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NOTA DE LA AUTORA:

¡Hola! Sí, aunque parezca increíble no me he muerto ni nada parecido. Y solo puedo decir: lo siento. He tenido un bloqueo terrible y bastantes problemas, que no me han permitido centrarme ni cinco minutos en esta obra. Pero bueno, lo importante es que más vale tarde que nunca. Y estoy aquí para volverme más regular en las actualizaciones, intentaré actualizar al menos una vez a la semana, de verdad. ¡Ah! Y debo añadir que es la segunda vez que público este capítulo, porque al parecer no se publicó entero y hubo un par de problemillas. Pero ya está solucionado, disfrutad.

PD: os compensaré con tres capítulos nuevos en tres días, prometido ;)

Y ahora... Un resumen rapidillo de los últimos capítulos, para centrarnos: Manu (el exnovio de Jennifer) le pega a Hugo. Hugo acompaña a Judith hasta su casa y ella se enfada. Jennifer se reúne con su ex entrenador (Edgar) y accede a entrenar a un chico para las peleas (Jose). Judith y Jennifer no se llevan demasiado bien. Jennifer se entera de que a Judith le gusta Hugo. Jennifer tiene una sorpresa para Hugo, y lo lleva a un lago.

Ahora sí, el capítulo.

~•~

Narra Hugo

— ¡A ti se te ha ido la cabeza! — exclamo mirando como Jen se quita los vaqueros, conteniendo un poco al aire al ver que lleva unas bragas negras.

— Que noooo. Mira que estás pesado — contesta ella, sonriendo y negando con la cabeza, antes de quitarse la parte de arriba y quedarse con un sujetador blanco.

— Jennifer, vístete — le exijo, tapándome los ojos con la mano.

La oigo reír y se me escapa una sonrisa, que borro al momento, dándome cuenta de que probablemente la haya visto. Hace unos días que me tiene un poco absorto, ya ni siquiera me acuerdo mucho de Judith, a la que, por cierto, no sé que le pasaba hoy, estaba picajosa y malhumorada.

Decido mandarle un mensaje, pero al destapar los ojos veo a Jen corriendo hacia el lago y me doy cuenta de que sus bragas negras tienen el signo de batman en el trasero. Me río.

¿Qué hago? ¿Le acabo de mirar el trasero a Jennifer? Estoy fatal.

— ¡Vamos, vente! No seas aburrido _ grita Jen metiéndose en el agua —. Y no me mires tan descaradamente el culo, Hugo.

¿Me ha pillado mirándola? ¿Cuándo? Me pongo colorado como un tomate y contesto:

— ¡No lo hago! Y no pienso ir.

— ¡Vengaaa! Por favor, te prometo que está buenísima — se zambulló y volvió a salir flotando de espaldas y seguramente con una sonrisa en la cara, como siempre.

Sonrío y suspiro. Lo haré. Me meteré en el agua con ella. Miro el móvil durante dos segundos y le escribo un mensaje rápido a Judith, preguntándole si está bien y me quito la ropa, antes de correr hacia el lago con Jennifer.

***

Jennifer había traído tres toallas y nos hacen falta, porque yo tan sólo contaba con una. Dos las lanzamos al suelo, para sentarnos sin llenarnos de tierra o cualquier cosa, y las demás las empleamos en secarnos un poco antes de ponernos la ropa.

— Menos mal que no querías meterte en el agua — bromea Jen, lanzándome una mirada burlona y llena de simpatía.

— Y tú menos mal que no hacías más que insistir en entrar, porque una vez lo hice sólo decías el frío que tenías — contesto en tono jocoso, intentando darle un toque de humor a nuestra conversación.

— Oye... — empieza a decir, pero después se calla abruptamente.

La miro. Está con una expresión dudosa en la mirada, con los labios encorvados y repletos de vacilación. Hay algo que quiere decir, pero parece que no se atreve. Se pasa una mano por el pelo, de un dorado un poco más oscuro ahora que está mojado.

— Dime, Jen — le insisto.

Ella se pone la camiseta y se deja caer sobre la toalla, antes de suspirar y mandar una mirada nerviosa al lago. Yo me abrocho los vaqueros y la imito, sin importarme demasiado estar semidesnudo a su lado.

Le dejo su tiempo, probablemente lo necesite para pensar bien lo que va a decirme, pero cuando me mira y abre la boca para hablar, mi teléfono suena y nos interrumpe.

— Perdona — murmuro nervioso, buscando con toda la rapidez que puedo el aparato.

Cuando lo encuentro,  deja de sonar, pero de todas formas le hecho un vistazo. Tengo varias llamadas y mensajes, casi todos de la misma persona. Empiezo por los mensajes, mientras frunzo el ceño al ver que son todos de Judith.

Me sorprende que me haya llamado un montón de veces y que me haya petado el móvil a mensajes. Normalmente no lo hace. Pocas veces nos enviamos mensajes y, cuando lo hacemos, casi siempre es por iniciativa mía. Aunque, admito que, desde que empecé a "salir" con Jennifer, los he dejado un poco de lado a todos, pero especialmente a ella.

— ¿Pasa algo? — me pregunta Jen, preocupada.

Aún con el ceño fruncido, sin despegar la mirada de la pantalla de mi móvil, contesto:

— No lo sé. Tengo demasiadas llamadas y mensajes de Judith.

— Ah... ¿Crees que estará bien? Si quieres volver ya podemos...

— No — la interrumpo, con un tono firme y seguro, alzando mis ojos para escrutar su cara. No me apetece irme a casa, al bar o a ver a Judith. Ahora mismo estoy donde quiero estar —. Leo esto y hacemos algo, ¿vale?

Ella me lanza una sonrisa bastante forzada, pero asiente. Me dan ganas de darle un beso, por algún motivo, pero las retengo. No hay gente delante, así que no sé por qué tendría que hacerlo. Y tampoco por qué quiero hacerlo, pero no le doy más vueltas.

Vuelvo a mirar mi teléfono y reviso algunos mensajes.

Hugo, cógeme el teléfono.

Te estoy llamando, ¿por qué no respondes?

Es importante. Sé algo sobre Jennifer que va a cambiarlo todo.

Ella no es tan buena como la pintan. Tiene secretos.

Hugo, joder. Responde.

Te va a romper el corazón, en cuanto pase un mes se cansará de ti.

Llámame en cuanto puedas, por favor.

Miro a Jennifer. Está mirando hacia el lago, mientras el aire le revuelve un poco el pelo, que cae liso y brillante sobre sus hombros. Parece que está en otro planeta, pensando en sabe Dios qué, mientras se mordisquea el labio inferior. Se ha puesto una camiseta, de tío.

Y lo peor es que me molesta.

— ¿Y esa camiseta? — pregunto con el ceño fruncido.

Sonríe y me mira.

— Es de Lucas. Le suelo mangar alguna ropa — se encoge de hombros —. ¿Qué te ha dicho Judith?

¿Se lo cuento? Judith dice que sabe algo de ella que va a cambiar mi opinión, pero ¿el qué? Tiene que ser algo muy grave para que eso suceda. Aunque contárselo a Jennifer no hará más que empeorar la situación que existe entre ellas. Así que sonrío y le digo:

— Nada importante.

Ella es mi problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora