ¿desde cuando un beso me importa? No sé que me está pasando, pero no hace ni 24 horas de conocer a Hugo y ya me estoy volviendo loca.

No lo resisto más y guardo su número.

Yo: Hola, soy Jen. Creo que tenemos que hablar.

Me paso los dedos por el pelo continuamente, de una manera excesiva y nerviosa. No me paro a pensar que estoy haciendo, es como si no me importara, tan sólo me interesa saber por qué me besó.

Se conecta y lee el mensaje.

Se me sale el corazón del pecho, está como loco de un momento otro, latiendo con una fuerza que incluso me duele un poco. No recuerdo la última vez que tenía esa sensación, si es que la tuve alguna vez. Ni siquiera sé a ciencia cierta si es real o producto de mi imaginación, pero no me importa.

Hugo: ¿Qué pasa?

Yo: Es que... Me preguntaba ¿por qué me besaste?

Su respuesta es inmediata y confirma lo que más me temo: No lo . Mierda.

Yo: Hombre, algo sabrás, digo yo.

Me muerdo el labio inferior y golpeteo en el suelo con mi pie izquierdo. Estoy nerviosa e inquieta, así que, sin darme cuenta estoy caminando por la habitación de una manera compulsiva.

Hugo: ¿Para que supieras lo que es que te besen sin permiso?

Yo: Jajajajaja, dime la verdad, anda.

Y se desconecta, dejándome en visto. Mañana verás, cabrón.

***

Piso la colilla del cigarro, apagándola. Estoy en la calle de enfrente del instituto, esperando ansiosa a que llegue Hugo. No he podido dormir, estoy sumamente nerviosa y eso me molesta bastante, por lo que también tengo muy mal humor. De mis amigos, sólo ha llegado Lucas, y lleva todo el rato molestándome con chistes estúpidos sobre mi altura.

No soy tan baja.

- Venga, Jen. Ponte en pie, no me gusta hablar con gente sentada cuando yo estoy sin asiento.

Y el muy gilipollas se ríe. ¿Para qué quieres enemigos con este tipo de amigos? Es un cabrón, pero en el fondo es un buen chaval. Se hace el duro, pero conmigo y con Adela eso no le funciona, aunque parece que con Begoña y con el resto de chicas existentes sí. En fin, así va el mundo.

- Agradece que haya terminado el cigarro, si no, tendrías serias quemaduras - le advierto con una sonrisa cómplice.

- ¿Tenías pensado chinarme*? ¿A mí? ¿A tu chico favorito? - pregunta haciéndose el ofendido con una mano en el pecho y abriendo la boca, sobreactuando.

Por casualidades del destino, se le mete un mosquito en la boca y se atraganta. El karma, querido Lucas, el karma. Me río a carcajadas y lo señalo mientras lo hago.

- ¡Por idiota! - le digo entre risas.

- Me... Muero... - agoniza con una mano en el cuello, exagerando, ya que no sabe actuar, se le da de pena.

- Ya, ya, no caerá esa breva - digo con una mueca antes de reír.

Él deja su pequeño teatrillo y se alisa la ropa, justo cuando veo a Hugo de lejos, en la entrada del instituto. Ignoro a Lucas y corro hacia mi "novio".

Está de espaldas a mí, así que le doy un toquecito en el hombro. Él se gira hacia mí y en seguida noto como se sonroja un poco, aún con su piel morena puedo ver perfectamente el color rojo ascender por sus mejillas.

- Buenos días, novio - digo con una sonrisa, antes de inclinarme un poco y besarle.

Él me devuelve el beso, un poco nervioso, y en seguida nos separamos. Sé que tengo que devolvérsela, no voy a permitir que me ignore. Debería agregarlo a la lista de normas.

- Buenos días, supongo - se frota la nuca, incómodo.

- ¿Pasa algo? - le pregunto con el ceño fruncido, cruzándome de brazos.

Él se mete las manos en los bolsillos del pantalón y hace un movimiento con la cabeza, haciendo que su pelo se coloque de nuevo en su lugar.

- No estoy acostumbrado a esto... - murmura cohibido. Yo lo observo un poco confusa, por lo que él se contiene para no poner los ojos en blanco - Me refiero a la gente que nos mira. Me siento demasiado observado.

Alzo las cejas y sonrío, lo cojo de la mano y tiro de él, comenzando a correr por el instituto, hasta llegar a la parte trasera, que está vacía. Lo suelto y él se ríe, mientras niega con la cabeza.

- ¿Mejor? - pregunto con una sonrisa.

- Bastante - se encoje de hombros y se sienta en un banco.

Ella es mi problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora